Después de unas horas de comedia barata, solo para entretener a la opinión pública, pensada solo para asustar a periodistas y a personas que no tienen más trabajo, hete aquí que se confirma lo que ya dijimos, la operación para que ERC gobierne ella solita. Y aquí paz y después gloria. Dolors Sabater, de la CUP, ácrata de Badalona, si te la imaginas junto a Xavier García Albiol no parece tan larga y, sobre todo, la ves muy buena persona. No tiene mucho mérito, ahora que lo pienso, todo el mundo parece buena persona si lo pones junto al facha larguiducho. De modo que se ha producido una reunión de trámite entre ERC, Junts per Catalunya y la Candidatura d’Unitat Popular, que los de la CUP tras jugar a ser socialistas ahora juegan a ser sociables, qué trabajo, a promover la paz, qué gran idea, porque parloteando la gente no se entiende, no señora, pero qué se ha pensado usted, que la política no es para hacer amigos. El comunicado que se ha emitido después de la cumbre de las tres fuerzas independentistas solo lo firma la CUP y es muy gracioso. Está lleno de buenas intenciones y de extraordinarias palabras, así que mal, que tiempo perdido, que aquí cada partido va a lo suyo y dentro de cada partido, todo el mundo que puede también va a lo suyo, especialmente en Junts per Catalunya. Lo cuento porque todavía queda algún antiguo convergente que hace ver que no lo ha acabado de comprender y continúa arrastrándose como el caracol que saca los cuernos, como el caracol que saca baba, por la moqueta de una conselleria, de una dirección general, de un quiosco remoto donde Kilian Jornet perdió la alpargata.
Algún día el pueblo se hartará de todo esto y, de repente, caerán los muros entre patriotas catalanes.
Carles Puigdemont sabe que ERC repite la misma jugada del primer y del segundo tripartito, y que la decisión está tomada desde hace tiempo, probablemente desde que Joan Tardà reclamó en público no repetir la alianza independentista. De hecho, es igual haber obtenido el 52 por ciento de los votos o el 100 por 100 si después de las elecciones —siempre después—, has dejado el independentismo como aquel que deja de beber, de fumar y de fornicar para que la Guardia Civil te acabe firmando un certificado de buena conducta. Esquerra gobernará en solitario con los votos amigos del PSC y de las comunes, sobre todo porque la dirección del partido se siente impune para hacer exactamente lo que le venga en gana, sin tener presente el mandato popular, sin escuchar la voluntad de unidad independentista que registran todas las encuestas. Si ERC, Junts per Catalunya y la CUP se unieran para formar un solo partido independentista sería como cuando los bancos se fusionan. Muchos cargos perderían su trabajo. Por eso no es de extrañar que los mandamases de cada partido estén más interesados en vivir de la política que en la independencia de nuestro buen país. En las manifestaciones por la separación, en las concentraciones a favor de los presos y de los exiliados, en los periódicos encuentros independentistas es imposible saber qué vota cada uno solo a primera vista. Algún día el pueblo se hartará de todo esto y, de repente, caerán los muros entre patriotas catalanes. Algún día el pueblo se dará cuenta de que las direcciones de los partidos son el principal obstáculo para una verdadera solución política al conflicto catalán. Será como cuando cayó el Muro de Berlín, que separaba a los alemanes comunistas de los capitalistas. Alemanes de una parte y de la otra. Divididos artificialmente gracias a todo tipo de palabrería política. Miradlos ahora, cuando acaban las existencias de cerveza en las terrazas de Mallorca. No sabríais nunca de qué pedazo del país han salido.