Día de la Constitución y, como es habitual, debate sobre su reforma. Entre los constitucionalistas, como debe ser. Porque para los que, repetidamente, se han sentido excluidos por la vía de los hechos consumados, este es un debate que "les pilla lejos" y tan apasionante, poco más o menos, como la reforma de la Constitución de Botsuana. Pero adosado a eso, en jornadas como estas vienen declaraciones excitantemente cautivadoras de los que se sienten llamados a abrazarse muy fuerte a la Carta Magna y a la monarquía que nos dimos entre todos. Y todas. Y totis. Es intentar encontrarle todas las gracias a aquello que ellos (ellas y ellis) ven que no se sostiene por ninguna parte pero que se sienten impelidos a defenderlo por encima de sus posibilidades. Sería como el día de la comida de Navidad, que apareces con la nueva pareja, ves que toda la familia frunce el ceño porque se dan cuenta de que parece sacada de un contenedor de Humana, tú te pasas toda el rato explicando las excelencias que no son y la más consistente que puedes aportar es que "sabe regar muy bien las plantas. Sólo se le mueren ahogadas cinco de cada cuatro". Pues eso.
M. Rajoy está de gira mundial con su libro "Política para adultos", un título apasionante porque necesita aclararnos que no se dirige a la clase de las fresas sino a la de los "mayores". Empezamos bien. Y, claro, el hombre va haciendo declaraciones. Sobre Emérito I, sostiene al señor M. que: "El rey Juan Carlos tiene que venir a España. Es que además es muy difícil explicarles a los españoles que aquí esté en el gobierno o apoyándole Bildu o partidos antiespañoles y el rey que llevó la transición y la democracia esté fuera de España sin haber sido acusado por| absolutamente nadie". Traducido sería un "hay que separar al artista de su obra" o "Hitler hizo muchas autopistas", salvando todas las distancias, por supuesto, y refiriéndome tan sólo a la estructura del argumento.
Bien, tampoco hay que entretenerse mucho en la cosa porque la supuesta consistencia del razonamiento es como un agujero negro que se engulle a sí misma. A ver, señor M., si este ciudadano no está acusado por nadie, ¿por qué se fue y, sobre todo, por qué no vuelve? Si no ha hecho nada, por qué va regularizando con Hacienda millones de euros defraudados y pagando multas astronómicas con un dinero que, según sus ingresos oficiales, no podría tener en su cuenta bancaria ni en tres vidas. Y en relación a Bildu, que no debe ser un partido antiespañol porque, por oposición lo sitúa en el lado de los que lo son (fíjese en que dice "Bildu o partidos antiespañoles"). A ver si al final será que tú puedes ser muy antiespañol, pero pagar los impuestos que te tocan.
Mientras, la ministra de Defensa Margarita Robles, decía en una entrevista a La Razón: "Me siento muy tranquila con nuestro Rey. Nadie es responsable de lo que haga su familia". Ahora iremos a la frase, pero antes, como para situarnos, le recuerdo que entre los años 1994 y 1996, cuando esta señora era Secretaria de Estado de Interior en el Ministerio de Justicia e Interior, cada mes iba al Palacio de la Zarzuela y le entregaba en mano a su majestad cinco millones de pesetas de la época (treinta mil euros). Así lo afirma en un libro Emilio Alonso Manglano, responsable del CNI entre el 23 de febrero de 1981 y junio de 1995. Una información, por cierto, que ni ella ni nadie más ha desmentido. Pero volvamos a la frase.
Claro que nadie es responsable de lo que haga su familia. Pero es que en este caso se produce la bonita coincidencia que el actual Rey lo es precisamente porque forma parte de su familia y no de ninguna otra. Si Felipe VI no fuera hijo de Juan Carlos I, no sería Rey. En cambio, si Emérito I fuera su padre de usted, usted sería Rey o Reina. Por lo tanto, no, Felipe no es responsable directo, pero si corresponsable. Porque su dinastía, toda, está corrupta ya que es el conjunto de toda ella quien representa la institución. Y la prueba es que cuando otros miembros de la familia han cometido irregularidades -muy menores- la institución se ha preocupado de decir, y para proteger al actual Rey, que ya no formaban parte de ella. Por lo tanto, si tú expulsas de la familia a los corruptos, efectivamente estás diciendo que la familia actúa como una sola entidad i queda demostrado que Margarita Robles hacía mucho mejor eso de repartir dinero negro que intentar defender a la monarquía española.