Estamos inmersos en un cambio de régimen y el resultado de las elecciones españolas de hoy solo marcará el ritmo de la involución. Si los tres partidos de la derecha suman mayoría, el movimiento regresivo será brusco y previsiblemente convulso a medio plazo. Si es el Partido Socialista quien lidera el próximo Gobierno español la incertidumbre y la inestabilidad dominarán el escenario político durante meses y meses, porque la ofensiva de la caverna no se detendrá y boicoteará sistemáticamente cualquier posibilidad de estabilizar políticamente el país. Es lo que siempre ha hecho la derecha española cuando no ha tenido el Gobierno en el siglo XIX, en el siglo XX y el siglo XXI.
Pedro Sánchez es el candidato favorito a ganar las elecciones de hoy porque parte con la ventaja de ser el presidente que ha convocado los comicios y porque sus adversarios de la derecha se presentan unidos pero repartidos en tres candidaturas. Sin embargo, que sea el Partido Socialista la fuerza política más votada no asegura que pueda gobernar, ni que tenga suficiente con el apoyo de Podemos y de los independentistas. El establishment político, institucional y financiero le hará la vida imposible hasta hacerle caer, como ya ocurrió en 2016.
Los poderes fácticos del Estado parece que solo estarían dispuestos a respetar un gobierno de coalición PSOE-Ciudadanos. Sin embargo, con la estrategia derechista que ha impuesto Albert Rivera a su partido no será factible establecer un acuerdo de legislatura a corto plazo. Por supuesto que no habrá ningún pacto antes de las elecciones municipales y autonómicas del mes de mayo y después, seguramente tampoco. Han trascendido confidencias de la cúpula de Ciudadanos según la que un pacto PSOE-C's solo se podría plantear en una situación ingobernable tras unas segundas elecciones generales que tampoco ganara la derecha, justo para evitar unos terceros comicios. Obviamente, después de meses de inestabilidad, Ciudadanos forzaría al PSOE a gobernar con un programa más falangista que socialista.
Así que Sánchez solo tiene la opción de pactar con los poderes fácticos una presidencia tolerada. Bueno, también podría hacer lo contrario. Rebelarse contra el deep state y, amparado por una mayoría social que sí existe, liderar una ofensiva progresista que neutralice la involución y reconcilie el país.
Casado y Rivera han puesto en duda la españolidad del presidente y este se ha sentido aludido. ¿Alguien imagina a Angela Merkel forzada a proclamar que es alemana o a Emmanuel Macron que es francés?
Por lo visto en la campaña, no parece que Sánchez esté muy dispuesto a nuevas heroicidades, y sí se le ha visto, paradójicamente, muy sensible al discurso de sus adversarios. Ha jurado y perjurado que no habrá referéndum en Catalunya, una promesa que no ha servido para amansar las fieras de la derecha y que limita su margen de maniobra dado que, como señaló Pablo Iglesias, la consulta es una opción constitucional y cualquier modificación estatutaria también requiere un referéndum vinculante. Para entender hasta qué punto ha sucumbido Sánchez a la presión de la derecha, solo hay que recordar una frase, creo que repetida en los dos debates. "Yo soy español y me siento muy orgulloso de serlo". Casado y Rivera han puesto en duda la españolidad del presidente y este se ha sentido aludido. ¿Alguien imagina a Angela Merkel forzada a proclamar que es alemana o a Emmanuel Macron que es francés?
Tal y como están las cosas, parece bastante ingenuo pensar que Sánchez confiará la estabilidad de su Gobierno al apoyo independentista. Como ocurrió con la moción de censura, Sánchez solo estará en condiciones de aceptar apoyos independentistas si no tiene más remedio, solo para sobrevivir temporalmente y, por supuesto, a cambio de nada.
Entonces llegamos al gran dilema estratégico de los grupos independentistas, porque la mejor manera de contribuir desde el independentismo a la estabilidad de un gobierno de Pedro Sánchez es apoyarlo gratis total y procurando no hacer ningún ruido. Haciendo como si no estuvieran. Y sobre todo, nada de reclamar la libertad de los presos que se volvería a despertar el monstruo fascista por culpa de los catalanes. Ante todo mucha calma, decían los de Siniestro Total.