La relación política Catalunya-Espanya se rige por el modelo "Andrés". O sea, "por el interés té quiero, Andrés". Y es así porque quien en unos momentos abre el grifo y en otros lo cierra es el bipartidismo que se reparte la gestión del Estado y según los intereses particulares de cada circunstancia. Insisto, hablo de relación política. El tratamiento del Estado, en general, ya es otro tema. Y a Puig de les Basses, Wad-ras y Lledoners me remito.
Pongamos como ejemplo el famoso pacto del Majestic. El PP pasó en cinco minutos de la mítica "Pujol enano, habla castellano" al no menos mítico momento aznarista del "yo hablo catalán en la intimidad y leo a Espriu". O sea, Aznar, el hombre que se reinventó el españolismo más rancio y tronado, ¡haciéndose pasar por catalanista! ¡GLO-RI-O-SO! Fue como ir al cine a ver ET y que te pasen "El E.T.E. y el Oto" de los Hermanos Calatrava.
Pero no, aquello no era amor. Era sexo. Concretamente en grupo. Porque Sepharad nunca ha querido solucionar "el problema catalán". Porque para ellos no es un problema. Es un grano colateral que saben que tienen allí en su nordeste, lo bastante lejos de la Castellana para no sufrir los efectos directamente. Y cuando, cíclicamente, se les pone "madurito", envían el ejército, la Guardia Civil o el Supremo, dependiendo del momento. Lo revientan y a esperar que vuelva a crecer para volver aplicar el mismo remedio. En vez de mirar por qué el grano sale una vez y otra. Porque, claro, por mucho que algunos digan que la culpa de donde estamos ahora es del adoctrinamiento existente en las escuelas, de la inmersión lingüística y de TV3, si hubieran aprovechado su paso por las aulas para leer algún libro, aparte de la guía telefónica de Astorga, habrían visto que en esto del "problema Catalán" sucede como con las tormentas de la Virgen de agosto, de las de principios de septiembre y las del día que lavas el coche, que siempre vuelven.
No, y cuándo hablas individualmente con gente de Madrit (concepto) te dicen que sí, que hay un problema y que hay que solucionarlo. Y algunos llegan a poner cierta cara de interés. Y entonces es cuando te prometen traer al Senado a BCN. O algún organismo del Estado. Y cuando allí te dicen de traer el Senado, tú ya sabes que aquello es como cuando la pareja se mira el techo del comedor, dice "tenemos que pintar" y seguidamente suelta: "Y el sábado por la tarde iremos al Ikea".
La otra variante o "Senado 2.0" y que sirve como ejemplo para entender el mecanismo es la frase "reforzaremos la programación de TVE Sant Cugat". Disculpe que me autocite, pero servidor de usted estuvo del año 1987 al 1993 trabajando en TVE y Ràdio 4 en una de las etapas en que en Madrit (nuevamente concepto) hubo presupuesto y ganas de hacer sombra en TV3 y Catalunya Radio para crear un proyecto alternativo. Fue la época de Enric Sopena, Andreu Manresa, Toni Traveria y Enric Frigola, entre otros. Cuando políticamente el juguete dejó de interesar, se acabó el invento. Páselo bien. Después ha ido volviendo, como la promesa del Senado, dependiendo del Andrés de cada momento. Y cada vez que el proyecto ha empezado a consolidarse, tssssack, corte de cuajo. Y así hasta el siguiente momento en que ha vuelto a interesar entretenerse con el juguete. Y a los profesionales de la casa, como dicen en la Castellana ya mencionada, "que les vayan dando morcilla malagueña". Bien, o que les den el Senado...