El colonialismo español cuenta cada vez con menos simpatía en EE.UU. y en California los hechos demuestran que todavía es visto de con mayor rechazo. Las razones son muchas, desde el poco peso de España como Estado medio en crisis, endeudado y corrupto hasta extremos mafiosos, a una condena general del colonialismo en toda América. Hecho notorio estos últimos años con el triunfo cultural y el peso político del movimiento indigenista. Hay que recordar que fue en 1992, ante el intento español de presentar el descubrimiento de América como un hito máximo de civilización, cuando el movimiento indigenista lo cambió todo, recordando que hacía 500 años de la llegada de Colón y de Castilla a América, y que al mismo tiempo fue, según denunciaban, el inicio de un genocidio de civilizaciones, pueblos y personas, considerado por ellos como el mayor Holocausto de la Historia de la Humanidad.
La prensa americana sí que es crítica cuando habla de política exterior. Las escasas referencias sobre la España actual se enfocan hacia la corrupción general de los gobiernos estatal y autonómicos, la abdicación-huida de Juan Carlos de Borbón o los millones de manifestantes catalanes por la independencia y el inmovilismo total del Gobierno central del PP ante estas reivindicaciones.
Sin embargo, en este descrédito no todo es un pasado lejano o un presente actual, no se puede despreciar el peso de la historia. Así, la Guerra de Cuba (1895-1898), con una intervención decisiva de EE.UU. por intereses propios al lado de los rebeldes cubanos, presentando la España de entonces como un país inquisitorial medio medieval, cruel al máximo con los suyos al fundar los funestos campos de concentración, una triste aportación del Ejército español al militarismo universal. O todavía, ya en tiempos más recientes, el recuerdo de un dictador sanguinario, el general Franco, primer aliado de nazis y fascistas y después, ironías -e intereses- de la historia, un títere en sus manos en la guerra fría contra el comunismo.
El colonialismo español hoy día ya no tiene defensores en California. Aparte del mundo universitario, en el que el interés por la cultura española es cada vez más residual, en general hay un desinterés enorme y un gran desconocimiento. Lo que más prima en castellano, lógicamente, es el mundo latinoamericano.
Las imágenes de los españoles en el imaginario popular a menudo todavía van ligadas a los estereotipos de los conquistadores y los toreros. En las universidades, incluso en los departamentos de hispánicas, hay muy pocos defensores del colonialismo; incluso entre profesores españoles no está bien visto.
Sirve de ejemplo de condena del colonialismo lo inoportuno que es hoy en día hablar del militar leridano Gaspar de Portolà. Nacido en Os de Balaguer (la Noguera), fue el descubridor de la Alta California en nombre de España y de Carlos III a finales de la década de los 1760 y primeros de la siguiente. Por cierto, sería el revés mayor contra el nacionalismo excluyente español que el primer descubridor en nombre de Castilla fuera un catalán, Cristóbal Colón, y el último, otro catalán, Gaspar de Portolà.
Claro está que hay una cierta sensibilización negativa del mundo cultural hacia la colonización española. Así, el año pasado, el senado académico de la Universidad de Stanford (California), considerada la segunda mejor del mundo después de la de Harvard, aprobó una moción, por iniciativa de estudiantes activistas, para eliminar el nombre de Junípero Serra de la universidad. La moción todavía es más contundente si se tiene en cuenta que la dirección oficial de Stanford es Sierra Mall. Ahora parece que el próximo objetivo sería el nombre de Junipero Serra Boulevard.
Otro hecho muy significativo. El nombre del programa de profesor visitante de la universidad es Cátedra Juníper Serra de Estudios Catalanes. Su jefe, Joan Ramon Resina, profesor de destacado prestigio en el mundo académico de los EE.UU., quien creó el Observatorio Catalán en Stanford, ha recibido presiones importantes para cambiar el nombre del programa.
Alguien puede pensar que todo es muy universitario o académico. Sería bueno recordar que precisamente es en el mundo cultural donde surge el inicio ideológico de los movimientos sociales y políticos. Pero hay un hecho que parece concluyente del cariz irreversible del fenómeno y que irá creciendo más y más: el año pasado, el Estado de California ya retiró el nombre de Junípero Serra de la autovía 280, que siempre había llevado el nombre del fraile mallorquín.