Hasta dónde puede llegar el platillo volante del caso Ábalos es lo que quisiera saber el Gobierno, la oposición, el propio José Luis Ábalos e incluso la Unidad Central Operativa. Hacia fuera, el PSOE tira de normalidad. Hacia dentro, profundo nerviosismo por las ramificaciones y los latigazos que pueda dar el caso, aun quedándose donde está ahora, en el binomio Ábalos-Koldo con epicentro en el corruptor Víctor de Aldama. Por más que el Gobierno quiera encapsular la causa en Ábalos, tiene tres zonas de riesgo inevitables. Los contratos de mascarillas desde el ministerio, el rescate de Air Europa y el paso de Delcy Rodríguez por España. Las tres líneas se abrirán para investigar si hubo mordidas en las operaciones con “nexo corruptor” Aldama, en cuanto se consume el suplicatorio de Ábalos y empiece la instrucción en el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional en paralelo. La investigación de las tres causas llevará a revisar la gestión administrativa y la política, a exponerla en medio de un PP que parece querer vengarse de su hundimiento por el caso Gürtel y una realidad destructiva para el PSOE: tocar la corrupción habiéndose erigido como valedor contra ella. 

La auditoría técnica encargada por el ministro Óscar Puente en Transportes era necesaria, pero insuficiente, si el alcance de los desmanes de Ábalos penetró en distintos departamentos. Con lo conocido hasta ahora, los contratos eran de urgencia, sin apenas controles ni intervención, y el trío Aldama-Koldo-Ábalos operaba por fuera. El ministro daba el visto bueno y el corruptor “engrasaba la maquinaria” —en palabras de Víctor de Aldama por WhastApp—. Con las mascarillas, aun con los contratos auditados, el juez pedirá revisar el papel de Francina Armengol por Baleares, Ángel Víctor Torres por Canarias o el propio Fernando Grande-Marlaska, cuyo ministerio también compró mascarillas de la mano de Koldo en los días más duros —y con más urgencia— de la pandemia. 

La hipérbole del PP denunciando financiación irregular es salirse del marco, generar más ruido y falta de credibilidad de una oposición que, de momento, solo ha demostrado saber disparar al aire.

La Guardia Civil sospecha que por el rescate de Air Europa pudo haber comisiones. Con doble intermediación: Aldama del negocio de Javier Hidalgo (Globalia), Ábalos como agarre político. El rescate lo avaló la Comisión Europea y el Tribunal de Cuentas sin detectar irregularidades en el desembolso de los 475 millones de euros. Con o sin Aldama, la compañía se habría rescatado. Y no hay un solo indicio que señale a Pedro Sánchez y a Nadia Calviño como conocedores del papel ‘corruptor’ de Aldama. Aun con esas, si Ábalos cobró o ayudó a cobrar por fuera, el escándalo afectaría de lleno al Gobierno. Por su papel en el Consejo de Ministros y por la gravedad de que se ejecutara siendo ministro.

El ‘caso Delcy’, aun con las versiones contradictorias del Ejecutivo, tiene más probabilidades de quedar acotado en Ábalos. Para la UCO, Aldama tenía relación con la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez antes de que existiera el Gobierno de coalición. El empresario organizó el viaje y se sirvió de Ábalos para hacerlo en la sombra. Se saltó Presidencia, Interior y Exteriores y esquivó la legalidad europea. Fue Aldama quien inventó las excusas que después daría Ábalos. 

Sin especular ni desbordar los límites de dónde ha llegado la UCO, el trío Aldama-Koldo-Ábalos llegó muy lejos y se repartió numerosas contrapartidas. Las más chuscas: el apartamento de la novia de Ábalos, 11.000 euros en efectivo, el chalet en Cádiz. El hilo de Ábalos no se sabe dónde puede llevar, porque es improbable que el exministro se metiera en esta trama por un alquiler, cuando su asesor se llevó más de un millón de euros, según la UCO.

El informe y la instrucción está acotada por lo pronto en el ministro. El resto es especular sobre derivadas inexistentes. La hipérbole del PP denunciando financiación irregular es salirse del marco, generar más ruido y falta de credibilidad de una oposición que, de momento, solo ha demostrado saber disparar al aire. Más allá de la estrategia de la oposición en los tribunales y en las Cortes, en lo político el PSOE y el Gobierno tendrán que asumir la responsabilidad pública de las actuaciones de Ábalos que vayan saliendo. Fue su número dos, el socialista de más peso en el ascenso de Pedro Sánchez, el secretario de organización del partido y el ministro al frente de la cartera con mayor presupuesto público en contrataciones, primero Fomento y después Transportes. Y hasta que no se consume su imputación y empiece la causa, es imposible saber qué dirección tomará el platillo volante Ábalos.