Si como dice Pablo Iglesias, "los valores republicanos son la mejor manera para que Catalunya y España puedan seguir caminando y construyendo un futuro juntas", la conclusión sería que los valores republicanos son el mayor antídoto contra la independencia de Catalunya, así que, siguiendo el razonamiento, el independentismo más hiperventilado debería apresurarse a mantener viva la llama de la monarquía borbónica porque los valores que está demostrando parecen la mejor contribución al separatismo. ¿A que esto no tiene mucho sentido? El principal error estratégico del soberanismo catalán ha sido fingir indiferencia respecto de lo que pueda pasar en España, porque lo que pasa en España les afecta. El conflicto catalán es con España y con España deberá intentar resolverse. Cuando los presidents Puigdemont y Torra piden diálogo, ¿a quién se lo piden? No a Angela Merkel ni a Kim Jong-un. Se lo piden a España, sabiendo que los interlocutores españoles nunca serán partidarios de la independencia de Catalunya.
Desentenderse de España no cotiza ni política ni electoralmente. Los catalanes lo tienen bastante claro. Obsérvese que, en las elecciones generales, buena parte del soberanismo que alimenta la mayoría en el Parlament de Catalunya opta por hacer confianza a fuerzas políticas con vocación de intervenir en la política española. En Comú Podem ha ganado las últimas convocatorias. Tradicionalmente, en las catalanas ganaba CiU y en las españolas el PSC. CiU tuvo los mejores resultados cuando Miquel Roca lideró un nuevo partido español, el Partido Reformista Democrático, y ganó las generales con un Duran i Lleida dispuesto a negociar todo y con todos. En conclusión, la gente vota lo que considera más útil allí adonde va. Por eso estaba tan contenta Marta Pascal después de que el PDeCAT apoyara la moción de censura contra Mariano Rajoy. No porque Pedro Sánchez sea presidente, sino porque su partido, después de unos años muy difíciles, vuelve a ser útil y tiene margen para "hacer política".
Sin Catalunya nunca la izquierda habría gobernado en España
Como catalán, el reproche más jodido que he recibido durante el proceso soberanista ha sido precisamente el de españoles demócratas, indignados con la situación del país, debido a que, con la bandera de la independencia, los dejábamos solos ante la involución democrática, la corrupción y la decadencia del régimen del 78. Tres amigos, muy buenos amigos, Ricardo, Raquel y Alfonso, los tres españoles, solían decirme que el procés había sido la gran coartada de Rajoy y del establishment español para mantenerse en el poder justo cuando se estaban hundiendo con la corrupción. "Si los catalanes hubieseis optado por la República en vez de la independencia, tendríais a media España a favor y otro gallo cantaría", sostienen. Sus reflexiones me recordaron a las de un Premi d’Honor de les Lletres Catalanes, el cantautor Raimon, quien vino a decir que no era partidario de que Catalunya se fuera porque dejaría a los valencianos solos ante la ofensiva de la extrema derecha españolista.
Siempre ha pasado a lo largo de la historia que Catalunya ha tirado del carro del progresismo y del republicanismo español. Catalunya ha sido siempre el contrapoder de la derecha española. Sin Catalunya nunca la izquierda habría gobernado en España, es lógico, pues, que los progresistas españoles lo reclamen. Yo tampoco puedo mostrarme indiferente. Después de todo, mis dos abuelos sufrieron exilio y cárcel tras luchar en defensa de la República española. Consideraron que desentenderse era de cobardes.