Íñigo Méndez Vigo, ministro de Educación (sí, sí, el tema entra en el negociado del ministro de Educación), ha dicho que el Gobierno bajará el IVA de los espectáculos taurinos del 21% al 10%. ¿Por qué? Porque así lo dice el acuerdo de gobierno entre el PP y Ciudadanos. Y, como se ve que los acuerdos entre PP y Ciudadanos que valen son los de Madrit (concepto) y no los de Murcia (por ejemplo), pues van y lo aplican.
Y, ¿qué decía el pacto? Que se establecería el tipo reducido de IVA para los espectáculos culturales en directo. Y como los toros son cultura y son en directo, ya lo tenemos. Y como el cine y la música en vinilo o en CD, por ejemplo, no son en directo (desconozco si tampoco entran por no ser considerados cultura), pues quedan exentos.
Pero esta columna, que es un servicio público, ha consultado sus servicios jurídicos y ha encontrado un resquicio para que el cine también pueda beneficiarse de la rebaja. Se trataría de que cada película incluya una corrida de toros. Sí, sería grabada (claro, estar dentro de una película que, en principio, es una cosa que siempre va grabada implicaría estar grabada, sí) pero mientras la grabaran, se estaría celebrando en directo y, por lo tanto, la actividad entra en la normativa y se le podría aplicar el IVA reducido.
Y ahora usted me dirá: "oiga, que a mí las corridas de toros me provocan sarpullidos. ¿Ahora quiere ponérmelas en todas las películas"?. No sufra, está todo previsto. La corrida estaría presente en todas las películas, efectivamente, pero eso no implicaría verla. Sólo habría que advertir en los títulos de crédito, que es aquello que no se mira nadie pero que existe, que mientras en la pantalla pasaban cosas e historias, en otra parte del plató (sin concretar donde, cosa que puede querer decir en la otra parte del planeta) estaban haciendo una corrida. O sea, al final de todo del todo del film, pondrían una frase del tipo: "¿sabe la escena de cuando Sebastian le enseña a Mia su pasión por el jazz tocando el piano, mientras ella empieza a bailar entre la gente? ¿Sí? Pues fuera de aquel decorado, José Tomás, Juli y Enrique Ponce estaban toreando seis toros, seis. Y sin cesar".
Por lo tanto, la película podría ser considerada una corrida en la que se ha incluido una historia tipo La La Land, pero una elipsis narrativa por omisión ha contrapuesto los dos planos espacio-tiempo y nosotros sólo hemos visto la parte La La Land como metáfora de lo que el director nos ha querido transmitir con la corrida, que sólo existe en el subconsciente del espectador (y la espectadora) y, además, sin que el espectador (o la espectadora) lo sepa. Y quien dice La La Land dice la película que usted quiera. Se trataría de que los directores siempre incluyan en sus películas una corrida que, desgraciadamente, nunca veríamos porque siempre sucederían en un lugar donde no hay ninguna cámara. Eso sí, sería grabada en riguroso directo. Por supuesto.
Y para hacerlo todavía más atractivo, el concepto resultante recibiría el nombre de cultura colaborativa, una idea que ahora mismo lo peta. Eso le daría un relato imbatible y reavivaría la tauromaquia. Sólo virtualmente, sí, pero muchísimo.