Sabemos que, oficialmente, las compañías petroleras tienen gente muy experta que cada día estudia el precio del barril Brent, analiza al detalle las tendencias de los diferentes mercados, observa hacia dónde pueden ir las cosas y bla, bla, bla. Y una vez tienen toda la información, absolutamente detallada, deciden los precios de los carburantes. Sí, sí, esto lo tenemos muy claro. Pero a partir de aquí, a la gente como un servidor, que no tiene ni idea de nada, le viene una duda que se concreta en una pregunta-reflexión que quiero compartir con usted.
Si hoy uno de estos analistas que siguen la evolución del valor de mercado del litro de petróleo resulta que dice: "Fíjaste, hay una invasión en Ucrania... Subimos precios porque la coyuntura, la cosa del futuro y tal y cual", ¿por qué lo sube 20 céntimos (me lo invento) y no 30, 10, tres euros o dice: "Va, se lo ponemos a 20€ litro o qué?". Quiero decir, ¿por qué la cifra concreta resultante es la que es y basada en qué? Y más teniendo en cuenta que la gasolina que esta tarde estava en los surtidores no ha salido del barril que justamente esta mañana estaba en Nigeria, México, Arabia Saudí o Kazajistán sino que es de hace seis meses.
Por lo tanto, el señor experto que decide a cuánto pagamos hoy el litro de gasolina lo decide en función de lo qué él cree que sucederá en el futuro (que después puede suceder o no, pero de momento caja cobre por si acaso) y haciéndonos pagar ahora un precio elevado por una cosa comprada en el pasado cuando tenía el precio de aquel momento. Vaya, que en función de lo que alguien supone pagamos cara una cosa que fue comprada barata y la diferencia es fruto de una hipótesis aleatoria basada en la especulación intuitiva.
Y, ¿qué sucede cuando delante de nuestras narices no sucede la suposición supuesta pero resulta que el litro de gasolina no baja con la rotundidad que la realidad de los precios reales impone? Pues no sucede nada. Mire, hoy a última hora de la tarde en la bolsa de valores de Nueva York el barril de petróleo estaba a 96,18 dólares, lo que significaba una bajada en torno a un 7% en comparación con la apertura. Por lo tanto, ahora mismo estamos -poco más o menos- en unos precios com los del pasado 24 de febrero. Aquel día la gasolina de 95 iba a 1,697€ el litro. Hoy va a 1,866. Y eso, por mucha invasión y mucha geopolítica que se invoque, no tiene ninguna explicación lógica.
Y ha sucedido igual con el precio de la electricidad. También se disparó porque los análisis de los grandes analistas eran que moriríamos todos (todas y totis) entre terribles dolores y mucho polvo sahariano en la cabeza. Y ahora resulta que no para de bajar. ¿Por qué? Bien, pues dependiendo de a quien le hagas caso es porque la Unión Europea ha amenazado con subir impuestos a las grandes compañías o porque Sánchez anunció una bajada de los impuestos que pagan los consumidores. Sea como sea, baja. Hasta que dentro de vaya usted a saber cuando los analistas analicen que sucederá vaya usted a saber qué. Y nosotros seguiremos pagando. Mientras podamos.