La semana pasada el reino de Marruecos quería presionar políticamente al reino de España y utilizó miles de personas, sobre todo niños, para invadir Ceuta. La CUP quería marcar perfil frente a Esquerra, sobre todo después de su pacto con Junts, y hoy ha utilizado los desahucios. Justamente unas horas después de que en la toma de posesión del President Aragonès entraran por la puerta del Pati dels Tarongers "las segadoras", a caballo de eso que le llaman "el lenguaje inclusivo". Vaya, lo que toda la vida había sido "hacer ideología" con una cuestión que no venía al caso. ¿Estoy comparando los tres hechos? No. No son comparables. Nada. ¿Los estoy criticando? No. Estemos de acuerdo o no usted y yo con todo esto, el mundo funciona así. Lo que intento decir es que detrás de cualquier situación política siempre existe una causa que la justifica. Y, sobre todo, que la explica.
Los niños marroquíes que paseaban sin futuro por Ceuta habían ido a buscándose una vida que en su país no tendrán nunca. La teocracia dirigida por Mohamed VI es lo bastante hábil como para conseguir con mentiras que, en vez de que a miles de jóvenes se les pase por la cabeza asaltar el Palacio Real y acabar con el régimen, canalicen su desesperación intentando tener una vida en Europa y jugándose la vida. En vez de quedarse a cambiar las cosas, que se vayan. Mejor, así el sistema tiene menos problemas. Por si las moscas.
¿La vivienda es un derecho básico? Sí. ¿Hay mafias que trafican con pisos y edificios? ¡Y tanto! De muchos tipos. Fondos buitres que especulan con una desvergüenza total y absoluta y grupos que okupan propiedades y después las realquilan a otras personas. Propiedades de gente que, o las tienen como segunda residencia, o las han heredado, o porque les da la gana comprarse un piso o una casa. Y si las quieren recuperar, o pagan a la mafia okupa o durante meses pueden tener gente viviendo en su casa.
Pero la protesta de hoy no iba de desahucios. Y lo demuestran tres ejemplos. La diputada de la CUP en el atril del Congreso esta mañana hablando "del gobierno de derechas de Pere Aragonès", uno de los "desahuciados" de BCN hablando de "la BRIMO de Aragonès" y a la misma hora la protesta ante la sede de Esquerra y no ante el juzgado que ha dado la orden de desahuciar. Sí, porque las órdenes de desahucio las emiten los juzgados. Si la cosa iba de desobedecer, aquel era el lugar. Y no. Y de propina los Comunes, que quieren erosionar a Esquerra por haber pactado con Junts y se han añadido a la fiesta, cuando resulta que gobiernan en BCN y en el Estado. Y quizás igual podrían haver alguna cosa para evitarlos.
Y "las segadoras", un tipo de cóctel perfecto para mezclar dátiles con ruedas de tractor o símbolos pretendidamente sagrados e intocables y pretendida modernidad inclusiva. Pura ideología de unos y otros. Con el final clásico de todos los debates de finales del primer cuarto del siglo XXI consistente en que los dos bandos acaban lanzándose por la cabeza la palabra fascista.
Una manera de marcar territorio político y de generar una situación de tensión en beneficio propio. Que me parece fantástico. Nada que decir. Pero la miseria provocada por un sátrapa, los desahucios fruto de las desigualdades sociales o el machismo existente a la sociedad y que tantos asesinatos de mujeres provoca son temas demasiado importantes como para que unos y otros no los usen para desgastar al enemigo político en beneficio propio y con esta alegría, ¿no cree?