Hay un antes y un después del 14 de marzo de 2020, la grave crisis sanitaria —que hoy nos da un respiro pero el virus no ha desaparecido—, las largas semanas de confinamiento, el paro brusco de toda actividad social y por lo tanto económica, la diferente forma de gobernar en los últimos meses, y sin duda el escenario económico y social que todos los datos apuntan como negativo, han cambiado los ejes de preocupación de la ciudadanía. La recuperación económica y las políticas sociales, marcan los ejes de decisión política a corto y medio plazo.
Se dibuja un escenario donde ha cambiado el paradigma de interpretar las prioridades ciudadanas, se premia la voluntad de diálogo y el buscar acuerdos, pero también es cierto que a falta de concretar una fecha electoral y con muchos partidos con cambios internos y varios intentos de surgimiento de otras formaciones políticas, todavía hay mucha incertidumbre y hasta el 50% del electorado no tiene el voto decidido, que eso no quiere decir que no tenga preferencias más o menos oscilantes, y por lo tanto, según cómo se acaben configurando las ofertas electorales los resultados que se apuntan con un trabajo de campo realizado entre el 29 de junio y el 2 de julio pueden quedar alterados, pero este es el resultado a inicios de julio.
La suma de los elementos anteriores muestra un escenario donde el 50% del censo no manifiesta una clara intención directa de voto decidido, aunque sí que una parte de estos ciudadanos manifiestan preferencias de lo que "posiblemente votarían ahora", pero realmente en la pregunta de intención directa de voto no se pronuncian. Por lo tanto, como en todo trabajo de campo electoral hay que commputar los teóricos indecisos según qué preferencias hayan manifestado, y sin embargo la participación esperada estaría entorno el 70%, alta para la historia tradicional de unas elecciones en el Parlament, pero nada que ver con el 82% alcanzado diciembre de 2017 (ahora doce puntos menos), claro está que en aquel momento la clave que motivaba el voto era muy diferente al actual.
En la actual coyuntura ERC es el partido que mejor fideliza a sus antiguos votantes y al mismo tiempo capta procedentes de JxCAT-2017 y de la CUP, y también atrae nuevos votantes de forma significativa. El PSC es el otro partido que mejor fideliza a sus antiguos votantes, y sobre todo capta muchos procedentes de Cs-2017. Seguramente son muchos de los votantes que se identificaban con el PSC-PSOE que en aquel momento realizaron un voto táctico a favor de Cs, pero ahora retornan a su punto de origen. Los dos partidos que más crecen son partidos de gobierno con responsabilidades en los temas económicos y de la agenda social, en un país que manifiesta una preferencia clara por gobiernos de izquierda, ya sean liderados por ERC o por el PSC, un escenario por delante del eje independentista (ya sea con liderazgo de ERC o de JxCAT).
JxCAT, tal como está configurada ante de la opinión pública a fecha 2 de julio de 2020, fideliza seguro a sólo la mitad de sus votantes del año 2017, y un 10% de su antigua base electoral ahora votaría a ERC, pero sobre todo cuatro de cada diez de sus antiguos votantes se muestran indecisos, no saben todavía qué harán. Muchos de sus electores no manifiestan una opción de voto, y sobre todo en estos momentos esta formación presenta poca capacidad de atracción de nuevos votantes de otros espacios o nuevos electores.
Cs, con los datos de hoy, es el otro grande derrotado en relación con los resultados anteriores, ya que no fideliza a sus antiguos votantes del año 2017, tiene muchos indecisos y muchas pérdidas a favor del PSC, y en menor medida también a favor Vox.
Catalunya en Común mantendría unas cifras similares a las obtenidas el año 2017, si bien también con muchos indecisos, pero sus escaños podrían ser esenciales para configurar una sólida mayoría de izquierdas. La CUP fideliza bien a sus antiguos votantes del año 2017, si bien podría perder a algunos votantes a favor de ERC, y tiene un potencial de atracción de nuevos votantes limitado (en comparación con otros momentos), y aunque es posible que en número de sufragios obtenga menos que Catalunya en Comú, la CUP tiene un nivel de implantación similar por todo el territorio y obtendría representación en cada demarcación, cosa que no alcanzaría CeC.
Finalmente, la encuesta constata una división de los votantes del PP-2017 con Vox (en aquel momento este partido no se presentó), ya que Vox crece a base de antiguos votantes del PP-2017 y en menor medida de antiguos votantes de Cs el año 2017. Finalmente vale la pena indicar que el PNC de momento básicamente sólo capta votantes que el año 2017 votaron al PSC, pero su gran potencial teórico se encuentra en el 40% de indecisos de JxCAT, y según cómo acabe la relación entre el PDECAT y el partido que impulse Carles Pugdemont, pero de momento esta formación de muy reciente creación no se detecta en términos demoscópicos.
El eje de identificación nacional subjetivo siempre es importante en la política catalana, y en los últimos años ha tomado una gran notoriedad la relación ideal entre Catalunya y el estado español; el problema de encaje sigue existiendo y muchos indicadores de la encuesta así lo reflejan, pero nuevamente toma relevancia el eje izquierda-derecha y la priorización de las medidas para relanzar la economía y crear puestos de trabajo, y todo eso, en un Parlamento más fragmentado que antes, con más partidos, reflejo de la pluralidad de la sociedad catalana.
Jordi Sauret, doctor en Sociología, es director-gerente de Feedback