Eso ya estaba. Como el año pasado por estas fechas. Y nos lo creímos. Entonces y ahora. Y no. Y ya estamos otra vez. Con una diferencia, las vacunas. Por suerte. Gracias a ellas se siguen salvando vidas. Centenares de miles. Y a pesar de eso los negacionistas continúan instalados en que si el 14G, que si Vilgueits, que si Nube de María diciendo que te ve el futuro a través de los chacras y que si la Tierra es rectangular.
Las explicaciones a la mayoría de medidas tomadas, por todavía no sabemos quien, las hemos ido entendiendo a base de hostias. Un año y cuatro meses después, y con la confianza en que ya nos tenemos, todavía tiene que llegar el momento que nos expliquen el por qué de las cosas. Sí, díganos que harán, por supuesto, pero si tuvieran el detalle de glosarnos las causas de las decisiones, quizás las entenderíamos y todo. Y de esta manera sería más fácil hacer lo que toca. Y más teniendo en cuenta que siempre hemos obedecido. Tanto que ahora, que ya podemos ir por la calle sin mascarilla, la sigue llevando el 99%. Porque no lo ven nada claro. Porque es que no está nada claro.
Hemos soportado el triunfalismo político del "hemos vencido en el virus". Y no, no lo hemos vencido. Por mucha épica paolocoelhista que pongan, la realidad es la que es. Continúa aquí, porque él sigue haciendo lo suyo, pero la vida es como si ya no estuviera. Es la economía, estúpidos. Los campos de fútbol volverán a estar llenos, tenemos más festivales que músicos para tocar y las discotecas están abiertas como si no hubiera mañana. Y al final algunos de los propietarios, empresarios que tienen cerrado desde el primer día y que han perdido muchos miles de euros, han visto el panorama y han bajado la persiana porque no quieren convertirse en un contagiódromo. Uno de ellos me lo explicaba el viernes: "cierro porque dentro no puedo hacer cumplir las normas y fuera en un espacio mínimo tengo una montaña de personas haciendo cola para entrar. No quiero ser el responsable de centenares de contagios".
Volvemos a tener la sensación que siguen sin explicárnoslo todo. ¿Qué buscan ahora, promover el contagio entre quien no tendrá efectos muy graves y tiene poco riesgo de acabar muriendo o en un hospital y conseguir lo más rápido posible la famosa inmunidad de rebaño para afrontar el otoño con el 80% de la población, o bien vacunada o bien inmunizada porque ya habrá pasado la enfermedad? ¿Es eso? ¿Y si lo es, qué pasa con la COVID persistente? ¿Y con las secuelas en órganos como el corazón o los riñones? ¿Estamos jugando a la ruleta rusa? ¿Y si pensamos que es esto lo que están haciendo, no será que tenemos motivos para que el recelo nos caiga por la frente como si fueran gotas de sudor?
Y los jueces (y las juezas) siguen decidiendo sobre cuestiones de salud pública. Inaudito. E increíble. Tanto como si el personal sanitario decidiera sobre desahucios, asesinatos o concursos de acreedores. Me maravilla esta infinita capacidad judicial de estar encantado de haberse conocido. Supongo que viene de serie y tiene que ver con el carácter que te impulsa a escoger esta profesión. Cuando servidor de usted va al mecánico del coche y le explican que hay que cambiar el amortiguador delantero izquierdo porque tiene una flamderosis lurtrosdal de la alineación esclestródisa, no sólo no le discuto el diagnóstico sino que me limito a preguntar si tendré que venderme el riñón para pagarlo. Nunca se me ocurriría decirle al mecánico que es lo que hay que hacer. La diferencia es que cuando sucede esto el coche es mío, en cambio las decisiones judiciales las toman sobre los otros. Y tal día hará un año.
Y la guinda es quien ha sufrido la pandemia en la cartera. Miles de negocios tuvieron que cerrar mientras otros se hacían de oro. La lotería del virus. Pero como no había dinero, los que pringaron se tuvieron que fastidiar. Quien consiguió cobrar, ahora, cuando ha tocado pagar la Renta, en un 70% de los casos resulta que han presentado incorrectamente las declaraciones. Son los que estuvieron en un ERTE o cobraron un Ingreso Mínimo Vital. Y por desconocimiento, pronto les vendrá un requerimiento. Y sólo tendrán 10 días para pagar lo que quizás no tienen dinero para pagar. Y quizás tampoco sabrán como hacerlo. Y Hacienda les entrará a saco. En plena quinta oleada de una cosa que ya estaba solucionada. ¡Qué suerte, verdad!