Si como vaticinan las encuestas Carles Puigdemont gana hoy las elecciones europeas en Catalunya, se confirmará que no habrá solución perdurable al conflicto político entre Catalunya y España sin el concurso del president de la Generalitat que fue destituido en aplicación del 155. Si como vaticinan todas las encuestas, el próximo Gobierno municipal de Barcelona requerirá el acuerdo y el apoyo de al menos tres fuerzas políticas, tal vez la capital catalana ensayará por primera vez fórmulas de diálogo entre fuerzas políticas ideológicamente incompatibles. Así que, las elecciones europeas y municipales, que tradicionalmente han sido las que han registrado menos participación, es decir, menos interés de la gente, determinarán la política de los próximos años.
Tras los comicios de hoy, el proceso soberanista entrará en una nueva fase. Uno o más eurodiputados se encontrarán en situación de exiliados, y otro, encarcelado. La cuestión catalana adquirirá una dimensión europea que obligará a las instituciones de la Unión a intervenir a pesar de las pocas ganas que tienen. Ahora bien, no hay que engañarse. Europa es un club de Estados que se defienden mutuamente. Tras el Brexit y el ascenso de las fuerzas euroescépticas, una España gobernada por un Partido Socialista tan europeísta como el que más, será más escuchada que nunca, así que es previsible que las instancias políticas claudiquen ante las presiones españolas. Es decir, que las iniciativas soberanistas tendrán más posibilidades de éxito en los tribunales, donde podría ser que encontraran jueces íntegros y celosos de su independencia como los de Schleswig-Holstein.
La batalla jurídica en Europa iniciada por Carles Puigdemont y los consejeros exiliados es la única esperanza que le queda al soberanismo de mantener vivo el conflicto en el terreno del respeto a los derechos fundamentales
En todo caso, la batalla jurídica en Europa iniciada por Carles Puigdemont y los consejeros exiliados es la única esperanza que le queda al soberanismo de mantener vivo el conflicto en el terreno del respeto a los derechos fundamentales, porque con respecto a España, ya se ha visto con la burda suspensión de los diputados electos que, en los momentos clave, el bloque del 155 vuelve a funcionar automáticamente y ahora con el apoyo de Vox.
El PSOE ya no dará marcha atrás. Cuando el referéndum del 1 de octubre, un PSOE poco avisado y en la oposición juró y perjuró que no apoyaría el 155 y que propondría la reprobación de Soraya Sáenz de Santamaría por la represión. Sin embargo, en cuanto habló el rey Felipe VI el día 3, el socialistas se lo tragaron todo, y desde entonces, los socialistas han asumido como propia la razón de Estado. Su estrategia busca igualmente la derrota del soberanismo aplicando la vieja táctica castellana de "conseguir el efecto sin que se note el cuidado". Por eso Pedro Sánchez ha puesto los dos catalanes más simpáticos que ha encontrado en el frente del Congreso y del Senado.
En Barcelona es seguro el acuerdo entre Colau y Collboni en justa correspondencia al pacto Sánchez-Inglesias, pero faltará un tercer que podria ser Valls sólo para cerrar el acceso de los independentistes a l’alcaldia
Y esta estrategia, según el resultado de los comicios de hoy, podría tener su punta de lanza en el Ayuntamiento de Barcelona, porque el pacto que firmarán PSOE y Podemos para el Gobierno del Estado tendrá inexorablemente su versión barcelonesa en un acuerdo entre Ada Colau y Jaume Collboni a favor de la primera. La incógnita es quién será el tercer aliado, porque Barcelona en Comú y PSC no sumarán lo suficiente y los socialistas vetarán cualquier acuerdo con grupos independentistas. Más fácil será, sobre todo si ERC o JXcat lograran ser la lista más votada, que Manuel Valls dé apoyo externo a las opciones de izquierdas sólo para sumar mayoría alternativa y cerrar el acceso de los independentistas a la alcaldía. Siempre que sea necesario, el 155 sumará, y los independentistas se dividirán.