Jordi Perelló tiene un taller mecánico en Reus. Hasta el 1 de octubre reparaba las motos del Cuerpo Nacional de Policía sin ningún tipo de problema. Pocos días después del referéndum y de las correspondientes cargas, una agente del cuerpo lo llamó para pedirle que le reparara su coche particular. Jordi se negó, como protesta por aquellos hechos, y ha acabado teniendo que ir a declarar al juzgado acusado de un delito de odio. Su familia ha denunciado la lluvia de insultos y amenazas de muerte que le llegan por tierra, mar y twitter.
Jordi Pesarrodona es concejal de Cultura de Sant Joan de Vilatorrada. Pero, sobre todo, es payaso. Su imagen del pasado 20 de septiembre en la puerta de una Conselleria de Governació, que en aquel momento era registrada por la Guardia Civil, se ha convertido en un símbolo:
Jordi ha sido citado a declarar como investigado por un delito de desobediencia relacionado con los hechos sucedidos el 1 de octubre en su pueblo. La Guardia Civil también incluyó en su informe acusatorio los delitos de odio y resistencia, pero la jueza los ha rechazado. A la salida del juzgado, donde se ha acogido a su derecho a no declarar, Pesarrodona ha manifesdtado: "Cuando vi entrar la Guardia Civil en Sant Joan tuve claro que iban a por mí", como represalia por la fotografía y que sólo llegar a la puerta del colegio electoral, los agentes lo reclamaron con un: "famosillo, venga para acá".
Mireia Boya es diputada de la CUP en el Parlament. Su familia tiene una casa rural en el Arán. Hace unos meses empezaron a suceder cosas extrañas relacionadas con el negocio que ya expliqué en una pieza del 14 de agosto.
Mireia Boya publicó la semana pasada en twitter que un mes después de todo esto tuvieron que cerrar la casa por culpa de las "amenazas fascistas" y "las decenas de amenazas de muerte y de incendio de la casa" que vinieron después de la publicación de OKDiario. Pero lo más grave fue que "en agosto, una familia que se alojaba fue increpada cuando salía por la puerta. Creí conveniente denunciar. Se ponía en peligro la integridad de otra gente. La denuncia está en el juzgado de Vielha (...) y espero que siga su curso sin muchas esperanzas de llegar a algún lugar". El hilo de tuits acababa con un: "Y no lo he dicho antes para no interferir en ninguna campaña electoral. Que eso ya lo hace muy bien Cs. Vualà".
Durante mucho tiempo, políticos del PP, del PSOE y de Ciudadanos y los medios de comunicación del 155 se referían al Procés como "la locura" o "la megalomanía" de Artur Mas. Bien, y he usado estos dos suaves adjetivos como podría haber usado una larga lista de improperios, insultos y descalificaciones que desbordan el diccionario. Cuando Artur Mas dio el paso al lado, entonces el loco peligroso pasó a ser Carles Puigdemont. Loco peligroso y el resto de adjetivos dedicados al ex president, pero multiplicados por dos.
Hoy, Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta catalana por la gracia de la Constitución tuneada, ha dicho en el Congreso de los Diputados, y dirigiéndose a Joan Tardà: "¿Tanto cuesta sacrificar a un catalán, cuando han sacrificado a las empresas catalanas, a sus servicios públicos y a su libertad?". "¿Tanto cuesta sacrificar a un catalán?" es, de momento, la frase del año.
Pues mire, no sé si cuesta mucho y poco, pero sí que sé que no han sacrificado uno solo. Apunte. Hay los condenados por el 9-N. Inhabilitados y sin patrimonio. Hay 4 personas en prisión a las cuales se les ha aplicado una interpretación de la ley que no se sostiene por ninguna parte. Hay un president y 4 consellers exiliados en Bruselas. Está el resto del último gobierno, ahora mismo en su casa, pero después de haber pasado por la cárcel. Hay una expresidenta del Parlament que pasó una noche enchironada. Hay una cifra indeterminada de políticos investigados y querellados, incluidos diputados, majores de los Mossos degradados, alcaldes y concejales. Y se anuncian unos cuantos más. También hay investigados maestros, bomberos, impresores, periodistas, cómicos, dibujantes... mecánicos y payasos.
No, la pregunta no es "¿Tanto cuesta sacrificar a un catalán?", sino "¿Tanto cuesta, Soraya, acabar con una mayoría de catalanes que solo querían votar? Pues si cuesta tanto, ¿por algo será, no cree?".