Al final ha pasado lo que se veía venir desde un principio, la ética política perdió las elecciones en Castilla y León en las elecciones del pasado 13 de marzo y esta derrota de la ética se consolida con el pacto de legislatura entre el Partido de la Corrupción, el PP, y el Partido de la ultraderecha.
La culpa, obviamente, la tiene el PSOE, en palabras del nuevo líder in pectore centrista, Alberto Núñez Feijóo, al estilo de progresismo blandido, por ejemplo, por Ruiz Gallardón. El PSOE tiene muchas culpas, pero no la tiene respecto a las corrupciones del PP, ni a nivel estatal, ni a nivel regional.
Pedir al PSOE que cerrara el paso a Vox, tal como vergonzosamente hizo con la investidura de Rajoy —, también, él y su partido, asediados por la corrupción—, en el 2016 y con la defenestración de Pedro Sánchez, parecía una inasumible dosis de blanqueo que, hoy por hoy, solo puede garantizar Vox al PP.
La investidura de Fernández Mañueco constituye una doble sesión de blanqueo. El PP a Vox y Vox al PP. El PP, otro partido que ha hecho de los valores su estandarte ideológico, blanquea y normaliza Vox con la vicepresidencia de la Junta en Valladolid, tres consejeros, la presidencia de las Cortes regionales y una secretaria. Eso sí que es poner en valor a 13 diputados de 81.
Pero Vox, al que no le da asco, entre otras cosas, la xenofobia, la homofobia (y, por extensión, todas las fobias ligadas a todo lo que no sea el matrimonio tradicional), la deliberación democrática y bagatelas por el estilo, no tiene ningún inconveniente en blanquear un partido recosido, también en Castilla y León, por la corrupción. Quizás esperan, sin entrar en su oscura financiación y como ya ha sucedido con algún dirigente, por ejemplo en Andalucía, estar a la altura de sus compañeros de gobierno y no quedar atrás en este terreno. Quizás.
Por parte del PP, blanquear a Vox, a pesar de las lágrimas de cocodrilo de Donald Tusk, es lo más normal del mundo. No es el primer aval a la ultraderecha por parte de partidos llamados conservadores, ni a nivel regional ni a nivel europeo, como algunos mal informados nos quieren hacer creer: Austria, primera y reincidente, Noruega, Dinamarca, Italia... son ejemplos. Por otra parte, sus coristas de servicio ven más que normal, incluso conveniente, que el centroderecha (¿dónde está la derecha para esta gente?), empiece a forjar una alianza que permita desahuciar al gobierno social-comunista-separatista [Nota 1: después de que Biden haya llamado a la puerta de Maduro para comprarle petróleo, ya no se puede llamar bolivariano. Nota 2: después de la confirmación de la condena de la Audiencia de Guipúzcoa a A3 TV, al reconocer el derecho a rectificación por la falsa noticia que HB-Bildu tenía sobre sus espaldas la muerte de muchos españoles, es decir, que eran terroristas, ya no es seguro utilizar este calificativo referido al gobierno].
Por parte del PP, blanquear a Vox, a pesar de las lágrimas de cocodrilo de Donald Tusk, es lo más normal del mundo. No es el primer aval a la ultraderecha por parte de partidos llamados conservadores, ni a nivel regional ni a nivel europeo, como algunos mal informados nos quieren hacer creer
O dicho de otra forma, aquellos sectores de la derecha que no le hacen ascos a trabajar conjuntamente con Vox, será porque comparten muchos puntos en común. Como, por ejemplo, romper la igualdad entre los hombres y las mujeres, profundizar la desigualdad entre convivientes en España, sea cual sea su origen geográfico o étnico o su estatus o su ideología. Sin mencionar su repugnancia por todo tipo de disidencia, para salir de Europa o para abogar por la supresión de las autonomías, empezando con un 155, permanente y total para Catalunya.
Por su parte, Vox blanquea al PP en materia de corrupción. Además de su silencio en el Ayusogate, que no para de crecer, en Castilla y León tiene un panorama que se puede plasmar en los tres procesos judiciales en marcha. Uno afecta directamente a Mañueco. En efecto, en las primarias de 2017 a la candidatura popular a la Junta, salió el propio Mañueco, alcalde de Salamanca, en contra de otro candidato, el previsto. Según las actuaciones judiciales, el revolcón electoral fue posible por la aportación de 60.000 euros, el importe de cuotas pendientes de militantes, que al recuperar el derecho de voto interno, votaron a Mañueco. El presidente de la Junta no está investigado, pero si lo están por financiación ilegal del partido dos miembros del PP charro y el partido como persona jurídica.
En segundo lugar, próximamente se verán dos jugosos procedimientos por extorsiones y fraudes en abundancia con importantes —por millonarias— malversaciones. Uno, el caso de la Trama Eólica, que afecta a subordinados del ya traspasado consejero de economía de la Junta de Herrera, Tomás Villanueva. El otro, el juicio del Caso Perla Negra, que empieza el próximo lunes, donde está imputada la cúpula de la Consejería de Economía del 2013, por tejemanejes torpes y generadores de importantes beneficios ilícitos con la misma sede de Economía de la Junta.
Estos son los dos representantes de la ética política más genuinamente desvergonzada. Parece que a pesar de las palabras del nuevo líder in pectore del PP, Feijóo, el PSOE ninguna culpa tiene por no querer contribuir a entronizar un gobierno minoritario y en solitario de la tropa popular. Pero no solo eso: la oferta, diktat más bien, del PP al PSOE y tirarse, al fin y al cabo, en brazos de Vox, no tiene otra explicación, voluntades indudables aparte, más que el pánico a convocar nuevas elecciones donde, con cierto grado de probabilidad, el PP podría haber sufrido una bajada de las que crean afición a manos de sus actuales socios.
En resumen: esto es el aperitivo del nuevo PP del centrista Feijóo que nos espera.