Burgos, 25 de septiembre de 1506. Hace 516 años. Felipe de Habsburgo (Brujas, 1478); más conocido como Felipe el Bello, esposo de Juana de Aragón y yerno de Fernando el Católico, moría repentinamente. Con la inesperada y prematura muerte de Felipe estallaría una crisis sucesoria que pondría al borde de la destrucción el proyecto hispánico de los Reyes Católicos. Fernando, en una arriesgada maniobra, proclamaría que Juana, su hija, tenía una enfermedad mental que la incapacitaba para gobernar. Y conseguiría usurparle el trono castellanoleonés —que había ocupado con su difunto marido (1504-1506)— y recluirla en una fría torre de un castillo aislado. Durante cuarenta y seis años (1509-1555), Juana fue rehén, primero del padre y después de hijo, Carlos de Gante, alimentando el mito de la reina recluida que había enloquecido por amor y por celos. ¿Pero realmente Juana había enloquecido de verdad?

¿Quién era Juana?

Juana (Toledo, 1479) era la tercera hija de los reyes Fernando e Isabel; y la tercera en la línea sucesoria después de Juan (1478) y de Isabel (1470). Pero la muerte inesperada y sin descendencia del heredero Juan (1497); y de la primogénita Isabel (1498) y de su hijo Miguel de la Paz (1500); la situó en el primer lugar de aquella línea sucesoria. Algunos historiadores afirman que sus padres la nombraron heredera a la muerte de Juan, pasando por delante de Isabel; pero este extremo no ha estado nunca aclarado del todo. En cambio, lo que es seguro es que después de la muerte de su sobrino Miguel (1500), la cancillería hispánica la reclamó y, con su marido, abandonaron Flandes y fijaron su residencia en Castilla. Es entonces (1503) cuando Juana —junto a sus padres— se inicia en las complejas tareas de gobierno de aquel rompecabezas hispánico.

Representaciones de las diversas edades de Joana, de la infancia|niñez a la madurez. Fuente Wikimedia Commons
Representaciones de las diversas edades de Juana, de la infancia a la madurez. Fuente Wikimedia Commons

¿Cómo era Juana?

Según las fuentes documentales; Juana estaba dotada de una gran belleza física y de una extraordinaria intelectualidad. Según las mismas fuentes, Juana y su hermana pequeña Catalina (que fue casada con el rey Enrique VIII de Inglaterra); atesoraban unas cualidades y unas capacidades que no tenían los otros hijos de los Reyes Católicos (Juan, Isabel y Maria). Sin embargo, les sirvieron de bien poco. Fueron convertidas en piezas de un gigantesco tablero donde se proyectaban los intereses políticos de la flamante monarquía hispánica. Y Juana fue destinada al flanco centroeuropeo: casada con Felipe de Habsburgo (1496), hijo y heredero de Maximiliano, archiduque independiente de Austria, y de Maria, condesa independiente de Borgoña y de Flandes. Felipe; mujeriego incorregible, borracho contumaz y manipulador impasible; la oscureció hasta convertirla en una triste sombra.

¿Loca por celos?

También las fuentes documentales revelan que aquel cambio de vida representó un choque colosal para Juana. No era tanto la diferencia de estilos entre la corte hispánica (sobria y religiosa) y la corte flamenca (lujosa y desinhibida); como la fuerte oposición que generó la llegada de Juana en Flandes. Las oligarquías flamencas contrarias a aquel matrimonio (mayoritarias en la corte de Gante), se comportaron peor que la más malvada de las suegras: la sometieron a un durísimo y prolongado ataque que perseguía su descrédito personal y la disolución del matrimonio. El origen de la inestabilidad de Juana no sería tanto las aventuras de Felipe, como el clima extremadamente hostil de aquella corte. Juana; que cuando llegó a Flandes solo tenía diecisiete años; tendría que resistir, en solitario, un brutal y despiadado acoso que le provocaría los primeros problemas mentales.

Ferran el Católico, Felipe el Bello y Carles de Gante (padre, marido e hijo respectivamente de Joana). Fuente Wikimedia Commons
Fernando el Católico, Felipe el Bello y Carlos de Gante (padre, marido e hijo respectivamente de Juana). Fuente Wikimedia Commons

La génesis del mito "Juana la loca"

El 26 de noviembre de 1504 moría la reina Isabel I de Castilla y se soltaban todos los demonios políticos. La Católica había legado la Corona castellanoleonesa a su hija Juana y a su yerno Felipe; que ya hacía un año que habían retornado a Toledo. Y el viudo Fernando, que ambicionaba la herencia de la difunta, puso toda la maquinaria conspirativa en marcha. El mito "Juana la Loca" sería fabricado por Fernando a la muerte de Isabel con un evidente propósito. Pero las oligarquías castellanoleonesas, que querían a Fernando tanto como a una granizada, impusieron el cumplimiento del testamento de la difunta Isabel; y en la pretendida Concordia de Villafáfila (27 de junio de 1506) se confirmó el gobierno conjunto de Juana y de Felipe en Toledo. En cambio, Fernando fue despachado con un portazo en las narices y con la reveladora cita "viejo catalanote, vuélvete a tu nación".

¿Loca por amor?

Pero Fernando no se conformó con lo que había pasado; y con el apoyo inestimable de las élites mercantiles catalanas y valencianas; urdió un plan para descabalgar a Felipe, la piedra en medio del camino que le impedía culminar su objetivo. Tan solo tres meses después de Villafáfila, el real yerno moría en circunstancias más que sospechosas. Enseguida corrió el rumor que había sido envenenado por orden de Fernando; y Juana, que no era estúpida, inmediatamente adivinó lo que le esperaba a manos de su padre. El macabro cortejo fúnebre de Felipe, que recorrió buena parte de Castilla; escenificaba lo que oía la reina-viuda y las oligarquías castellanoleonesas: que dentro de aquel ataúd se iba la última esperanza de alejar al insaciable Fernando. Durante el trayecto, Juana sufrió una serie de crisis, pero no por amor, sino por terror.

Mapa invertido de Europa (1558). Fuente Cartoteca de Catalunya
Mapa invertido de Europa (1558). Fuente Cartoteca de Catalunya

¿Juana estaba loca de verdad?

Hay una hipótesis que afirma que los problemas mentales de Juana en Flandes se habrían agravado a causa de una enfermedad venérea que le habría transmitido su marido. Sea como sea, en el transcurso de su vida tuvo varios episodios críticos; pero, aparentemente, no la incapacitaban para ejercer el gobierno. Cuando menos, no era una enfermedad de la gravedad de la de Felipe V, el primer Borbón hispánico; que, en cambio, reinó durante casi medio siglo (1700-1746) con unas facultades mentales deplorables. A Juana, recluida por loca, se le reservó la dirección de la empresa de colonización de América del norte, y firmó, por ejemplo, la autorización del viaje a Terranova del navegante catalán Joan de Agramunt (1511): Y, al margen de su padre, intentó la creación de una Casa de Contratación en Terranova (1511) dirigida por catalanes aliados de su padre. ¿Juana estaba loca de verdad?