Gaudí sabía que JHS es el acrónimo latino de Jesucristo Salvador del Hombre (Jesus Hominum Salvator). Una aproximación contemporánea diría Jesús Salvador de la Humanidad. Gaudí lo utilizaba como elemento arquitectónico ornamental en varios lugare. En Occidente lo utilizamos con las combinaciones IHS (o bien IHC), iniciales griegas del nombre Jesús: ΙΗΣΟΥΣ (Ίησοῦς).
Hoy, si ponemos "JHS" en un buscador, nos salen resultados que no tienen nada que ver con Jesús: pedales o herramientas electrónicas. En cambio, si entramos en una iglesia, lo descubrimos en varios lugares, porque el monograma de Jesucristo está presente por todas partes. El siglo XVII lo adoptaron también los jesuitas, con la "I" latina Iesus Humilis Societas, Sociedad Humilde de Jesús. San Bernardino de Siena fue el propagador del Sagrado Nombre de Jesús, y promovió una campaña a fin de que los cristianos lo pusieran en la puerta de su casa. Gaudí bebió de esta tradición.
Antoni Gaudí, que acaba de ser declarado venerable, es conocido desde 1926, como "el arquitecto de Dios". Este nombre se lo otorgó mosén Manuel Trens i Ribas que veía cómo la basílica de la Sagrada Familia —todavía en construcción—, conseguía "abrir los corazones a la Belleza a través de la belleza".
Viendo lo que ha conseguido este genio, imaginármelo santo no me resulta ningún despropósito
Que Gaudí sea venerable quiere decir que la Iglesia considera que vivió de acuerdo con las virtudes cristianas. Ahora ha entrado en el proceso: ya es candidato a ser beatificado y, último paso, podría ser canonizado y, por lo tanto, santo. Hoy por hoy no puede tener culto público, ni se pueden hacer imágenes, pegatinas o dedicarle altares. Tiene la fama de santidad, pero todavía no es santo. Su talento extraordinario, patente en múltiples obras por todas partes —no es solo un arquitecto catalán ni para los catalanes—, ha entusiasmado a públicos diversos, con una atracción especial entre los japoneses. Su sensibilidad, la mezcla de la naturaleza en la arquitectura, la espiritualidad estilizada de Gaudí tiene un imán único para los nipones. Que Gaudí sea no solo católico, sino casi santo, es un elemento interesante para la historia de la arquitectura mundial. Hoy el Patronato de la Sagrada Familia tiene relación con empresas y fundaciones de todo el mundo. Todo el mundo quiere intervenir en la construcción de la gran catedral del siglo XXI, desde empresas tecnológicas en centros culturales. Mientras tanto, Antoni Gaudí descansa en la cripta, uno de los secretos mejor guardados de la Sagrada Familia: todo el mundo quiere subir a las torres, muy arriba. Y él tiene la tumba bajo tierra, muy abajo. Se hizo pequeño y es el más grande, una historia muy cristiana, de hecho.
Gaudí fue un artista polifacético, pero en un momento determinado decide solo hacer obras religiosas. Si le hacían encargos civiles, se lo pensaba. De hecho, lo ponía en manos de la Virgen de Montserrat, a quien le pedía permiso. Apel·les Mestres dijo que "por suerte", la Moreneta siempre le daba luz verde. Ahora, para que llegue a los altares, la luz verde lo tiene que dar un milagro. Viendo lo que ha conseguido este genio, imaginármelo santo no me resulta ningún despropósito.