Hace pocos días el presidente de la patronal española CEOE, se despachaba con unas declaraciones cuando menos sorprendentes. Joan Rosell pedía paralizar los servicios públicos de empleo durante un par de años para formar a sus trabajadores y trabajadoras, dado que —y es verdad— sólo recolocan el 2% de las personas en situación de paro.
Los servicios públicos de empleo han sido durante estos años diana preferida del Gobierno del Partido Popular con la connivencia de las patronales. Cuando este país tenía el índice de paro más alto, más se desplomaba el presupuesto en políticas activas de empleo (en 2.000 millones). Más allá de las grandes cifras, en las tripas de los presupuestos veíamos que cuanto menos se invertía en la modernización de los servicios públicos y en personal técnico orientador (echaron a 3.000 orientadoras y orientadores en todo el Estado), más se incrementaba la partida para agencias de colocación privadas. Las instrucciones del ministerio de Fàtima Báñez eran claras: lo público molestaba y se tenía que dar, con dinero público, trabajo a los intermediarios privados. Además, con un doble lenguaje delirante: las personas con un perfil más fácil de insertar, hacia empresas privadas, y el resto, a la cola de los servicios públicos. Así, además, todavía hundían un poco más sus estadísticas.
En Catalunya, con las competencias mayoritariamente traspasadas, tampoco lo hemos sabido hacer mejor. Pendientes continuamente del dinero del Fondo Social Europeo y del Estado, con una ley que es un rompecabezas, nunca hemos sabido transmitir que la verdadera estructura de cualquier Estado son los servicios públicos de empleo. El Servei Públic d'Ocupació de Catalunya (SPOC), actúa como organismo autónomo y nunca ningún Govern lo ha querido hacer valer. Y esta realidad también se ve en los presupuestos cuando, con la crisis, lo que aporta de fondos propios la Generalitat ha ido bajando exponencialmente.
Hecha la explicación, este artículo quiere ser una defensa convencida de los trabajadores y trabajadoras del SEPE (en Catalunya, Servei Públic d'Ocupació-SPOC). Estos profesionales han trampeado todos estos años de crisis bajo una presión brutal. Más gente que nunca en las colas de las oficinas de trabajo y menos personal que nunca. Han aguantado presiones y situaciones complejísimas. A medida que las prestaciones de las personas en situación de paro se iban agotando, y el paro se cronificaba, la gente desesperada, sin salida, los encontraba a ellos como primer frente donde soltar su ira. Han aguantado agresiones, insultos, desprecio institucional (la ministra pidiendo a las personas sin trabajo que rezaran) y lo han hecho con una profesionalidad y rigor increíble.
Señor Rosell, los trabajadores y trabajadoras de los servicios públicos de empleo necesitan poder atender a cada persona desocupada que se dirige a la oficina de trabajo como si fuera única
Señor Rosell, los trabajadores y trabajadoras de los servicios públicos de empleo necesitan poder atender a cada persona desocupada que se dirige a la oficina de trabajo como si fuera única, tener tiempo para hacer prospección en las empresas, y poder darles formación a lo largo de todo el año y no sólo cuando tienen presupuesto.
Lo que les urge no está en sus manos. Está en manos del Gobierno del Estado. Estoy segura de que nunca se han negado a formarse. Necesitan una legislación y un gran pacto social contra el paro, que los dote de herramientas eficaces y sobre todo de presupuesto. Lo que tendrían que ser servicios complementarios, como las agencias de colocación, no pueden ser el cuerpo central de nuestro sistema. Defender los servicios públicos de empleo es asegurar la igualdad y equidad de las personas. Y sobre todo, lo que necesitan los trabajadores y trabajadoras del SEPE (SPOC) son que sus gobernantes les den las gracias por su compromiso, y los hagan sentir imprescindibles. Porque creedme, lo son.