La Unión Europea (UE) se está quedando atrás económica y políticamente, con todo el riesgo que eso conlleva cuando la globalización emite señales de adentrarse en una nueva fase, con cambios estructurales de fondo y nuevos jugadores.

De entrada, el BCE contempla un escenario de doble recesión en la Eurozona. "Estamos viendo una mejoría general en la economía mundial, pero hay países que van rezagados", advierte educadamente el FMI, que publicará el próximo 6 de abril sus nuevas previsiones de crecimiento para la economía mundial.

Hasta ahora el debate sobre la inflación se ha centrado en Estados Unidos y en sus tipos de interés a largo plazo, pero el prestigioso economista alemán Hans-Werner Sinn afirma que Europa "puede sufrir una inflación mucho más alta" debido a que en el Viejo Continente la creación de dinero ha sido superior a la de EEUU.

En esta coyuntura cargada de factores adversos, el Tribunal Constitucional alemán no ha ratificado el Fondo de Recuperación de 750.000 millones de euros por las dudas acerca de su legalidad. El BCE no puede financiar deudas, según sus reglamentos. De momento, ningún país ha presentado un plan de reformas para invertir los recursos financieros aparejados.

El papel del euro no se ha fortalecido en los últimos años. Ante una divisa que pierde valor, los inversores se muestran reacios a participar en una economía y una moneda que van a la baja

Esta parálisis hace pensar a los inversores que, mientras EEUU avanza, Europa patina. "El papel del euro no se ha fortalecido en los últimos años", afirmó Angela Merkel recientemente en Berlín. "Tenemos que hacer todo lo posible para posicionar el euro como moneda global importante", pidió la canciller, aunque de momento sin éxito. Ante una divisa que pierde valor, los inversores se muestran reacios a participar en una economía y una moneda que van a la baja.

"La UE es estructuralmente menos ágil y más lenta a la hora de actuar. Y, por encima de todo, le cuesta poner en marcha los proyectos comunes, ya sea en las baterías, el hidrógeno (que según los expertos será un factor clave en el sector energético) o el nuevo ámbito espacial" señalan los expertos.

Washington ha aprobado un plan de relanzamiento de 1,9 billones de dólares, a lo que hay que agregar un plan de infraestructuras de 2,25 billones de dólares, con una creación de empleo en marzo de 916.000 puestos de trabajo y una campaña de vacunación a gran escala y velocidad, mientras las polémicas sobre la falta de dosis, lentitudes en la homologación y retrasos de entrega dominan la sufrida Europa.

El ámbito político, liderado por el tándem formado por Alemania y Francia, no se salva del desorden general. La canciller alemana y su partido, la CDU, acaban de sufrir derrotas históricas en las elecciones regionales. En septiembre hay generales que pueden cambiar el panorama germano de manera radical.

En París, Macron aparece ya como un ídolo de barro en quien pocos confían. La gran prensa no se reprime en sus editoriales y destaca el mal momento de la máquina político-administrativa.  Estamos ante "una infraestructura impotente, anquilosada, que ha dejado a los franceses estupefactos". En los pronósticos sobre los comicios del año que viene Marine Le Pen acecha muy de cerca al inquilino del Elíseo.

Es tal el desencanto reinante que las autoridades francesas han presentado una nueva versión del pasaporte de sus ciudadanos: en adelante, el pasaporte también será redactado en inglés, concediendo el privilegio del cosmopolitismo europeo a un Reino Unido que ha abandonado la Unión Europea. El francés es así juzgado insuficiente en el exterior de las fronteras. Toda una declaración sobre el estado de un país que celebra ahora la memoria de Napoleón.