El coronavirus le costará a la economía china casi una cuarta parte de su crecimiento en el primer semestre, según el primer banco americano JP Morgan. El temido "cisne negro", un riesgo al que aludió recientemente Xi Jinping, se ha materializado coincidiendo con la Fiesta del Nuevo Año Lunar. Los expertos han rebajado su previsiones para 2020 entre un 1% y un 1,2% a partir del 6,1% alcanzado en 2019. Esto dejaría el crecimiento chino en torno al 5%, el límite en que un país cae en la trampa de los ingresos medios, que ocurre cuando un país que ha asombrado al mundo con su dinamismo se estanca al no poder competir con las naciones más pobres —porque sus salarios han aumentado—, ni con los ricos por sus insuficiencias estructurales, que en el caso de China serían una elevada deuda y una desproporcionada presencia de empresas públicas en su PIB.
La epidemia de SARS (síndrome respiratorio agudo que se produjo en 2002-2003) fue abordada rápidamente porque Pekín pidió ayuda al extranjero al saber la insuficiencia que sufría para atajar el problema. Ahora, Zhon Naushan, el hombre que luchó cotra el SARS, dice que la ola de infecciones disminuirá a principios de febrero. Otros indican que el brote alcanzará su punto máximo en abril o mayo. No hay un esquema claro y definitivo, de ahí las dificultades de la Organización Mundial de la Salud para actuar.
Los motores del crecimiento chino están en estos momentos paralizados. La mayoría de las 700 ciudades y los 20.000 pueblos se han convertido en zonas fantasmales por el temor público, frenando el transporte, el comercio al por menor y el resto del sector de los servicios, en lo que los economistas califican la situación de una crisis de la demanda. En caso de que se prolongue la epidemia, cuyo número de infectados y víctimas mortales ha aumentado sin dispararse, y afecte a la actividad empresarial e industrial, se pasaría a una crisis de demanda y de oferta.
Esta tesitura puede tener serios efectos a largo plazo porque podría provocar un cambio de modelo de crecimiento. Pekín había dado por finalizado un modelo basado en la exportación para dar paso otro orientado hacia el mercado interno. Pero este va a tener que esperar un tiempo largo para que retorne la confianza. Y las exportaciones chinas también se verán afectadas, aunque en menor medida. En Barcelona hay farmacias que tienen que explicar a sus clientes que no cuentan con mascarillas para cubrirse.
China está en la cuerda floja y cerca de caer por todo ello en la trampa de los ingresos medios, en que se sigue creciendo pero a un ritmo más lento. Eso en términos futbolísticos se calificaría como caer a segunda división. Algo muy duro para un país que, según Xi Jingping, sería el encargado en 2049 de liderar el mundo.
Y menos ahora, cuando su amigo Michael Bloomberg (candidato a la presidencia americana) le ha enviado un misil a través de la agencia informativa que lleva su nombre, según la cual "el coronavirus está envenenado a la economía global".
El factor internacional duele mucho a Pekín, que trató de evitar que la Organización Mundial de la Salud declarase la epidemia de "emergencia mundial. No sólo lo hizo slno que el director general de la OMS, Tedros Adhanom, enfatizó en la conferencia de prensa que dio en Ginebra que la medida "no era un voto de confianza" en la capacidad de China para controlar el brote.
El punto central de los efectos de la epidemia (que puede tener un impacto potencial de 160.000 millones de dólares en la pérdida de crecimiento global) está ahora en cómo afectará a las factorías chinas, cuya posición dominante en la cadena de suministros puede interrumpir la actividad en otras zonas. "El brote podría impulsar a más empresas a trasladar la fabricación a EE. UU.", según declaró el secretario de comercio americano, Wilbur Ross. La Administración china ha prometido ayuda a las empresas para compensar las pérdidas sufridas.
Pero el frente interior también hace aguas. Las provincias afectadas se quejan de que los hospitales improvisados son pocos y mal equipados. Una noticia aparecida en la revista New England Journal of Medicine ha provocado un gran escándalo en las redes sociales al dar cuenta de un documento escrito por docenas de expertos médicos chinos que mostraba que la enfermedad se transmitía entre humanos un mes antes que se confirmara oficialmente. Pekín está cayendo de su pedestal a pasos agigantados.