VALLEKAS se escribe con “k”, como todo lo que puede escribirse con "ka" en la jerga okupa. Vallekas es el barrio de Pablo Iglesias, pero a partir del 20D puede ser el nuevo vecindario de Ada Kolau. Si En Komú Podem, la confluencia de izquierdas muñida por la alcaldesa de Barcelona se hace con la viktoria en las generales en Katalunya, como vaticinó la encuesta del CIS,  los kolauitas-podemitas van a ser el mayor grupo parlamentario katalán en el nuevo Kongreso, lo que abre una perspektiva inédita. Puede que Kolau se kuele en la eskalera de Pablo, y tras esa primera pika en Vallekas y con el tiempo y una kaña (ella es kañera por un tubo, pero no se la engaña fácilmente con cuatro kañas), incluso aspire a kortarle la koleta como kandidata a la Monkloa al líder de Podemos.

El okupa vallekano, entre el hispanopunk añejo y el kalimotxo de barraka de feria, fue uno de los nutrientes del movimiento de los indignados. En mayo del 2011, cuando todo se venía abajo, en las plazas de España que confluyen en el quilómetro cero de la Puerta del Sol se ofició el entierro de Zapatero y se abrió la puerta de par en par a la mayoría absoluta de Rajoy. “¿La izquierda? Al fondo, a la derecha”, rezaba uno de los lemas. (Pedro Sánchez acaba de descubrirlo con pavor, aunque lo sublima en lo de la pinza azul-naranja-morada contra el PSOE)

En el 2011, Iglesias se equivocó y apostó por la IU de su amigo Alberto Garzón. Era todo demasiado rojo. Luego lo vio morado, es decir, claro, y en el 2014 se hizo con la victoria moral en las europeas, aunque sólo se trataba de 5 eurodiputados. Si en el siglo XVI los comuneros de Castilla, de cuya enseña morada surge el color corporativo de Podemos, plantaron cara a Carlos de Gante, rey de las Españas y futuro césar alemán, los podemitas del XXI renovaron el desafío contra Merkel desde el centro del nuevo Reich.

Iglesias –que parece haber enmendado muchos de los errores del 27S– fue sometido ayer en Badalona a un baño de kolauismo en estado puro para atar corto el neofelipismo con koleta

Catalunya se sumó algo tarde a la revuelta, pero los comandos autónomos de la Plataforma Anti Desahucios (PAH) dirigidos por Colau fueron políticamente más efectivos. Casi tanto como los guerrilleros invisibles de la CUP. Colau puso de patitas en la calle a Xavier Trias en las municipales. La alcaldesa emergida de los escraches tiene ahora la llave de los pisos sociales habilitados por su antecesor convergente para paliar el drama de los expulsados de las viviendas impagables de la última Gran Depresión Inmobiliaria por los bancos y los fondos buitre. Contra esos “criminales” seguía clamando ayer la alcaldesa en el gran mitin de ECP en Badalona, otra de las ciudades en las que en ocurrió lo imposible. Iglesias –que parece haber enmendado los muchos errores cometidos el 27S– fue sometido ayer en la antigua Baetulo romana a un baño de kolauismo en estado puro para atar corto el neofelipismo con koleta.

 

Ada ganó por la mínima la alcaldía de Barcelona porque el PSC se hundió en Nou Barris y otros de sus “feudos”. ERC –a diferencia de lo ocurrido con la CUP, que ha regalado un senador al PP (¡García Albiol!) para no dejar en la estacada a Catalunya Sí que es Pot– ni quería ni estaba preparada para un multipacto con el plácet de los populares para que Trias conservase la vara de alcalde. La analogía es simple: donde hubo maragallismo puede haber colauismo. Pero eso es quedarse a medias.

ECP podría ser el nuevo PSC-PSOE. Con la diferencia que Colau ya ha conquistado el grupo propio (catalán) en el Congreso antes de abrirse las urnas. Lo que fue CiU y jamás pudo ser el PSC

Es cierto que ECP se disputa el 20D la primera plaza en Catalunya –va por encuestas– con C’s, ERC y DiL. La CUP, pese a estar ausente de la carrera electoral, puede ser determinante –el rocoso Quim Arrufat ya ha dicho que dará su voto al colauismo el domingo que viene–. Si lo consigue, ECP podría ser el nuevo PSC-PSOE, el partido que hasta el 2011 siempre ganó en Catalunya las generales. Pero, a diferencia de los socialistas catalanes, Colau ya ha conquistado el grupo propio (catalán) en el Congreso antes de abrirse las urnas. ECP podría ser en la nueva política española lo que en la vieja fue CiU y jamás pudo ser el PSC secuestrado por el felipismo.

 

En el inicio de su singladura por las Españas, la alkaldesa ya ha obligado al “partido hermano” a corregir su programa electoral para incluir un referéndum sólo en Katalunya, como adelantó Pilar Carracelas en El Nacional. Pablo ya ha dicho “apoyaré”. Por si las moskas, Kolau anda buscando piso vacío en la komunidad hispanovallekana de propietarios.