No busquéis razones de la pérdida del millón de votos independentistas de este ciclo electoral en el libro de David Madí, compatriota amado y temido a la vez. Ahora ha escogido el lema de Churchill "merecer la victoria". En 2007 fue Patton quien lo inspiró cuando nos explicó también qué había pasado en la política catalana para hacer que Convergència perdiera, temporalmente, la lucha contra el PSC. Curiosamente, ahora no es el PSC el problema, sino el millón de votos perdidos. David lleva toda su vida política intentando que eso no pasara, y ha pasado. Es paradójico que la presentación de su libro coincida con este triste momento. No me lo leeré estos días, porque todavía tengo la herida del procés demasiado reciente, y el millón de votos todavía de cuerpo presente. Y porque no tengo ganas de saber qué ha callado. En sus silencios vería demasiadas de las cosas que he ido digiriendo con dificultades en estos últimos diez años. Convergència cometió dos errores gravísimos: quiso vivir sin Pujol y quiso acabar con Junqueras. Todo eso David no lo puede explicar, porque rompería el relato que necesariamente debe tener otro aroma. Su libro debería haberse inspirado quizás más en Pétain y la drôle guerre, que también todos silenciaron en Francia durante muchos, muchos años.

Mientras David escoge escribir un libro, Junqueras hace un 'o todo o nada'. Contemplo con mucho respeto la dimisión de Junqueras. Se ha cansado del rol de "jarrón chino" al que lo habían acabado confinando. No existen precedentes de lo que pretende hacer en la democracia española y catalana moderna. El pulso Pujol-Roca se echó con guante blanco y paracaídas. Pujol no quería ser sucedido en aquel momento y Roca pactó jugársela en la alcaldía y salir sin rencor si no triunfaba. Perdió la alcaldía y se ha forjado una victoria personal muy sólida más allá de la política. El famoso viaje por las españas de Sánchez se hizo después de que lo echaran, no le quedó otro remedio. Buscad ejemplos de líderes que, sin ninguna necesidad, dejen el poder para volver a empezar. No hay. Pero la decisión irrevocable de Junqueras, hecha efectiva el lunes, de dejar la presidencia de ERC, único cargo que la desastrada inhabilitación le permitía, es ya una realidad. Junqueras se va, literalmente, porque quiere escuchar a la militancia de base desde la base. Eso, además de ser un hecho inédito, lo deja sin margen de maniobra si la gente no le otorga su confianza, pero le otorga todo el poder si gana: todo o nada.

Junqueras quiere saber qué piensa la gente para decidir qué hay que hacer

No sé a cuántos militantes de ERC logrará convencer de que su capacidad de liderarla es la mejor opción para un partido que todavía no sabe qué quiere ser de verdad. Los militantes de ERC, como los de la mayoría de partidos con solera, tienen unos comportamientos fáciles de prever: no quieren inventos extraños. Ahora tienen la oportunidad de otorgar su confianza al líder que les ha dado los mejores resultados de su historia y que se lo juega todo para buscar complicidades forjadas en el tú a tú. La responsabilidad de los militantes de ERC es absolutamente vertiginosa. Su líder ha dejado el confort de la silla más que merecida, y baja a la arena a tomar el pulso, uno por uno, de cada militante. Uno por uno. Cara a cara. El futuro del partido y de Catalunya. Con la pregunta: "¿cómo crees que tenemos que hacer para recuperar un millón de votos?"

Serán cerca de seis mil militantes, ¿verdad? Pues seis mil cafés. Si agrupa a los militantes de diez en diez, son seiscientas reuniones. A cuatro por día, ciento cincuenta días, cinco meses. Por eso en noviembre puede tenerlo hecho. Si creéis que estoy exagerando, ya me lo diréis. Este es el plan de un Junqueras que quiere saber qué piensa la gente para decidir qué hay que hacer. En política esto no sucede nunca. Por eso ha dimitido. Para volver a la complicidad de los cafés.

Queda por saber realmente qué quiere hacer la militancia de ERC. ¿Querrá seguir al líder "carismático" inhabilitado que ya está harto de no mandar? ¿Querrá darle la oportunidad de reconducir el partido hacia los objetivos compartidos por la mayoría? No sé qué debe hacer ERC para recuperar a su electorado. Seguro que la mejor opción de cualquier proceso de reconstrucción debe ser escuchar, agrupar esfuerzos, aglutinar mayorías y discernir hacia dónde ir. No seré yo quien diga hacia dónde tiene que ir ERC. Sé que con esta atrevida apuesta por volver a empezar, con este bajar a la arena sin miedo a la verdad, con este todo o nada, Junqueras puede acabar liquidado. Muchos, dentro y a fuera de su partido, se conjurarán para ello. Pero necesitamos empezar a pensar cómo recuperar el millón de votos cansado de relatos y del procés. Junqueras elige empezar por preguntar a los suyos, sin miedo a la derrota, convencido, tozudo como nunca, de que no hay ningún camino más. Y si tiene que escribir un libro algún día, quizás David le pueda ceder la máxima de otro general, MacArthur: "volveré".