En sí mismo es un misterio. Para unos, un vil traidor, para otros, un político consecuente y honrado, una personalidad política honorable. Cuando me hablan de Germà Gordó parecen ser dos personas distintas dependiendo de quien sea mi interlocutor. Hay que reconocer que la gesticulación agresiva aprendida en la Pobla de Segur queda bien en Carles Puyol o en la diputada Ester Capella pero no en él. Ni las bolsas de los ojos, ni las canas, ni la manera de hablar. Ni la de caminar. Por lo que lo conocemos, no es un político simpático ni cordial, quizás lo sea en su casa, pero no frente a las cámaras y con mayor razón si quiere liderar un nuevo partido de derecha independentista, sin el funambulismo de Jordi Turull o de Meritxell Borràs, tan amistosos con la CUP. Don Germà es un maldito tránsfuga porque ha abandonado el partido del president Mas pero te lo dicen las mismas personas que aplaudieron con ovaciones el mismo gesto cuando fue protagonizado por Joan Ignasi Elena o Marina Geli, por Joan Laporta o por Antoni Castellà y sus correligionarios.
Unos me aseguran que es un político sin ideales, otros que es junto con David Madí i Cendrós el único auténticamente independentista del entorno del president Mas, partidario de un proceso sin amateurismo jurídico ni espíritu de barbacoa. Unos me pronostican que, a partir de ahora, veremos en el Parlament a un político de perfil poderoso y de gran inteligencia, otros me aseguran que no era ni es demasiada cosa y que aunque haya protagonizado la primera escisión del PDeCAT, llevándose algunas personas con él, ya ha pasado a la categoría de anécdota, de cadáver político puesto que la independencia está muy cercana. Como no tendremos la independencia, me aseguran los otros, veremos que Gordó es un auténtico independentista de derechas y los electores con estas mismas coordenadas le podrán votar. Unos me dicen algo, y los otros lo contraria, esto siempre así. El traidor a Mas y a la independencia de Catalunya en boca de De Alfonso en las grabaciones hechas al ministro Fernández Díaz. O el leal independentista que no se arrastra ante el auténtico traidor que sería, en este caso, Artur Mas. Los detractores de Gordó me aseguran que le gustan mucho las mujeres. No sólo la suya. Y que de ello podría tener pruebas la policía española.
En lo que coinciden todos, sin embargo, es en señalar que Germà es muy trabajador y ordenado. Todo el mundo le llama Germà y nadie Gordó mientras que él llama a todos por el apellido con un tono autoritario, militarote, para subrayar que es quien manda. Que tiene un ejército invisible a sus órdenes. Que en política sabe qué cobra todo el mundo y qué necesidades crematísticas y recreativas tiene todo el mundo. Sabe quién está separado o viudo o si tiene una relación extramatrimonial. Sabe si alguien debe cobrar una factura. De qué familia vienes, qué deudas tienes, cuántos hijos están a tu cargo, etcétera. Sabe minuciosamente qué fuerza tiene en política tal o cual persona. Y se le atribuye esta frase: “Nunca le voy a discutir nada a Mas. Quien se enfrenta a él, siempre pierde. Pero salvo él, quien se enfrenta conmigo, siempre pierde”. Aún veremos si la frase es exacta o no. Y todavía tenemos que saber quién es políticamente Germà Gordó.