A veces, vale la pena hacer un poco de memoria y tirar de hemeroteca. Situémonos en la primavera de 2006. El Estatut d'Autonomia enfilaba sus últimos trámites en el Congreso de los Diputados y el único escollo pendiente era el traspaso de la gestión del aeropuerto de El Prat, una infraestructura básica sobre la que se pretendía tener el control desde Catalunya. Como en otras ocasiones, se empezó inflexible y se acabó cediendo. Todo el mundo sabía que más pronto que tarde aquella votación pasaría factura, ya que el sistema aeroportuario español está lejos de ser el más beneficioso para Catalunya. Lo cierto es que después vendría la insufrible poda del Estatut que haría el Tribunal Constitucional, alimentado por las ansias centralizadoras del PP y la irresponsabilidad del PSOE, y el final provisional, a día de hoy es de sobras conocido.
He vuelto a pensar en aquel debate a la vista del caos que se ha montado durante tres días en el aeropuerto de El Prat y sobre el que, más allá de evidentes errores de planificación, ha habido una actitud de desidia y de menosprecio evidentes. En la era de la comunicación, tan solo un tuit de la Delegación del Gobierno en Catalunya señalando que la policía reforzará con 20 agentes más su plantilla de El Prat. Por extraño que parezca, nada más. Ni desde el Ministerio del Interior, responsable de la Policía Nacional, ni desde el de Fomento, responsable de la infraestructura. El resto de mensajes de la Delegación del Gobierno en Catalunya durante los últimos días están protagonizados por acontecimientos deportivos, la Feria de Abril o la festividad de Montserrat. La cuenta de Twitter de Fomento inició el puente el viernes y nada más se supo. Teniendo en cuenta que en Madrid el martes también es fiesta, el Día de la Comunidad, cabe pensar que reanudará su actividad tan poco frenética el miércoles.
Lo que ha sucedido estos tres días en el aeropuerto de El Prat no es fruto ni de la casualidad, ni de la mala suerte. Es consecuencia de la negligencia de unas autoridades que, más allá de predicar el diálogo con Catalunya y de poner en marcha todo tipo de actuaciones propagandísticas para presentarse ante la sociedad catalana como preocupados por el día a día de los ciudadanos, hacen todo lo posible para que la ciudadanía se irrite con ellos. No solo los independentistas, sino también aquellos a los que les gustaría un Estado español que no tuviera que dar cada día explicaciones de su incompetencia y que protegiera a los catalanes de una manera tan sencilla como previendo que hace falta colocar más policías nacionales en el control de pasaportes. No debe de ser tan difícil: lo han hecho en Madrid.