Quim Torra es tan nazi, pero tan y tan de ultraderecha, que ha sido invitado a dar una conferencia, el próximo lunes, en The Martin Luther King, Jr. Research & Education Institute de la Universidad de Stanford. Esto es un hecho. Como también es un hecho que Lluís Companys, de la misma camada política que Torra, fue detenido concretamente por los nazis, asesinado por los amigos de los nazis, los llamados franquistas, y hoy este magnicidio sigue siendo aplaudido por los hijos y los nietos de los franquistas, exactamente los amigos de los nazis. Son los votantes de Vox, del PP y de Ciudadanos. Esto es otro hecho. España asesinó a dos presidentes de la Generalitat, a Pau Claris y a Lluís Companys, y encarceló y precipitó al exilio a todos los presidentes de la Catalunya contemporánea, de Francesc Macià a Carles Puigdemont, Carles el Grande, con la excepción de Pasqual Maragall y de José Montilla, del PSC-PSOE. Mientras Bernard-Henry Lévi, el filósofo de la gente guapa de Francia, osa afirmar en un tuit que Quim Torra es un “nacionalista autoritario, admirador de Milošević y de Mussolini, que bloquea el presupuesto nacional” español, el excelente escritor norcatalán Joan-Lluís Lluís le responde que es muy triste que el francés proclame estas mentiras sobre el presidente de la Generalitat. Son una frivolidad. Sobre todo porque Bernard-Henry Lévi, defensor en su momento de los derechos nacionales de las minorías croatas y bosnias frente al militarismo serbio, parece ignorar que Quim Torra se sitúa políticamente, muy en concreto, en las antípodas de Milošević y de Mussolini y que Lévy no sabe nada de lo que habla.
No, no basta con difamar al presidente de la Generalitat con una formidable campaña de desprestigio, una campaña perfectamente interesada. Lo cierto es que Quim Torra pertenece al activismo del catalanismo político liberal, históricamente perseguido por la ultraderecha franquista y que no tiene ni ha tenido ninguna idea racista ni supremacista. Ninguna. El catalanismo ni es racista ni tampoco lo puede ser porque ni existe ninguna raza catalana ni nadie la puede inventar ni imaginar. Que le pregunten al hijo de Guillem d'Efak, un cantante perfectamente negro y catalán. O a tantos nuevos catalanes que han sido víctimas del racismo españolista. El presidente Torra, en efecto, escribió en 2012 un polémico artículo en El Món en el que calificaba de “carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana que paladean odio” no sobre los ciudadanos españoles como dijo Miquel Iceta para desprestigiarle en el Parlament —como repiten Albert Rivera e Inés Arrimadas, la hija del policía—. Se refería a los catalanes que viven en Catalunya pero que desprecian, que atacan, que odian todo lo que es catalán y que está escrito en lengua catalana. ¿Qué diríamos de los franceses que odian a Francia, de los estadounidenses que odian a Estados Unidos o de los españoles que odian a España? Pues que son, como mínimo, carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana que paladean odio. Y muchas otras cosas peores. Y no, en modo alguno, el independentismo, no, no odia a España, simplemente quiere perderla de vista, liberarse de ella, quiere romper en ella democrática y pacíficamente.
Insultan y difaman a Torra porque no cede, porque no quiere votar los presupuestos del Gobierno Sánchez a cambio de nada. Esta es la verdadera razón por la que se ha organizado una campaña en contra de él. Simultáneamente, editando de nuevo el juego del palo y de la zanahoria, Miquel Iceta anuncia una nueva lluvia de millones para Catalunya que no se cree nadie. Ni es creíble ni se ejecutará jamás. Ante tanto cinismo y de tanta mentira, ante, incluso, la apelación de Dolors Bassa para que se apoyen los presupuestos del Gobierno de Sánchez la respuesta sólo puede ser una: que no.