Con todo esto de los pregones de BCN ha empezado la segunda parte del apasionante debate que se abrió con aquello de las estatuas franquistas en el Born. Lo titularemos, y para sintetizarlo: "El independentismo es burgués y el antifranquismo es de izquierdas".
Sí, porque ésta es la esencia argumental de la cosa y de lo que se trata es, a partir de aquí, de imponer un relato. Y eso sólo lo puedes conseguir cuando llegas a la simplicidad de contraponer blanco contra negro y adjudicarte el color que más te conviene para tus intereses.
Sin embargo, como somos un país que hace años le da vueltas a lo mismo, la respuesta a esta polémica interesada en forma de reflexión ya existe. Si le parece, hacemos memoria:
"En Catalunya, los elementos reaccionarios del catalanismo, a menudo levantan la bandera de las reivindicaciones catalanas, en un sentido nacionalista. Y cuanto más ruido hacen es en los momentos en que se produce un hecho social de resonancia, talmente como si buscaran la intervención de las autoridades del Estado español para abatir a los trabajadores catalanes. Nosotros, lo digo aquí en Madrid, y si conviene también en Barcelona, somos y seremos contrarios a estos señores que pretenden monopolizar la política catalana, no para alcanzar la libertad de Catalunya, sino para poder defender mejor sus intereses de clase y siempre atentos a destruir las reivindicaciones del proletariado catalán. Y yo os puedo asegurar que estos reaccionarios que se autonombran catalanistas lo que más temen es el reforzamiento nacional de Catalunya, en el caso de que Catalunya no les restara sometida. Y como saben que Catalunya no es un pueblo manso, ni siquiera intentan desvincular la política catalana de la española. En cambio, nosotros, los trabajadores, como quiera que con una Catalunya independiente no perderíamos nada, sino que al contrario, ganaríamos mucho, la independencia de nuestra tierra no nos da miedo. Estad seguros, amigos madrileños que me escucháis, que si algún día se hablara seriamente de independizar Catalunya del Estado español, los primeros y quizás los únicos que se opondrían a la libertad nacional de Catalunya, serían los capitalistas de la Lliga Regionalista y del Fomento del Trabajo Nacional".
Esta arenga es de octubre de 1919 y la dijo "El Noi del Sucre" (de todo menos burgués) en el Ateneo de Madrid. Sí, es cierto que faltaban todavía todos los hechos de los años 30, el levantamiento franquista y la inmigración de los años 60, pero es la prueba de que el debate no es nuevo y ya está hecho.
Y si cambia la Lliga Regionalista por la CiU de los años 80 y 90, parece un discurso pronunciado la semana pasada en uno de estos "desayunos informativos" donde a veces el zumo de naranja es natural y todo. Pero con una diferencia: aquella CiU ya no existe y la base social que la sostenía hizo hace cuatro años, y de la mano de Artur Mas, el paso del catalanismo del "pájaro en mano" y la puta y la ramoneta, al independentismo. Por eso Duran i Lleida se tuvo que ir a casa, porque su espacio ya no existe. Está difunto y su cadáver se ha desintegrado (el del duranismo, no Duran como persona humana).
Simplificar el debate contraponiendo una periferia charnega y fraternal con unos barrios altos catalanistas es un cliché que funciona desde la simplicidad, pero no quiere decir que sea cierto. La periferia es charnega porque Catalunya lo es. Y todos somos periferia. Y en los barrios altos, durante años no se ha hablado catalán sino castellano franquista. Y al análisis del voto a según qué partidos me remito para demostrar que había de todo menos catalanismo. Bien, y de soberanismo ni hablamos.
Y le diré más, mire qué barrios hicieron alcalde de Badalona a Xavier García Albiol y comprándole qué discurso. Y después mire qué partidos comunistas y socialistas se votaban mayoritariamente en estos barrios en los años 80 y 90. Y, ¿verdad que sería injusto e irracional afirmar que "la periferia" antifranquista ahora es lepenista?
Pues ojo con qué discursos hacemos...