Gabriel Rufián supo explicar la paradoja del precio de la electricidad en dos minutos en el Congreso de los Diputados. Rufián tiene esta capacidad de retratar las carencias y abusos sociales de un estado oligopolístico. No siempre acierta (nadie lo hace) pero cuando lo hace es imbatible, es el diputado más mordaz y, a menudo, de los pocos que sabe conectar con el conjunto de la sociedad para denunciar las carencias de este estado del bienestar.

Su punzante intervención no dejó a nadie indiferente. Mientras otros agitan banderas compulsivamente, Rufián pone el dedo en la llaga de todos y es capaz, como nadie, de conectar con una parte del país que vive lejos del independentismo.

El precio del recibo de la electricidad se ha desbocado. Pero resulta, dato que nadie decía, que en España se produce más energía de la necesaria y que la demanda ha sufrido una caída sostenida los últimos años. Si el mercado fuera libre todo hace pensar que el precio de la electricidad bajaría en estas circunstancias. Y, en cambio, no deja de subir. He ahí la contradicción mientras las energéticas multiplican sus ganancias a costa de las costillas de los contribuyentes.

A todo eso, resulta que en el Estado se le cortó la luz a 165.000 familias. El dato es aterrador mientras el precio del reciben sigue batiendo récords y complica todavía más la vida a más familias. Decía Rufián que estamos ante una estafa, y todavía se quedó corto. Porque acto seguido nos recordó que algunos expresidentes se “han forrado” percibiendo escandalosos honorarios en los Consejos de Administración de estas empresas, tanto del PP como del PSOE, Felipe González y José María Aznar, entre otros.

La comparecencia de la vicepresidenta Teresa Ribera ante la imparable espiral alcista del precio de la luz tampoco dio esperanza, más bien al contrario. Haría bien Ribera en escuchar lo que le remarcaba al diputado Joan Capdevila. El Gobierno tendría que insistir en la tarifa PVPC (precio voluntario para el pequeño consumidor) que es la que sigue siendo la tarifa que protege mejor al consumidor, aunque no lo parezca. La tarifa que protege los hogares vulnerables y la que permite aplicar las bonificaciones sociales.

La lucha contra la emergencia climática tiene que ser la lucha conjunta de gobiernos, empresas y consumidores, sin excepción. Pero es el Gobierno quien tiene que afrontar con urgencia la reforma del sistema de precios de la electricidad, la reversión de las concesiones hidráulicas, una entrada de renovables más potente en el pool energético, la apuesta por la generación distribuida o, entre otros, a potenciar muchísimo más el consumo del kWh (kilovatio hora) de "KM 0".

Hace años, el independentismo sabía aprovechar este tipo de injusticias y lideraba, por ejemplo, las protestas por el caos de Renfe o los déficits en infraestructuras. Y es también así como creció y se hizo fuerte. Justo el camino contrario al que lleva ahora un sector del independentismo que ha perdido el norte y todo el sentido de la realidad. O volvemos a fórmulas exitosas o acabaremos siendo rehenes de un discurso que se pierde en alegatos patrióticos y que "en nombre de la Patria" olvida que esta se debe a su sociedad, y a los intereses que compartimos tanto los vecinos de la Torre de l'Espanyol como los de Cornellà.