"Hay que señalar con el dedo un nuevo e inhumano concepto de moralidad, el que hace caso omiso de un contrato el día de su vencimiento."
G.K. Chesterton

Mañana es el día. Si nada se tuerce, mañana se votará y después el BOE publicará una ley de amnistía. El condicional es por ponerme la venda antes que la herida, mas no creo que nada suceda que lo impida. Soy más optimista que otros, muchos de los implicados en su negociación o beneficiados por su aplicación contienen el aliento temiendo un eventual volatín de Sánchez o algún tropiezo con los botones que dé al traste con sus esperanzas. No lo considero. Esta vez va la vencida.

Lo curioso es observar cómo han cambiado las cosas desde aquel lejano apoyo a la investidura de Sánchez por parte de Junts condicionado a esta legislación e, incluso, desde aquella fallida votación en la que los de Puigdemont le dejaron claro con un "no" inesperado lo poco secuestrados que se sienten por el hipnotizador de Moncloa. La situación política es ahora completamente distinta. Todo el tránsito negociador ha dejado heridas; las elecciones catalanas y los imposibles pactos, las han avivado. En el Congreso veremos una votación de prietas las filas, aunque, en realidad, la mayoría de investidura es un lienzo desgarrado por mil boquetes que no es fácil que se puedan zurcir.

Con la amnistía, recuerdan algunos, el pacto de investidura de Sánchez está culminado. Se le votó a cambio de esa ley y los votos se dieron entonces y la ley se recibe ahora. A partir de este momento, se abre un territorio ignoto en cuanto a los apoyos y todo parece indicar que serán menguantes rondando lo inexistente. El actual gobierno tiene imposible gobernar sin el apoyo de Junts —por no hablar de las defecciones de sus propios compañeros de gobierno— y la votación fracasada y la ley retirada la semana pasada lo dejan claro para el que no quiera ver. De ahí vino la idea, que les conté, que se maliciaba un nuevo giro de guión de Sánchez convocando elecciones generales el primer día legalmente posible, o sea hoy mismo, y dejando así decaer la ley de amnistía al disolver las Cortes.

No era una posibilidad tan remota —todo se puede esperar tras los cinco días de abril— tan es así que el propio Feijóo ha intentado sabotearla, por si acaso. ¿Que cómo lo ha hecho? Pues llevando a cabo un discurso en plena plaza de Colón, en la manifestación contra la ley de amnistía, en el que le exigía a Pedro Sánchez que dejara decaer la ley y que convocara elecciones generales. Todo pensando en que el líder socialista no va a hacer precisamente lo que le pida el líder popular. Pedir lo que pretendes que no te den. Es interesante el sutil cambio de perspectiva del PP. Puede que me hayan hecho caso y hayan elegido enemigo en vez de aliado. A estas alturas, no cabe duda de que su mayor enemigo duerme en Moncloa y no se llama Puigdemont.

Mañana habrá amnistía y a partir de entonces oponerse a ella perderá poder político y movilizador

¿Y la amnistía? ¿Qué pasa con una amnistía que pueden intentar sabotear los jueces? No reparen mucho en la absurda campaña de la llamada Plataforma por la Independencia Judicial. Se han puesto tan pelmas con la famosa guía y a sus compañeros les gusta tan poco que les digan lo que tienen que hacer, que me parece que hasta han fracasado entre los suyos. No eran pocos los jueces que se quejaban de que hubieran utilizado un correo institucional para remitirles a todos los de España su rocambolesca guía —como si los demás jueces no supieran presentar un prejudicial, como si hubiera jueces con asuntos del procés en Bollullos del Condado, como si los razonamientos de las resoluciones judiciales no fueran producto de la independencia judicial— y, finalmente, creo que han hecho más el ridículo que otra cosa. Sí, me dirán, pero ¿qué van a hacer los jueces con la aplicación de la amnistía? No sé si contestarles, ahora que sé que en la sala II leen estas mis columnas en ElNacional.cat, pero lo cierto es que si hay una formación que no puede ayudarles en este asunto es el PSOE. Les diría que los jueces pueden ser mas receptivos a una falta de interés de la derecha en seguir persiguiendo el procés, pero el propio Marchena con sorna y sin que se lo pregunte me lo niega. No sé yo cómo influiría en muchos considerar que la actitud parlamentaria de Junts puede ayudar a lograr un objetivo que otros han intentado con ahínco y hasta con un lawfare de tres al cuarto. Por si las moscas, ya hemos oído a Feijóo decir que ellos por querer, no quieren especialmente a nadie entrar en la cárcel. Total, oigan, si él llegara al poder y el "estropicio" de la amnistía se lo dieran hecho, ¿qué iba a hacer sino tirar adelante?

Les recuerdo que hay que tener los oídos abiertos y las orejas direccionales como parabólicas. Por mucho que el PSOE haya establecido como idea-fuerza electoral la de que el PP y Vox son la misma cosa, nunca se habían dado cita esfuerzos tan denodados por adelgazar a los de Abascal por parte el PP ni por separar los campos. Dejar fuera de juego a Vox es una necesidad para eventualmente poder gobernar sin meterlos en el gobierno o, pongamos por caso, para recibir apoyo externo de Junts. Además de las palabras de Feijóo revelando lo que es claro, es decir, que el PSOE y Vox se retroalimentan y gozan cada uno de la existencia del otro para avanzar y para estrangularle a él en una pinza; además de eso, decía, la propia FAES se ha descolgado con un par de documentos en los que dejan clara la incoherencia de Vox y se alejan de su populismo nacionalista español afirmando que "los guardarraíles constitucionales importan más que cualquier preferencia política específica". Y ese término, guardarraíles, está tomado directamente del ensayo de Levitsky y Ziblatt contra el asesinato democrático promovido por Trump.

Llega el día. Mañana habrá amnistía y a partir de entonces oponerse a ella perderá poder político y movilizador. Pronto es posible que el propio Puigdemont cruce la frontera y tengo para mí que lo hará sabiendo que no se pudrirá en ninguna cárcel. Yo les animo a que enfoquen las orejas, aunque les advierto que casi todo lo que hay que oír es subterráneo y que yo ando con la oreja pegada al suelo como los indios navajos. Lo que escucho augura aún una época interesante.