El miércoles, por primera vez, el número de nuevos casos reportados de coronavirus en un día fue mayor en países distintos de China (con Corea del Sur a la cabeza) que en el imperio de Xi Jinping. La pandemia -término que elude emplear la Organización Mundial de la Salud- es ya un hecho que no perdona a nadie. Invadida la Italia católica (la más dañada en Europa por la epidemia) , y después de que Qom -la ciudad santa de Irán- sumara 50 muertos, Arabia saudí ha suspendido las visitas religiosas a La Meca. "Ya no se salva ni Dios" dicen los escépticos, que en materia de economía, agregan, parece retrotraerse a otras épocas, como aquella en que en Amsterdam y fechada en 1688 se imprimió el libro Confusión de Confusiones. El tratado, escrito por José de La Vega, se hace cargo de "diálogos curiosos" entre un "filósofo agudo, un mercader discreto y un accionista erudito". ¿Qué dirían estos personajes hoy?
El primero aseveraría que estamos definitivamente pasando una página de la historia después de que el mundo intentara sin éxito ser uno solo. La globalización c´est fini. Cada uno vivirá de su esfuerzo y posibilidades. La utopía de mantener una referencia para crear riqueza a partir del Imperio del Centro, la gran fábrica, ha saltado en mil pedazos. Hoy vivimos ese hecho aunque el punto de inflexión de la epidemia puede estar a la vista. El modelo de gobernanza de arriba hacia abajo, de modo que los funcionarios locales y los ciudadanos comunes tienen miedo a tomar cualquier iniciativa. Tras una experiencia de encierro o temor serán escépticos ante el marketing global. Lo que querrán es más información, a ser posible de mayor nivel que la del FMI, que estima un impacto en crecimiento mundial de 0,1 puntos.
El mercader discreto objetaría que el freno de la actividad fabril obligará a reconocer que, según el gabinete Dunn & Bradstreet, más de 50.000 grupos extranjeros tienen un proveedor directo en China en las regiones más afectadas por el virus. Los sectores del textil, siderurgia, metalúrgica, informática, electrónica e incluso la química-farmacia dependen de los fabricantes chinos. Pues bien, replica un amigo londinense, "deberemos en adelante cuidar más de nuestras empresas para que sean quienes aseguren que nuestro país cubra nuestras necesidades, sin convertir al comercio internacional en la flauta mágica.
Con cara un tanto acontecida, el accionista erudito mencionó que los mercados financieros han mostrado síntomas febriles sin ceder al pánico a sabiendas que los bancos centrales no pueden contrarrestar la crisis del coronavirus. Y citando al experto El Erian, desalentó a pensar en comprar tras la caída de las cotizaciones, siguiendo la inclinación dominante en las últimas temporadas, con bajos o negativos tipos de interés.
Mientras servían los cafés, un sujeto sentado en una mesa cercana al curioso grupo se permitió meter baza en el asunto, y para tranquilizarles, poniéndose las gafas, les leyó: "España está en el puesto 15 entre primeros países del mundo mejor preparados para hacer frente al coronavirus". Y citó, para sorpresa de los comensales, un informe de 2019 sobre el índice GHS, creado, dijo, por varias organizaciones científicas con la colaboración de The Economist. El informe del año pasado fue realizado sobre 195 países. Con señales de moderada satisfacción decidieron pedir una botella de cava para celebrarlo.