Abstenerse era lo mismo que votar a favor, pero con condón. Por eso ayer algunos diputados dijeron que pasarían a votar que sí si con la abstención no bastaba, si a última hora les peligraba la elección de Pedro Sánchez. Esto ya no tiene nada que ver con la política sino con la lógica, pensemos un momento en ello. Si Esquerra Republicana apoya a Pedro Sánchez y Andreu Mas-Collell, representante del espacio postconvergente, también apoya a Pedro Sánchez, entonces ya lo tenemos, amigos, entonces ya hemos conseguido lo que parecía imposible. Todo el mundo ya se ha puesto de acuerdo, ya hemos llegado a la tan deseada unidad entre nuestros principales protagonistas políticos. Qué bien, ¿no es cierto? Si Demòcrates, que es un partido de derechas, y que va en las listas de ERC, está a favor de Pedro Sánchez y la CUP, que es una formación de izquierdas, vota en contra de Pedro Sánchez, entonces es que no es verdad eso que dicen. No es verdad que la derecha esté en contra del nuevo gobierno español y que la izquierda esté a favor, ¿verdad que no? Es de pura lógica. Si el PNV está a favor de Pedro Sánchez y el EH Bildu de Otegi también está a favor, porque se ha abstenido, entonces es que la derecha y la izquierda vascas, ambas dos, son partidarias de Pedro Sánchez y de su nuevo gobierno de coalición con Podemos. Si el Partido Regionalista de Cantabria ha votado en contra y Nueva Canarias a favor es que aquí la única lógica ha sido la del sálvese quien pueda. Aquí todo el mundo ha votado de acuerdo con los intereses particulares de cada partido y luego ha echado mano de la ideología para justificarlo, para poderlo vestir ante la opinión pública. La elección del nuevo presidente del gobierno de España ha sido un ejercicio de arbitrariedad de los partidos, una nueva demostración de que, en realidad, los partidos, todos los partidos, son gestorías de intereses.
Llegados a este punto lo que no se entiende mucho es el voto en contra de Laura Borràs, ni tampoco se explica demasiado la negativa de Carles Puigdemont a votar por Sánchez. Si Mas-Collell recomendaba votar a favor y al final se ha votado en contra, una de dos, o Mas-Collell está en el partido equivocado o Carles Puigdemont está en el partido equivocado. Si Quim Torra no quiere la elección de Sánchez y los antiguos convergentes sí la quieren, una de dos, o Quim Torra está solo y atrapado entre ERC y Artur Mas, o bien, pudiera ser que Quim Torra estuviera solo y atrapado entre Artur Mas y ERC. Si los partidos, todos los partidos, están cada vez más alejados de los electores, si los intereses espurios e inconfesables de los partidos se están cargando la democracia en todos los países que la tienen, ¿Carles Puigdemont qué debería hacer? Exactamente. En concreto, más allá de la música celestial. Porque de acuerdo, de acuerdo, España es pérfida, malvada, y los aliados de Pedro Sánchez son muy numerosos, eso es verdad. Pero, por su parte, Carles el Grande, hoy, ¿está ofreciendo una alternativa política real a la práctica unanimidad existente entre ERC y la antigua Convergencia? Aparte de tocar la guitarra, ¿qué mensaje nos hace llegar el president Puigdemont? ¿Existe una alternativa política organizada o todo esto, este voto negativo a Sánchez, es una pataleta, una improvisación continuada en el tiempo, una manera de hacer ver que se hace algo? El enemigo de todos los partidos políticos, de Vox a la CUP, es Carles Puigdemont, el fenómeno político que les pone en evidencia, que los cuestiona, el líder que puede retornar la auténtica democracia al pueblo. Pero también es verdad que, por este camino, no se vislumbra mucho recorrido, si puedo decir lo que pienso. Hoy se vota no a Pedro Sánchez, pero ¿dentro de dos días veremos al president Torra negociando con él? Cuánto tiempo nos hacéis perder.