Los mamíferos dependemos de la leche materna (o una leche sustitutiva) para sobrevivir cuando nacemos. En el caso de los animales libres en la naturaleza, el tiempo de lactancia materna es distinto según la especie. Los humanos, sin embargo, podemos amamantar —exclusivamente o mayoritariamente— con leche durante un tiempo muy variable, desde cinco meses a los 4 o 5 años. Aunque este es un tema polémico que suscita discusiones acaloradas, cada madre decide el tiempo de amamantamiento en función de muchos parámetros, muchos de ellos contextuales, como la situación profesional, la presión cultural y social, los consejos o las costumbres familiares, la situación socioeconómica... También hay madres que no tienen suficiente leche para mantener a un niño, o pasan una enfermedad que desaconseja amamantar o que directamente corta la producción de leche. Incluso hay críos que tienen intolerancia a la proteína de la leche y no pueden recibir leche materna. Pero hoy me gustaría fijarme en si existen consejos pediátricos sobre cuál sería la mejor edad para introducir alimentos sólidos alternativos y dejar de amamantar. En críos sin problemas alimentarios ni dietéticos (que presenten alergias, intolerancias o deficiencias metabólicas severas), la OMS aconseja dejar la leche como alimento exclusivo a partir de los 6 meses, para introducir progresivamente alimentos alternativos y sólidos a medida que van saliendo los dientes, y dejar el amamantamiento materno hacia los 2 años.

Muchos de estos consejos los encontramos ya en textos de médicos antiguos. Galeno ya propuso que la leche materna era el mejor alimento para el bebé y, curiosamente, Sorano, un médico que escribió un libro dedicado a la reproducción femenina, Gynecologia, coincide con las recomendaciones actuales, aconsejando que la introducción de alimento alternativo se realice a partir de los 6 meses de vida, para ir destetando progresivamente a los niños hasta los 2 años de vida, cuando el niño ya es más fuerte; pero siempre adaptándose al desarrollo y la fortaleza de cada uno. Los alimentos alternativos sugeridos eran sopas de pan, agua con miel, zumo de uva, papillas y huevos, mientras que la carne y las legumbres se posponían hasta que eran mayores. Además, en el Imperio Romano —a pesar de poseer muchas islas y muchos kilómetros de costa—, no se les daba pescado ni otros organismos marinos, seguramente porque los niños eran considerados miembros de segunda clase de la sociedad y los alimentos marinos (muy bien valorados por la sociedad romana) estaban reservados a los adultos.

De todos modos, recibir consejos médicos no implica que todo el mundo siga dichas directrices. ¿Cómo podemos saber cuánto tiempo amamantaban las madres del Imperio Romano? Un grupo de científicos de varios países se propusieron averiguar el tiempo de amamantamiento a partir de los restos dentales de individuos de esa época histórica. Permitidme, no obstante, que antes de entrar en los resultados obtenidos os explique un poco cómo se pueden realizar estos análisis. La generación de leche materna es específica de las glándulas mamarias de cada especie. En la especie humana, la leche no presenta exactamente la misma composición en átomos que la comida vegetal o animal. Por ejemplo, la leche materna es más rica en un isótopo pesado no radiactivo del nitrógeno, el N15 (el isótopo más frecuente, en cambio, es el N14, nitrógeno de masa atómica 14). Se puede analizar mediante espectrometría de masas cuál es la relación o ratio entre dos isótopos pesados, el N15 y el C13 (este último no está enriquecido en la leche). Si buscamos un tejido que se mantenga estable dentro del cuerpo de una persona desde que nace hasta la edad adulta, encontramos los dientes: los primeros molares van desarrollándose desde el nacimiento hasta aproximadamente los 10 años, cuando ya quedan permanentes. Por lo tanto, se puede obtener una muestra de diente molar de restos antiguos, y se analiza la relación o ratio entre estos dos isótopos entre las distintas capas de crecimiento de la dentina. Debe observarse un decremento cuando se deja de amamantar con leche materna y se da alimentación alternativa, con respecto a las personas que han sido amamantadas durante mucho más tiempo. Se conoce esta relación con respecto al tiempo de amamantamiento con un error máximo de 6 meses en el cálculo. Así que los investigadores perforaron muestras dentales antiguas para extraer un cilindro de diente, el cual primero fue tratado con ácido clorhídrico diluido para extraerle el calcio y otras sales. El resto es colágena, que "se cocina lentamente" a 70 °C durante 48 horas para que suelte los aminoácidos, igual como si hiciéramos una sopa muy lentamente. Luego, las muestras se liofilizan hasta el momento de su análisis.

A pesar de los siglos transcurridos, existen patrones de comportamiento que se repiten en épocas históricas y culturas alejadas, muy probablemente relacionados con la situación socioeconómica

Los investigadores analizan 45 muestras de individuos adultos del Imperio Romano (hace más de 2.000 años), con muestras de personas enterradas en Tesalónica, Pompeya, Roma, el pueblo de Ostia y Bainesse (un pequeño asentamiento en el extremo del imperio, en la actual Inglaterra), por lo tanto, con muestras de personas que vivían en ciudades y también en zonas rurales. No quieren estudiar a bebés ni a niños, porque no saben de qué murieron y si persistía o no el amamantamiento. En cambio, con los adultos, es evidente que el periodo de amamantamiento ya ha terminado. Los resultados son extremadamente interesantes, ya que detectan diferencias entre el tiempo de amamantamiento en zonas urbanas con respecto a las zonas rurales. Hay que tener en cuenta, también, que entre las madres aristócratas era muy frecuente contratar a nodrizas (amas de leche) para que amamantaran a sus hijos o hijas, y así liberarse de esta tarea.

Dánae amamantando a Perseo, fresco de la casa de los Epigramas Griegos en Pompeya, siglo I CE (wikicommons)

En cualquier caso, en las zonas urbanas, donde existe más contacto con médicos y más circulación de información, la media de tiempo de amamantamiento suele estar en torno a los 2 años. En cambio, en las zonas rurales, este tiempo de amamantamiento se extiende entre los 2 y los 5 años, ya sea por razones sociales o culturales. O también podrían ser socioeconómicas, ya que en clases sociales de muy bajo poder adquisitivo, las madres podrían alargar el amamantamiento porque los recursos alimentarios para el resto también eran escasos y, de este modo, se aseguraban que sus niños pudieran recibir alimento: la leche de la madre.

Estas diferencias en el tiempo de amamantamiento también se dan hoy en día en otras regiones del mundo, donde las diferencias de acceso a la información y a los pediatras son muy distintas entre las ciudades y las zonas rurales, como en India o en Laos. Todo nos lleva a pensar que, a pesar de los siglos transcurridos, existen patrones de comportamiento que se repiten en épocas históricas y culturas tan alejadas, muy probablemente relacionados mayoritariamente con la situación socioeconómica. El tiempo de amamantamiento a los bebés: un vínculo entre el presente y el pasado de nuestra historia.