Esta está siendo una de las peores semanas de la historia reciente de España. La crisis de Estado es brutal y en varios frentes a la vez. Y ha estallado ahora, pero empezó cuando aquello del elefante.
La monarquía iba por el rastrojo y el Estado creyó que la única manera de salvarla era haciendo abdicar al Rey. Y filtraron la historia del elefante. Y obligaron al Rey a humillarse públicamente. Y, sin darse cuenta, nos enseñaron que era un simple empleado del Estado que ya no hacía bien su trabajo y que había llegado el momento de regalarle el reloj con las iniciales grabadas y enviarlo para casa.
Pero la campaña de imagen y modernización de una institución anacrónica no ha funcionado como preveían. Felipe no es Juan Carlos. Ni lo será nunca. Para bien y para mal. Pero, sobre todo. Letizia no será nunca Sofía. Sofía, la discreta abnegada. La que lo aguanta todo. La mujer fuerte que siempre sabe estar donde toca para apagar cualquier incendio. Y mire que La Zarzuela ha parecido la NIt del Foc de las fallas. Sofía es, sociológicamente, la clásica madre y abuela española que sostiene en los hogares lo que es insostenible. La que todo lo ve, la que todo lo sufre y la que todo lo calla. Por el bien de la familia. Es una mujer de película de Almodovar. Y no como esta de ahora que es que no hace ni cara de salud. Esta de ahora que se atreve a impedir una foto de la abuela con sus nietas. ¿Pero, dónde se ha visto? Claro que le llamaron "floja" mientras hacía el trayecto del coche a la puerta de un edificio. "Floja", qué insulto más sensacional y, sobre todo, más descriptivo de la imagen que tiene de ella la mayoría social de la España del trigo.
Y esta ha sido la semana en que la monarquía ha sufrido la peor crisis. Porque si aguanta es por el apoyo de la España que ha tomado partido por Sofía. Sin el apoyo de esta parte de la sociedad, la institución hace aguas. Y eso ha coincidido con otras crisis inimaginables hace siete días y que han ido estallando una tras otra.
La justicia interna. El Gobierno decidió usar la justicia política para solucionar el "problema" catalán. Y como no tenían bastante inhabilitando a unos cuantos políticos y a algún líder social sino que hacía falta destruirlos y meterlos 30 años en prisión en aplicación del "pormisgüevos", optaron por la rebelión. Pero la rebelión necesita violencia. Y como no ha habido, se la tuvieron que inventar. Para poder calcar el modelo que tan bien les funcionó en Euskadi. Pero eso no es Euskadi. Y al final la justicia alemana les ha destrozado la estrategia. Por mucho que el portavoz del Gobierno, Méndez de Vigo, salga hoy en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros con cara de "aquí no ha pasado nada", la hostia ha sido con la mano abierta y hace 24 horas que el Estado, la justicia política y el ejecutivo recogen dientes del suelo.
Y lo más triste es al nivel de los argumentos de defensa: "Oh, es que la fiscalía sí que nos dio la razón". A ver una cosa, ¿pero que es este argumento de mierda? 1/ la fiscalía no juzga. Aquí quizás sí, pero en Alemania deciden los jueces, que de aquí les viene el nombre: jueces, juzgan. Fiscales, "fiscalizan" y 2/ la fiscalía puede decir misa, como la dijo aquí cuándo defendió la puesta en libertad de Quim Forn y el juez lo mantuvo secuestra.. ay, perdón... encarcelado.
El respeto por la justicia alemana. Empezando por la vicepresidenta y siguiendo por unos cuantos serviles servidores, tras decir que respetan las decisiones judiciales han añadido aquello de... "a ver, eso lo ha decidido una justicia regional...", con aquella xenofobia del "nosotros somos Tabàrnia y el tribunal alemán es Tractòria, una gentuza de pueblo". Eso seguro que les habrá gustado mucho a la justícia alemana. Sobre todo por el respeto que implica. Creo que todavía ahora se están riendo.
(Por cierto, un pequeño inciso. ¿No habíamos quedado en que España era el país más descentralizado de Europa? Pues en Alemania un Bundesland -o Land- toma una decisión y allí se queda la decisión, sin ir al Supremo ni al TC de turno.)
La justicia externa. España detiene a toda velocidad a Hervé Falciani, reclamado por la justicia Suiza des de hace tiempo, por si suena la flauta y puede hacer un intercambio con Marta Rovira. Y Suiza le dice a España que ni se les pase por la cabeza y que por quien los han tomado.
La prensa. Mientras aquí la vicepresiprensa queda retratada, la prensa europea y mundial publica la realidad de lo que está pasando. Noticias, opiniones y editoriales impensables en la prensa amiga provocan urticaria a algunos insignes "pensadores" hispanos como Pérez-Reverte. Es ya mítico su tuit: "Washington Post, The Times, Le Monde, cuestionando la democracia española. Más que el problema catalán, lo que me aterra es la incompetencia de este Gobierno de mediocres ineptos. Su incapacidad para desmontar en el extranjero la campaña de desprestigio contra el Estado español".
La Universidad. El caso del master de Cristina Cifuentes parece una anécdota y puede ser que ella consiga superarlo sin dimitir pero, como mínimo, llevará a unas cuantas personas a la prisión por falsificación de documento público. Aparte, la imagen de la Rey Juan Carlos I, ahora mismo hay que ir a buscarla en el vertedero. Y la de los másters también.
CNI. A Bélgica no le ha hecho mucha gracia que los servicios secretos españoles actúen en su territorio como quien va a casa del suegro y pone los pies encima de la mesa. En la mesa de la comida de Navidad. Y sin zapatos. Y con los calcetines agujereados. Y sin haberte lavado los pies desde Carnaval.
Setmana Horribilis para España. El Procés ha sacado a la superficie una realidad dormida, pero existente. Ha sacado a la superficie la peor realidad de un sistema que no supo hacer aquella transición que dijeron que había sido modélica y que no lo fue. Al contrario que la de Portugal. Y que no ajustó las cuentas con su pasado como Argentina, Chile o Paraguay. Por citar sólo tres ejemplos. Y ahora Europa y el mundo occidental se ha dado cuenta. Y eso sólo es el inicio.