PSOE y Sumar cerraron la semana de cristales rotos y han tenido solo unas horas para reposar las tensiones internas una vez que la unanimidad de los acuerdos se ha materializado en ambos bloques. La lista de Sánchez ha dejado heridas en los territorios donde hay muchos cuadros más preocupados por su salida laboral que por hacer campaña. No es que Aragón, Extremadura, Balears, València o La Rioja cayeran por culpa de Sánchez, pero tampoco ayudó. Así que la lista aprobada por el comité federal se ha entendido en algunos territorios como un acto de poca generosidad —dicho suavemente— con un PSOE que no tiene desde dónde levantarse y reconstruirse, salvo Castilla-La Mancha, una de las comunidades menos exportable al resto de España.
Las transiciones de los barones han coincidido con la prejubilación. Ximo Puig, Javier Lambán o Guillermo Fernández Vara contaban con una legislatura más e iban a encargarse de su propio relevo ordenado, mientras ahora los territorios se abrirán en canal tras el 23-J. Y todavía no se sabe cómo reaccionarán las bases del PSOE a lo que ha pasado y si se activará la militancia o será una campaña de brazos caídos.
Las aguas no están calmadas para la izquierda y quedan más incógnitas que certezas. Será clave ver si Pablo Iglesias sigue cargando contra Sumar por el veto a Irene Montero y cómo van a afectar sus embestidas contra la coalición de la que su partido forma parte y del que es un “militante más”, según sus palabras. También hay un interrogante en qué respuesta articulará Yolanda Díaz sobre por qué no está Irene Montero. No es una cuestión de falta de razones, pero sí de autoridad y argumentos ante una semana de larga de tiras y aflojas de Podemos. Sumar ha pasado esa pantalla. Los morados, mínimo hasta el 19 de junio, último día para registrar la lista electoral completa, seguirán en la brecha.
Hay muchas cuestiones abiertas en el espacio de la izquierda que alejan a Sumar y PSOE del marcaje a los peligros de la extrema derecha que se debaten en una Europa que todavía no se ha dado por vencida
Ahora Sumar aborda el camino hacia las generales pendientes de definir qué tipo de campaña hacer con poco tiempo y la necesidad de acertar en los mensajes. Y sin difuminarse ante un PSOE, que sacará músculo aún en horas bajas por arrogarse el voto de la izquierda. No han contado si será una campaña de actos, de mítines y quiénes serán el plato fuerte en los mítines. No se sabe si Díaz y Errejón tendrán mucho protagonismo, o si por el contrario los partidos con implantación territorial reivindicarán su campaña.
El PSOE tiene retos propios. ¿Puede Sánchez encontrar un mensaje eficaz frente a la derogación del sanchismo cuando ha perdido tantos apoyos y credibilidad? ¿Defenderá Sánchez la coalición? La campaña estará dirigida a explotar los actos tradicionales como los mítines (con más o menos público), muy fuerte en lo audiovisual (nuevos formatos, televisión, radio, redes...) y una expansión en la calle parecida a la apuesta que han hecho desde septiembre del año pasado. En la campaña del 28-M tuvieron un pico de 800 actos en una sola semana —grandes mítines, encuentros con colectivos, vecinos…—. Ahora no podrán ir a ese número de actos y dependen en parte de los debates que acepte el PP. Unos debates todavía por definir para todos. ¿Habrá cara a cara de la vicepresidenta Nadia Calviño con el futuro fichaje económico del PP? ¿La gestión de la vicepresidenta económica tendrá contrapartida de Feijóo?
Hay muchas cuestiones abiertas en el espacio de la izquierda que alejan a Sumar y PSOE del marcaje a los peligros de la extrema derecha que se debaten en una Europa que todavía no se ha dado por vencida. En este minuto-resultado, ¿puede la izquierda movilizar a sus votantes ante un escenario pesimista en el penúltimo fin de semana de julio? Las encuestas, de momento, no es lo que recogen.