De toda la catarata de declaraciones que se han producido desde la aparatosa detención de nueve activistas independentistas acusados de terrorismo, rebelión y tenencia de explosivos, ninguna de ellas alcanza el nivel de las palabras pronunciadas por el ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos. El número tres del PSOE y uno de los pocos políticos con línea directa con el presidente Sánchez se ha mostrado muy satisfecho por la operación y con el hecho de que se haya evitado un atentado, según él. Nada de eso está ni mucho menos probado y el paso de las horas lo que hace es desvanecer el falso relato. Pero para Ábalos lo importante es mantener el frame de la campaña del 10-N: independentismo y terrorismo van de la mano. Y mantenerse así en el terreno de la frivolidad por un puñado de votos y por hacerse perdonar en España la moción de censura ganada a Rajoy con el concurso del independentismo.
La peligrosa espiral en que ha entrado la vida política española con la criminalización del independentismo es una muy mala noticia ya que es, sobre todo, un signo de desesperación. El deep state parece estar preparándose para una respuesta contundente a la reacción que pueda haber a las sentencias del Tribunal Supremo y que se conocerán en unas dos semanas. Sino no se entiende que se hayan incorporado con tanta facilidad acusaciones de terrorismo y de rebelión que son enormemente graves y no se haya aportado ninguna prueba.
No suele ser habitual que una organización judicial –en este caso Jueces para la Democracia– haya cuestionado con tanta celeridad el escrito de la Fiscalía sobre la operación contra los CDR. Ni que la haya enmendado al encontrar “demasiados adjetivos” cuando se está “en el terreno de las sospechas”. Es un toque de atención cuando la política española ha puesto la directa para desacreditar al independentismo, el gobierno español busca maniatar a sus representantes políticos y se habla incluso de ilegalización de partidos, las fuerzas de seguridad han dado un paso adelante en la represión y la justicia tiene aún por delante suficientes sumarios para que se mantenga viva la tensión.