Mientras la canallesca nos tiene harto distraídos con esta reposición de la Ciudad Quemada, la extralight, la que no quema conventos sino basura, la que no viola monjas sino un poquito el código de circulación, entonces va la derecha auténtica, la de verdad, se aprovecha, y te despluma. El gobierno del PSOE, el gobierno amigo y preferido de la patronal, acaba de anunciar que sube un cincuenta por cierto la cuota de los autónomos y, que si antes pagaban cada mes 289 euros para poder empezar a trabajar, ahora pagarán 433. A tragar gobierno, a tragar progresismo. Se la trae floja que la mayoría de los autónomos catalanes estén con una mano delante y otra detrás, que muchos no tengan a ningún trabajador contratado, les da igual que no factures más de dos mil euros al mes mientras otros autónomos ingresan fortunas. Aquí somos todos iguales y pagamos igual, todos excepto los que nunca pagan. Porque tenemos que financiar a esta España que nos roba. La que nos roba los votos, nos roba el dinero, y a veces votos y dinero al mismo tiempo. Deben pensar que en Catalunya hay tanto voto independentista porque somos demasiado libres, intolerablemente libres, porque tenemos muchos autónomos, demasiadas personas que van a lo suyo, que no dependen de ninguna empresa ni de ningún estamento oficial. Demasiada gente que es propietaria de su propio negocio y de su propia vida, demasiados ciudadanos que tienen una economía que no depende de España sino del mercado, un mercado que, en comparación, es una selva mucho más humanitaria que no la avidez carnívora del Estado confiscatorio. El Estado siempre te trata como a un menor de edad y te confisca toda la pasta que puede.
España cada vez nos roba más y más, mientras algunos periodistas del régimen, algunos sicarios del poder, des descuelgan diciendo que pagamos pocos impuestos en comparación con Europa. Y que si queremos carreteras y hospitales tenemos que pagar impuestos, más como autómatas que como autónomos. Como si no lleváramos siglos y más siglos pagando la frugalidad de los Borbones, la de los militares que cobran por cada medalla ganada cuando nos golpean. La de los jueces que son premiados cuando nos persiguen políticamente. La frugalidad de un gobierno del PSOE y Podemos con sólo veintidós dos ministerios que ha resuelto, de manera definitiva, la economía personal de algunos políticos. Digámoslo claro. El dinero es poder. Capacidad de hacer cosas. Y si la sociedad civil catalana decidió pagar de su bolsillo la Asamblea Nacional de Catalunya, Òmnium y las multas de los políticos independentistas, ahora España intentará que tengamos menos dinero, y por tanto, menos poder. Pagar impuestos no siempre sirve para construir una sociedad mejor como proclama el tópico socialdemócrata. A veces te hacen pagar todos los impuestos posibles para paralizar una sociedad, para esclavizar a un pueblo que reclama su libertad nacional. Para bloquearnos. Al fin y al cabo sólo somos una colonia.
España nos roba cada vez más. Aquí no hay Robin Hood que nos resarza ni bosque de Sherwood que nos ampare. O quizá también nos han robado el consuelo de esta historia edificante. Si lo miramos desde la perspectiva arbitraria del Mosso de Escuadra David Piqué, al tener España casi todos los medios de comunicación secuestrados por la economía, hoy Pedro Farsánchez se presenta fantasiosamente como si fuera Robin Hood robando a los catalanes, que por definición somos todos muy ricos, para dar luego a los pobres, que son todos del sur peninsular español. A los portugueses que les den, dicen los mismos españoles que, supuestamente, están en contra de las fronteras. Ah y no te puedes quejar porque entonces te acusan de xenófobo, de supremacista, porque ya se sabe que todos los catalanes independentistas somos xenófobos y de ultraderecha, como repiten como loros Pedro Farsánchez, Salvador Illa-Isla, Jéssica Albiach, Anna Grau y algunos políticos menores. Acusan a Joan Canadell de ser ultraderecha con la misma solvencia que acusaron de nazi al presidente Quim Torra. Y mientras van diciendo y repitiendo que los independentistas del partido del presidente Puigdemont son de ultraderecha y que con la ultraderecha nunca se puede pactar, el gobierno de Madrid se abraza con los grandes capitalistas del Ibex 35, insaciables. Ahora decidme de nuevo que queréis un gobierno de izquierdas, concretamente con el PSOE, venga va, que no os oigo muy bien.