La convulsión ahora es muy fuerte. Lo explicaré con animales para hacerme entender. Aunque la mayoría de los políticos profesionales son como un enorme rebaño de ovejas que suelen hacer sólo lo que les mandan, ahora lo que pasa es que no está nada claro ni quién manda, ni por dónde hay que ir. Y es muy triste eso de bajar la cabeza, pero mucho más triste es robar. O dicho de otro modo, que es muy triste lo de ser una veleta, pero mucho más triste es trabajar. De modo que las rivalidades internas y las estrategias políticas opuestas provocan convulsiones internas, disputas de todo tipo dentro de todos los partidos políticos. Es formidable en estos períodos ver cómo nuestros honorables representantes independentistas pasan más tiempo luchando entre sí que defendiendo sus ideales puros e irrenunciables. Junts per Catalunya continúa como un gallinero en el que destacan algunas acrobacias pero, al final, el vuelo gallináceo de siempre, con los dos gallos del corral que hace días que no se pelean entre ellos, de acuerdo, pero es que ya tampoco cantan cuando sale el sol. Que se ve que están durmiendo. En el PSOE también hay gente que no quiere ningún acuerdo con Esquerra. Y gente del PP que sí quiere que se entiendan y que luego fracasen con grandes ruidos. Hay quien trabaja por un gobierno de Sánchez y quien trabaja a la contra, quien ya tiene claro lo que pasará y quien aún no lo tiene claro, pero, tal vez, me parece a mí, puede que aún tengamos la suerte de ver cómo se consigue la unidad.
Quiero decir la unidad del españolismo, porque la unidad independentista hoy sólo la podemos ver en el patio de Lledoners, eso sí, sólo cuando se ponen a charlar y están de buen humor. A ver si tenemos la suerte de que José María Aznar y Felipe González consigan su frente nacional ese, la alianza nacional esa, esa nueva falange y las J.O.N.S. entre el PP, PSOE y Ciudadanos. Sería la mejor opción. En primer lugar porque si el españolismo se une el independentismo deberá dejar de hacer el burro, un poquito solo, y tratar de ir también a la una, por la ley de la imitación. Y sobre todo, porque si hay un gobierno de la derecha, con el PSOE, será un gobierno fuerte que podrá negociar con los independentistas. La independencia no vendrá nunca de ningún acuerdo con la izquierda española porque los socialistas no tienen fuerza ni pueden hacer nada sin ser acusados de traidores. Nada significa nada. Y Sánchez no quiere hacer ninguna reforma ni llegar a ningún acuerdo. Aquí el único que habló del movimiento de liberación del pueblo vasco por mencionar a ETA fue Aznar en su momento. Y sólo con la caverna mediática a favor de un acuerdo con el independentismo, el acuerdo que sea, se puede imaginar que acabe esta insoportable parálisis. Entenderse con Pablo Iglesias no sirve para nada. Para empezar los trámites de divorcio, con quien hay que empezar a entenderse es con Casado. Las mismas palabras parecen que lo digan. Si quieres la independencia, si quieres el divorcio, con un casado. Sánchez es políticamente inestable, mentalmente cambiante y no nos puede ofrecer nada.