Hacía un año y medio que no oíamos la voz de Quim Forn en una entrevista. La última vez había sido en aquella famosa rueda de prensa hecha en Bruselas. Y la casualidad ha permitido que hoy EL NACIONAL haya podido conseguirlo y que todo haya sucedido en una sala que se llama Bruselas. Ahora le explico la cosa.
No es que en EL NACIONAL seamos más listos ni más hábiles que otros medios y por eso hayamos podido hacer la entrevista. No, no, es que jugamos a la lotería y nos tocó. Porque el criterio para concederlas o no, es como el yeti. Hay gente que dice que existe y que lo ha visto, pero nadie sabe dónde para. Tú les pides día y hora exacta y te responden al cabo de un par o tres de días. Y te pueden decir que sí o que no. ¿Dependiendo de qué? Pues, cómo dice aquella mítica canción de Bob Dylan: "Eso, amigo mío, tan sólo lo sabe el viento. Escucha la respuesta dentro del viento".
Al respecto de la sala Bruselas, resulta que la gestión técnica se ha hecho desde la sede de la productora Lavinia, en el Poble Nou de BCN. Distrito 22@. Y allí hay una sala que se llama así. Y es la que nos ha tocado. Por cierto, una gestión técnica que al mediodía nadie tenía claro que fuera posible hacer. ¿Por qué? Porque con las órdenes internas en la prisión de Soto del Real pasa igual que con el criterio. Van como van.
Por lo que hemos sabido, a la hora de comer Quim Forn le ha comentado a un funcionario que por la tarde tenía una entrevista. La nuestra. Y el funcionario le ha dicho que no le constaba. A partir de aquí, nervios, carreras... En Madrid hoy es fiesta y el director no está... Y el es quien lo tiene que autorizar y comunicar... ¿Cómo lo solucionaremos?
Pues bien, se ve que todo estaba resuelto y no había ningún problema. Pero quien tendría que saberlo, en aquel momento no lo sabía. Pero después lo ha sabido porque alguien que sí lo sabía se lo ha dicho. Y este alguien, que se lo ha dicho a quien tenía que saberlo, parece ser que le ha acabado diciendo a Quim Forn después de comer que sí, que finalmente había entrevista. Apasionante.
Si ha seguido la entrevista, que puede recuperar aquí, habrá comprobado que Forn no estaba sentado sino de pie. ¿Por qué? ¿Por qué él no ha tenido derecho a una silla y a una mesa? Bien, porque alguien lo ha decidido así. ¿Quién? Quizás el yeti, vaya usted a saber.
El caso es que 23 minutos antes de la hora prevista para el inicio, nos ha aparecido Fernando en los monitores de la sala Bruselas. ¿Que, quién es Fernando? Pues el técnico de Lavinia que ha entrado a la prisión para hacer posible la conexión desde la ya famosa sala con la ya famosa pared de textura granulada hecha a base de piezas rectangulares de color gris, que según los días parecen de un amarillo pálido.
Mientras Fernando probaba la conexión desde la prisión y varios técnicos hacían lo mismo en BCN, realizando unas filigranas que no entiendo, con unos aparatos muy extraños y usando un lenguaje incomprensible, me ha venido en la cabeza una cosa. ¿Y si con Fernando, o con quien sea, a la prisión hubiera entrado un periodista, o quien sea, y le hubiera hecho las preguntas desde allí? ¿No habría sido todo más normal? Y más sencillo. Y más humano. Y más lógico. Y más del siglo XX, cuando era posible entrar en las prisiones a entrevistar a las personas que viven allí.
Y mientras pensaba en ello, ha llegado a Bruselas Laura Masvidal, la pareja de Forn. Al cabo de un rato, a la hora prevista, nos ha aparecido en el monitor la famosa pared, hoy en un plano tocando a la esquina de la derecha. De fondo hemos oído a alguien, que se supone era un funcionario, diciendo: "Medía hora, eh". A continuación hemos oído a Quim Forn, pero sin verlo todavía, como le ha preguntado si se podía sentar. No hemos oído la respuesta.
Siete minutos después, Forn nos ha aparecido en pantalla. Durante cuatro minutos ha habido que superar algunos problemas de su sonido de retorno, hasta que finalmente hemos conseguido empezar. Como en la sala Bruselas no teníamos audio por altavoz, para evitar acoplamientos, he seguido la entrevista a través de un iPad. Ciertamente ha sido muy marciano eso de tener que ver qué pasa delante de tus narices a través de una emisión que se hace por Youtube. Es como si para saber qué tiempo hace, en vez de sacar la cabeza por la ventana, miras el radar del meteocat.
Mientras Forn respondía, Laura Masvidal mezclaba momentos de mucha emoción contenida con asentimientos con la cabeza y miradas de complicidad mezclada con aquellos ojos que hacemos cuando por dentro estamos sonriendo. Ha habido momentos en que su cara era la translación con expresiones faciales de las palabras y las explicaciones de su pareja. frase por frase.
Como hemos empezado 10 minutos tarde, nos han permitido pasarnos 10 minutos y cumplir la media hora pactada. Cuando ha sido la hora, alguien lo ha venido a buscar, Marina F. Torné, que ha sido quien le ha hecho la entrevista, lo ha despedido y Quim Forn ha desaparecido de la pantalla.
Y me ha vuelto a pasar como el día que fui a ver a Josep Rull a Lledoners, o el día de la rueda de prensa de Jordi Sánchez en la Agencia EFE, o de la de Oriol Junqueras en la ACN, o cuando he visto pasar las furgonetas donde trasladan a los presos políticos hasta la Audiencia Nacional y de allí al Supremo. Pienso: yo ahora salgo de aquí y me voy a casa con los míos. Y ellos siete y ellas dos se quedan allí dentro. Como desde hace un año y medio.
Bueno, hoy al menos se han ahorrado la excursión al Supremo y las horas y horas sentados en aquellas butacas que huelen a siglo XIX. Antes de Cristo.