La izquierda independentista vasca, representada por la figura de Arnaldo Otegi, ha hecho público hoy -diez años después del fin de ETA- un comunicado con cinco puntos, que ellos denominan reflexiones. Resumido sería que se ha demostrado que la decisión de la banda fue definitiva, que la izquierda independentista vasca apuesta exclusivamente por vías pacíficas, que hay que dar "una solución a la cuestión de los presos y las presas", teniendo en cuenta que han apostado por la paz y, sobre todo, el punto 3:

"Transitar hacia una paz justa y duradera necesita del reconocimiento y reparación de todas, absolutamente todas las víctimas. No nos olvidemos de ninguna de ellas (...) Queremos trasladarles nuestro pesar y dolor por el sufrimiento sufrido. Sentimos su dolor, y desde este sentimiento sincero afirmamos que el mismo nunca tuvo que haberse producido, a nadie puede satisfacer que todo aquello sucediera, ni que se hubiera prolongado tanto en el tiempo (...) Desgraciadamente, el pasado no tiene remedio, nada de lo que digamos puede deshacer el daño causado, pero estamos convencidos de que es posible al menos aliviar desde el respeto, la consideración y la memoria".

O sea, la izquierda independentista vasca está pidiendo perdón a las víctimas y a sus familias. Y ahora, ¿qué tienen que hacer las víctimas? ¿Tienen que aceptarlo o no? La asociación más política y los partidos políticos que han usado a las víctimas en beneficio propio ya ha dicho que ni hablar. Y ahora escribiré una cosa que no me gusta nada pensarla, pero que después de tantos años de ver su actuación estoy más que convencido: a unos cuantos ya les iba bien ETA. Porque con gente asesinando en nombre de unas ideas, estas ideas quedan deslegitimadas. El problema es cuando te las defienden políticamente, te quedas sin el "todo es ETA" y queda desmontada aquella gran estafa intelectual del "en ausencia de violencia se puede hablar de todo". Una frase que explica por qué el Estado ha intentado desde el primer día vincular Procés con violencia: era la manera de combatir las ideas aplicando la plantilla vasca.

Pero aparte de las víctimas que hacen política y son usadas para hacer política de una manera lamentable e inhumana, hay las normales. Y una de ellas lo es porque recibió las consecuencias del incalificable atentado de ETA en Hipercor. Muy a pesar suyo, Robert Manrique pasó de ser uno de los carniceros del centro comercial a convertirse en la voz de los que no querían pasar por el tubo de la política y que sólo pretendían ser víctimas y ser tratados como tales. Él tiene la lista más extensa y detallada de todas las víctimas de organizaciones terroristas que ha habido en Catalunya. Desde los ataques de la ultraderecha los años 60 a gais en locales que entonces les llamaban "de ambiente" hasta las del 17 de agosto. ¡De todas! Y no sólo ha conseguido localizar personas que ni saben que son víctimas y que como tales tienen unos derechos, sino que ha hablado con la mayoría, cosa que no han hecho la administración, ni las asociaciones que se han puesto la palabra "víctima" en el nombre, pero no han movido un dedo por ellas. Y se sabe todos sus nombres y los dos apellidos, y los nombres de los familiares y donde viven actualmente. Hoy lo he llamado y le he preguntado qué sentía. Y me ha dicho esto:

 

Hoy que todo el mundo opina y hace valoraciones de un comunicado histórico, sobre todo en un país donde mucha gente que tendría que pedir perdón -y de rodillas- resulta que no sólo se niega sino que cuando se le pide va y se ofende, he creído que quien tenía que hablar en este humilde rincón eran las víctimas. Y con la voz del incansable Robert Manrique. Creo que en un día como hoy, es una manera de reconocerle su trabajo callado que ha ayudado a tanta gente.