Si no te haces masajes en las caderas, la celulitis se va haciendo una montaña y después aún duele más. Es verdad que las que tenemos la suerte de entrar en este juego (recordemos que son problemas del primer mundo) acabamos pagando un alquiler muy alto para que nos quepan los pantalones. Aunque lo que más adelgaza es el desamor. Mechas, teñido o lo que sea significa mucho tiempo, energía y pasta invertidos en el pelo. Y después, como lo tienes reseco, queratina o el tratamiento ultrahidratante. Entiendo perfectamente a las que se lo dejan natural como hacen ellos. ¿Por qué nunca se crítica a un hombre por las canas y sí a las que dejan de pintarse la melena? ¡Qué gustazo llevar las uñas hechas! Pero qué difícil encontrar un agujero en la agenda para hacértelas. Lo que podía parecer un placer, acaba siendo otra obligación. Quien ha podido, de mi generación (porque ahora esto de depilarse es más free) se ha hecho la depilación láser. Si empezamos a contar... ¡hemos invertido lo que cuesta un buen viaje en no tener pelo en las piernas! O en las cejas con la micropigmentación. Por no hablar de las que íbamos a hacer UVA y ahora compramos las cremas de noche blanqueadoras para las manchas en la piel. Arreglarse los genitales y el pecho para tener una autoestima sexual más sana. Tenemos que poner límites a las presiones (estéticas) para que no sean prisiones. Alves sabe qué precio tiene salir de ella.


Al final, todo lo que se puede pagar con dinero resulta relativamente barato. A muchos de los hombres que no pagan la pensión de alimentación de sus hijos durante años no les pasa nada si tienen abogados sin escrúpulos. Pagan solo una parte para que no entre por vía penal y siguen aplastándote con otros juicios, revocando sentencias y así van debilitando tu tranquilidad y tu cuenta corriente. No siguen lo que dicen los jueces (y menos si son juezas), las reglas, ni los dogmas de la moral. ¿Cómo podemos hacer que nuestros hijos nos hagan caso cuando son ellos los primeros que nos desprecian? ¿No se puede conducir haciendo face-time cuando ven que su buen padre lo hace cada día a la hora que sabe que tiene que hablar con ellos? ¿Que no se tiene que conducir ebrio cuando te han visto conducir como si estuvieras bajando de Cala Montjoi? Poner límites dicen que es la solución, pero estos tienen que ser coherentes. El maridaje machista entre histerismo y feminidad es mucho más peligroso que estigmatizar a las mujeres por hablar de cómo se sienten.

"La culpa de que los hombres sean así es de las madres". ¡Venga! Más culpabilidad para las mujeres. Oigo todo el rato: "Basta de cancioncitas de Shakira, que pare un poco, la pesada". ¡Qué pensarán sus hijos! Las mujeres ya no lloran. O si lo hacen, sea en formas de diamantes. No todo es Disneylandia. Esta leona ha logrado que no se vea como a unas zorras o hienas a las que se separan, sino como a unas losers a las que siguen por el paripé. O no, porque recordemos que no se separa quien quiere, sino quien puede. Personalmente, me encanta que lo grite a los cuatro vientos en su actuación en Times Square. ¿A ti te ha pasado lo que le ha pasado a Shaki? ¡Pues cállate tú! Que a nosotras bastante nos han cerrdo la boca durante siglos.

Tenemos que poner límites a las presiones (estéticas) para que no sean prisiones

Pienso que a la cantante ya se le empiezan a notar los retoques. Pero es imposible librarse de tener ninguna arruga con 47 años. Ahora que la miro, veo que quizás me podría sacar un poco de párpado. Los ojos son la expresión: ni hablar. Y sigo llegando apurada a recoger a mis hijos, y pienso que solo me faltaba ponerme más estrés en mi vida con tratamientos que no necesito. Cuando llegue el invierno ya me haré un peeling. Y como siempre hace demasiado sol, quizás ni me lo hago. A las mujeres no se nos permite envejecer. Te tienes que maquillar, pero no demasiado. Te tienes que operar, pero que no se note. Lo que tendrías que hacer para que todo el mundo (menos tú) estuviera contento es hacer buena cara (sin bótox y sin arrugas) y convertir la rabia en resiliencia.

Ya me he acabado —en mi hamaca, disfrutando de los rayos primaverales— el best-seller Las bragas al sol, de Regina Rodríguez, que la semana pasada dio una fiesta en la Antiga Fàbrica Damm con parte de sus más de 50 000 lectores y sus amigas lectoras. El dress code eran esos shorts culottes que están tan de moda. El pánico es ponérselos con todos nuestros complejos. Lo que pasa es que ha llegado un momento en el que las mujeres hemos dejado de competir o de juzgarnos por tonterías y brindamos juntas. Sobre todo porque una obra catalana ha tenido tanto éxito. A pesar del difícil postparto de la autora. Sí, las mujeres hacemos un cupaje de todo en nuestra vida: combinamos trabajo, hijos, físico, psíquico y amigas. Soy muy fan de la imagen de las bragas de la abuela tendidas, porque es parte de nuestra vida antes de que existieran secadoras. Y adoro a las mujeres mayores que siguen yendo religiosamente a la pelu, es un acto de amor a sí mismas y a los demás. En la 080, en el desfile de Lola Casademunt, vimos a una modelo asiática que se quitaba los tacones rojos, a la modelo sénior Pino Montesdeoca con su melena larga al viento y a la diva Antonia Dell'Atte en la front row. Antonia, tú fuiste la primera en proclamar el derecho a expresarnos. Y sigues cuidándote y cuidando a los que te rodean, aplaudiendo a Maite Casademunt vestida de animal print mientras me recuerdas que el sábado es la final de Bailando con las estrellas. Mientras tanto, yo seguiré la coreografía de Puntería al ritmo de Loba like Shaki de Cardi B.