Ya pasó con la sentencia del Estatutito. ¿Lo recuerda, verdad, el Estatutito? Fue una humilde pero sincera mano tendida que, a pesar del famoso "apoyaré", ya salió de Catalunya en dirección a Madrit (concepto) sin puertas. Y que cuando estuvo en las afueras de Fraga se quedó sin volante, sin ruedas y con un motor de patinete eléctrico. Después fue ratificado por el Congreso de los Diputados español y por el Senado español. Y fue ratificado por la mayoría del pueblo de Catalunya a través de su voto. Y fue sancionado por el Rey. Pero el PP lo llevó al Tribunal Constitucional (TC). Y el TC convirtió en anticonstitucionales al Congreso de los Diputados español, al Senado español, al pueblo de Catalunya y un Rey que, por obra y gracia del PP y el TC, se convirtió en Juan Carlos I, el Anticonstitucional.
Y así fue como empezó la ignominia intelectual que nos ha llevado donde estamos. Con momentos memorables como que hay artículos del Estatutito que fueron declarados inconstitucionales y que continúan en vigor en el Estatuto andaluz con un redactado que está copiado literalmente del catalán.
Aquel PP, Mourinhismo puro y duro, escenificó la gran metáfora de la cosa: después de meterle el dedo en el ojo a traición y con cobardía al pacto constitucional del 78, consiguió que el TC sacara la pancarta que lo legitimaba todo: "PP, tu dedo nos señala el camino". Y el camino era Eppaña, su España, con soble P para reforzar la expulsión del aire en el momento de la pronuncia.
Es el patriotismo constitucional de Aznar, que no es nada más que Rubalcaba diciendo hace dos días que "el Estado pagará el coste que Puigdemont no sea president" o Eugenio Pino, ex director adjunto operativo de la policía política de Fernández Díaz, manteniendo la siguiente conversación con Gabriel Rufián durante la comisión de investigación en el Congreso:
- ¿Se considera un patriota?
- Sin duda.
- ¿Qué haría usted por España?
- Lo haría todo.
- ¿Qué es todo?
... y aquí Pino calló y sonrió. Sí, porque efectivamente, "todo" es "todo".
Y este "todo" incluye destruir la imagen de toda la justicia, la justicia política que primero dispara prisiones provisionales y después apunta leyes improbables que justifiquen el tiro. Pero quiere decir destruir también la imagen de la justicia que trabaja cada día con jueces y fiscales que intentan ser lo más honestos y justos posibles.
Y este "todo" incluye destruir para siempre la imagen de todo los piolines, porque una parte de ellos ya ha quedado instalada en la retina de miles de ciudadanos gritando, fuera de sí, "a por ellos" o "Que nos dejen actuar".
Y este "todo" incluye destruir la imagen del periodismo por culpa de los que publican lo que haga falta sólo para mantener un plato caliente en su mesa. El suyo propio. Y no hablamos de opiniones que, mire, todo el mundo tiene que poder opinar lo que considere conveniente, sea porque lo piensa o porque se lo dictan, sino de noticias. ¿Quién confiará nunca más en los medios de comunicación después de algunas de las cosas que hemos visto y hemos leído? Y en algunos casos con muertos por terrorismo por el medio...
Y este "todo" incluye la izquierda y la progresía españolas, que han renunciado a su espíritu crítico para no poner en peligro su status y una España que no es la suya y que los detesta. Callados como muertos cuando se están vulnerando los derechos sociales y políticos de la gente, se está violando el estado de derecho, se están recortando las libertades y vivimos en un estado de censura basado en el miedo y la arbitrariedad. Es que no han abierto boca. Y los que la abren lo hacen para asociar independentismo con nazismo. ¿Esto es lo más brillante que tienen a ofrecer los progres con licencia oficial?
"Todo por la Patria". Destruyámoslo todo para salvar la patria. Aunque no quede nada de pie, al no nacionalismo siempre le quedará la patria. La suya. La que tiene que ser como ellos digan. La patria donde el disidente sólo tiene un futuro: ser destruido.