Ah, el destino... Qué casualidades más bonitas nos regala... ¿Me acompaña a otro mes de junio? En este caso del año 2015.

Hacía mucho de tiempos que Convergència y Unió se amenazaban mutuamente con romper la unión de conveniencia a la que le llamaban amor pero solo era sexo. Concretamente político. Y tras muchos años de que si cuelga tú, no cuelga tú, no tú...  al final llegamos al 14 de junio de ahora hace (solo) cuatro años. Aquel día Unió celebró un referéndum interno para decidir si se hacían indepes o no, cosa que ya eran oficialmente los de Convergència.

A la pregunta de la consulta le llamaron así, "pregunta", como podrían haberle llamado "día sin pan", a causa de la lo larga que les quedó. Era esta:

Dicen que hay votantes que todavía hoy están leyéndosela a ver si consiguen encontrarle el aire. En general.

La cuestión: eso fue un domingo y el miércoles siguiente (o sea, el día 17, tal día como hoy) Unió sacó del Gobierno sus tres consellers (Joana Ortega, Ramon Espadaler y Josep Maria Pelegrí), pero diciendo que eso no suponía ninguna ruptura de la federación entre los dos partidos y que garantizaban la estabilidad del gobierno. Esta situación en el mundo de la pareja se conoce como un "bajo un momentito a comprar cien gramos de mortadela de olivas" y consiste en desaparecer para siempre.

La respuesta de Convergència vino de parte de Josep Rull, secretario general del partido, que en la sede de la calle Còrsega de BCN ofició un entierro de tercera que puede resumirse con la frase: "El proyecto político de la federación de CiU se ha acabado". La incineración corrió a cargo del entonces presidente Artur Mas en una sesión de control celebrada al día siguiente en el Parlament.

Y así desapareció aquella coalición-federación con una permanente mala salud de hierro que aguantó gracias al superglue político que todo lo une y que forman dos palabras: po y der. Y de todo eso solo hace cuatro años. Desde entonces han pasado tantas cosas (y tan graves) pero tantas (y tan rápidamente) que cuando todavía no hemos sido capaces de asimilar aquello, es justamente cuando hoy nos llama a la puerta el artefacto que intentaría resucitar el espíritu de aquella histórica Unió que poco después de todo eso murió en un rinconcito y en silencio. Como murió también Convergència, un movimiento que ha acabado reventando en varios pedazos (el conocido como el mundo "postcon", concepto que viene de la fusión de post y de convergentes).

Y como todo vuelve, este intento de crear una Unió 2.0 es fruto de otra desunión de esta mañana misma, cuando Ciudadanos le ha dicho a Manuel Valls "Devuelveme el rosario de mí madre y quédate con tus tres concejales en BCN".

I Valls encantado de la vida porque ha usado los naranjas como trampolín y los deja con dos concejales menos que los conseguidos hace cuatro años. A partir de aquí empieza una aventura que será muy interesante de seguir y consistente en saber si las élites a las cuales Valls les pasaba el platillo en la campaña de las municipales ahora lo acompañarán en esta aventura. Yo me juego un guisante que sí. Y me juego otro guisante a que los patrones de Ciudadanos han propiciado este movimiento.

Si no, ¿por qué se han marchado a Madrit (concepto) Inés Arrimadas, Fernando de Páramo y José María Espejo-Saavedra? Pues para dejar espacio en Valls y a su gente.

Una vez vieron que la centralidad y la moderación no vendrían de Nou Barris sino de Sarrià y que Ciudadanos había tocado techo porque tenía demasiada imagen de partido anticatalán de clase "popular", se puso en marcha el plan Valls, belleza en siete días. Valls es antiindepe, unionista, republicano-monárquico, elegante y come churros con chocolate en la calle Petritxol (cosa muy cool y aventurera para la burguesía local que tuvo bisabuelos viviendo en aquella calle, justo hasta que cayeron las murallas de la ciudad). En los salones del Club de Polo, el tenis Barcelona y el Ecuestre Valls es uno de los suyos. No como los de Ciudadano, unos recién llegados que no hace mucho todavía vestían americanas y trajes chaqueta del Zara.

Veremos si "el espacio Unió" todavía existe, si Valls es capaz de recuperarlo y a quién le roba los votos. Y veremos si la maniobra se quedará aquí o solo será la prueba para acabar en Madrit (nuevamente concepto).