Habló Juan Carlos Rodríguez Ibarra, habló Susana Díaz, habló José Bono… y habló ayer Zapatero. “No sería horrible que fracase el acuerdo y haya elecciones”. Los guardianes de las esencias socialistas no lo dicen, pero no quieren a Pedro Sánchez de presidente de un gobierno, sea éste bipartito, tripartito o en minoría. Si pudieran, disolverían ya las Cortes, convocarían elecciones y mandarían al exilio al secretario general que ellos mismos, con la excepción del extremeño, elevaron a las alturas. Y eso que si en algo coinciden todas las encuestas es en que las probabilidades de que haya un gobierno de derechas son infinitamente mayores que las de que se pueda configurar uno de izquierdas, en caso de repetición de las elecciones.
Así es la política y así es el socialismo: un juego de imposturas, una alianza de intereses mutuos, un pacto entre enemigos íntimos… Poco tienen en común quienes en el PSOE hoy anhelan la caída de Sánchez, pero ahí andan desde hace un año, en el enredo, la maquinación y la intriga con un sólo objetivo: que Susana Díaz tome las riendas del partido.
Y aunque los más entusiastas de la “reina del sur” han tenido que transigir con el aplazamiento sine die del congreso federal en el que preveían el “asalto” al castillo de Ferraz, no desesperan. Primero fue mayo de 2015, después diciembre, luego mayo de 2016… y ahora aguardan a que unas nuevas elecciones generales confirmen los peores pronósticos para el socialismo, que Sánchez tenga que dimitir y que llegue a Madrid en olor de multitudes la presidenta de Andalucía.
Poco tienen en común quienes en el PSOE hoy anhelan la caída de Sánchez, pero ahí andan desde hace un año, en el enredo, la maquinación y la intriga con un sólo objetivo: que Susana Díaz tome las riendas
Sólo ella, dicen, podrá reconstruir lo que quede para entonces de un PSOE hecho añicos desde que Chacón y Rubalcaba se enfrentaran en el cónclave de Sevilla de febrero de 2012. Así lo explicitó la propia Díaz en un discurso ante el último comité federal no por todos bien entendido: el secretario general ha fracturado el partido, pero no temáis que ya lo hice antaño en Andalucía, y ahora estoy dispuesta a venir a coser a Madrid las heridas. Fue el mensaje implícito que envió Díaz al máximo órgano entre congresos.
Más explícita fue en su último periplo por la capital en sus conversaciones privadas con exdirigentes del partido y ante los cuadros provinciales a los que ha reclutado para su causa. A todos pidió tranquilidad tras su enésima estampida, y les aseguró que se presentará a la batalla por el liderazgo sea cuando sea.
Hasta entonces, Sánchez estará en libertad vigilada porque, aunque todos los barones coinciden en que las posibilidades de que logre ser investido son ínfimas, siempre hay un punto ciego que no hay que perder de vista, y en el relato que nos ocupa es la posible cesión al independentismo.
La vía canadiense que Iceta está dispuesto a explorar con En Comú Podem para abordar el encaje de Catalunya en España ha activado todas las alarmas del socialismo
La vía canadiense que Miquel Iceta está dispuesto a explorar con En Comú Podem para abordar el encaje de Catalunya en España y que contemplaría un referéndum específico si se diera un eventual rechazo en esa comunidad a una reforma de la Constitución ha activado todas las alarmas del socialismo. De nada ha servido que el primer secretario del PSC haya intentado calmar a sus correligionarios ni que haya tratado de desvincular la investidura de Sánchez de una hipotética solución para Catalunya. La desconfianza es tal que se ha instalado la sospecha de que, ante la imposibilidad de cerrar un acuerdo a tres bandas con Ciudadanos y Podemos, Sánchez promueva un “divorcio exprés” con los de la formación naranja y se decida en el último momento por el llamado “gobierno Frankenstein”, un acuerdo por la izquierda con la anuencia, activa o pasiva, de los independentistas.
¿Qué ocurriría entonces? Que el PSOE se rompería, contestan los barones. De ahí lo de la libertad vigilada y que en la última semana, a menos de tres de que el Rey abra otra ronda de consultas para la investidura, hayan saltado a la escena pública los que hasta ahora enredaban entre bambalinas. Y todavía dice Iceta que no hace falta negar tres veces porque tres veces está escrito: en el programa, en la resolución del comité federal y en el acuerdo con Ciudadanos. Pues igual sí.