Santi Vila está de gira. Hace 24 horas que sale más en los medios que cuando era conseller. De hecho está a un nivel mediático parecido al de Alfred y Amaia de OT. En todos los programas de radio y TV sale él en la parte política y en la de entretenimiento, detrás suyo, van los dos jóvenes cantantes. ¿Motivo? Los de OT porque cantan, Vila porque ha publicado un libro donde explica su versión de los días de la Cosa. ¿Qué cosa? Cosa, en Catalunya, sólo hay una, por lo tanto, es su versión exactamente de cómo fue la Cosa durante los días cercanos al 26 de octubre.
¿Y qué dice el exalcalde de Figueres en el libro? Bien, básicamente que 1/ él vio y vivió la Cosa en primera fila y que ya los avisaba a todos que iban directos al precipicio, 2/ ahora hace falta mirar hacia adelante, aprender de los errores y solucionar el tema de la prisión y 3/ cuando acabe todo, él puede ser la solución junto con algunos políticos "progresistas" españoles que saben más por viejos que por diablos. Y viceversa.
Sobre los motivos por los cuales el president Puigdemont no firmó la mañana del día 26 la convocatoria de unas elecciones que tenía decidido convocar durante la madrugada de ese mismo día al acabar la famosa y multitudinaria reunión en la Casa dels Canonges del Palau de la Generalitat, Vila dice que coincidieron tres hechos (y vuelvo a poner numeritos): 1/ la intransigencia de Rajoy y su falta de garantías sobre la no aplicación del 155, 2/ la presión de las redes sociales, a la cual se apuntó también gente del PDeCAT y 3/ la deslealtad de Esquerra, que ejemplariza, sobre todo, en la figura de Marta Rovira.
¿Problema? Bien, Vila de hecho tiene dos problemas. Es que él estaba. En la última parada del tren antes de entrar en el túnel, cuando los últimos viajeros que no querían acabar el viaje bajaron, él optó por quedarse. Pero acabó saltando en marcha cuando la máquina ya había entrado en el túnel. Y eso no se lo perdona nadie. Ni los que ya no lo consideran de los suyos ni los "otros". Si hubiera jugado las cartas mejor, con este discurso que está pronunciando ahora y con su habilidad comunicativa, no tendría rival. ¿Y, cómo habría tenido que jugar las cartas? Usted imagine que Santi Vila entra en prisión con el resto y que, en vez de pagar la fianza al día siguiente mismo, dice: "No estoy de acuerdo con este final y creo que ha sido un error, pero yo soy uno de ellos. Doy el dinero a la caja común y me quedo aquí". Si hubiera hecho eso habría estado unos días en prisión, sí, pero habría salido como un campeón. Y como un líder imbatible.
Y el segundo problema, derivado del primero, es que ahora no tiene partido. Está solo. Los suyos no quieren saber nada porque lo califican de traidor, de desleal, de Duran i Lleida 4.0 y de ser quien filtraba las reuniones de Govern. Pero curiosamente, cuando pido opinión a una persona del partido que en aquellos días corría por allí y que lo califica con unos insultos que son irrepetibles aquí y ahora, después me añade: "pero es más honesto que lo son ahora los de Esquerra". E incluso hay quien me describe su actual postura como "copiada de Margallo". Y me explica el concepto: el exministro del PP ahora va por las tertulias diciendo que en los consejos de ministros él era espectador privilegiado de una situación con la que no estaba de acuerdo y que él tenía la solución al problema catalán guardada en un cajón, pero que nadie le dejó abrirlo.
Veremos si Vila acaba como Margallo o consigue sacar su solución del cajón de la historia. De momento no para de conceder entrevistas.