No, no, esta pieza no tiene el objetivo de "cargarse" a Mario Vargas Llosa. Básicamente, porque hace tiempo que lo hace él solito. No, simplemente se trata de compartir con usted la constatación de que hay un momento en la vida en que pierdes de vista la realidad y, por motivos que no seré yo quien juzgue, entras en una espiral de decadencia pública a la cual tú eres ajeno y de la cual unos cuantos se aprovechan.
Mario Vargas Llosa, el escritor, concede cíclicamente entrevistas a un mismo tipo de medios que siempre buscan de él repetir el mismo titular. Un señor como él podría hablar de millones de cosas relacionadas con la literatura. O con la vida. O con lo que fuera. Pero no, estos medios que dicen que le idolatran, le veneran y le respetan, lo usan para acabar hablando de los nacionalismos. En contra, naturalmente. El responsable de la cosa debe tener una alarma puesta en el móvil y cuando se le dispara envía un mensaje al chat de la redacción con el siguiente texto: "Compañeras y compañeros, vuelve a tocar hacer la portada con Vargas Llosa diciendo que los nacionalismos son nefastos. Lo echáis a suertes y quien pierda, va. Pero ahora no os equivoquéis y pongáis que el malo es el nuestro. No, eh... Recordad, el nacionalismo malo siempre es el de los otros y los nacionalistas son los otros. Como decía Jaime Mayor Oreja: 'Yo no soy nacionalista español, yo soy español'".
Pues bien, se ve que hoy debía volver a tocar:
La opinión de Vargas Llosa sobre los nacionalismos ajenos al que él defiende, y que nos lo ha demostrado incluso manifestándose fervorosamente rodeado de banderas no nacionalistas, ya nos la sabemos de hace años. Por ejemplo, el año 2010 escribía esto en El País: "No se debe confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo de 'el otro', siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres amados y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa dónde estemos, existe un hogar al que podemos volver".
Pues bien, queda constatado de que desde hace al menos una década, Vargas Llosa repite siempre el mismo argumento paternalista. Que es muuuy pilladito, sí. Que flaquea por todas partes, también. Pero a él cada vez le piden por este cuestión y él cree que con esta opinión ya cumple. Claro, porque los que le lanzan el anzuelo no le exigen más. Con esto ya tienen suficiente. Es lo que necesitan. Descongelan al pope para que diga exactamente eso y lo vuelven a guardar hasta la siguiente vez que haga falta. Entonces lo volverán a llamar, volverán a preguntarle por los nacionalismos, dirá lo mismo de siempre, quedará en evidencia intelectual sin que nadie que le quiere se lo diga, y nuevamente a la nevera.
Sí, es que la vida del jubilado es muy dura. Y según la de quien, sobre todo es muy cara. Y para facturar, lo que haga falta. Y si todo es tan sencillo como vender el mismo pescado congelado y descongelado infinitas veces, adelante. Aunque, al final, los mismos que dicen amarte y venerarte te publiquen titulares como este: