Si el jueves los diputados de Esquerra Republicana de Catalunya no votan en contra de conceder el suplicatorio para que el tándem Manuel Marchena-Javier Zaragoza siente en el banquillo de los acusados a la diputada Laura Borràs, tendremos que llegar a la conclusión de que el odio y la obsesión por la destrucción del adversario ha llegado a un nivel irreversible.
El jueves se someterá a votación en el Congreso de los Diputados el suplicatorio del Tribunal Supremo para poder juzgar a la diputada, exconsellera de Cultura y exdirectora de la Institució de les Lletres Catalanes, Laura Borràs. La sala de lo penal que preside el magistrado Manuel Marchena quiere juzgarla bajo la acusación de prevaricación, malversación, fraude y falsedad documental. Se encarga de la acusación el fiscal Javier Zaragoza. Borràs se enfrenta a una posible condena de 15 años de prisión.
No quiero entrar en la cuestión de fondo para defender a Laura Borràs, porque creo que no le hace falta y porque ella sola se defiende bastante bien, pero por una parte tenemos contratos de 18.000 euros y por la otra 15 años de prisión. Laura Borràs fue primero investigada por los Mossos y no encontraron ninguna irregularidad susceptible de sostener "un reproche penal". La Sindicatura de Comptes concluyó que "no hay ninguna actuación perseguible ni administrativa ni penalmente". Sin embargo, la jueza no quedó suficientemente satisfecha y pasó la investigación a la Guardia Civil, que rehízo el informe a su conocida manera y que después, una vez los papeles pasaron al Supremo, el fiscal Zaragoza bendijo. El director de la Institució de les Lletres Catalanes, Oriol Ponsatí-Murlà, ha denunciado que se juntaron contratos de ejercicios y servicios diferentes para formular la acusación de fraccionar contratos para poder encargarlos sin concurso.
El suplicatorio saldrá adelante porque PSOE, PP y Vox suman mayoría. Sin embargo, Unidas Podemos, después de escuchar a la diputada en comisión, ha cambiado de opinión y, a pesar de estar en el Gobierno, ha optado por abstenerse. El Partido Nacionalista Vasco votará en contra y también lo harán otros diputados españoles que, en privado, constatan que “es independentista, pero se trata de un atropello”. He aquí que ERC y la CUP marean la perdiz y se resisten a votar en contra con la única intención de mantener la sombra de duda sobre la honorabilidad de Borràs, no fuera que se la encuentren de contrincante en las elecciones al Parlament. De hecho, a pesar de la pausa por el confinamiento, el procedimiento contra Borràs marca récords de celeridad.
Si ERC no vota en contra del suplicatorio sabiendo quién y cómo juzgará a Laura Borràs, además de practicar el cainismo político más evidente, está dando por buenos los informes y las prácticas de la Guardia Civil y la actuación del fiscal Zaragoza en esta ocasión y en las anteriores
De la CUP era esperable esta actitud, porque en los momentos clave siempre acaba haciendo lo que más le gusta al deep state español... Veto a Mas, veto a Turull, etc. En el caso de ERC, su táctica siempre ha sido señalar a sus adversarios de Junts per Catalunya como gente sospechosa heredera de la corrupción convergente. De hecho, con su actitud antes de la votación ya ha conseguido lo que buscaba. Sin embargo, en este caso, la táctica tiene una trascendencia política enorme. Si ERC no vota en contra del suplicatorio, está de alguna manera blanqueando al mismo Tribunal Supremo que ha condenado a su líder a 13 años de prisión; al conseller Romeva y la consellera Bassa, a 12, y a la presidenta Forcadell, a 11 y medio, por citar sólo a los principales represaliados del partido.
Si ERC no vota en contra del suplicatorio sabiendo quién y cómo juzgará a Laura Borràs, además de practicar el cainismo político más evidente, está dando por buenos los informes y las prácticas de la Guardia Civil y la actuación del fiscal Zaragoza en esta ocasión. Y si ahora lo hacen bien y son imparciales, ¿cómo podrán argumentar el día de mañana en Europa los defensores de Junqueras que la Guardia Civil y el Supremo actúan con criterios políticos? ¿Y qué problema tendrá el Supremo para aplicar la máxima condena a Borràs libre de toda sospecha política si resulta que sus correligionarios independentistas también la ponen en duda?
Érase una vez un rey que reunió a sus dos envidiosos hijos y a uno le dijo que le pidiera un deseo, lo que más le satisficiera, pero con la condición de que a su hermano le daría el doble. El hijo se lo pensó y respondió: "Deseo que me arranques un ojo".
Si ERC no vota en contra del suplicatorio, sería lógico que la ruptura de la coalición independentista fuera más allá de este Govern, de esta legislatura, de la próxima y hasta la próxima generación, pero la lógica y la política catalana no van nunca juntas.