Cuando empecé esta serie Llega la independencia que hoy termino muchos os burlasteis porque no queríais creer que el Parlament acabara proclamando la independencia de Catalunya. Ningún otro Estado la ha reconocido por ahora, eso es cierto, pero no porque no haya sido legalmente proclamada, eso no. De hecho, los demás Estados no reconocen la independencia catalana pero sí reconocen que ha sido proclamada, ya que, de lo contrario, no tendría sentido haberse pronunciado en contra. No te lo acabas de creer pero la independencia ya está aquí, ha llegado, y aunque no sea como la habríamos imaginado, ni tú ni yo, es la afirmación de soberanía del pueblo catalán más importante de nuestra historia contemporánea. La tenemos aquí y lo cierto es que unos teníamos razón y los otros no la teníais. Los soberbios, los sabios, los que creen que la política solo son conspiraciones y traiciones, salvajismo, los partidarios de la catástrofe, de la amargura y de la peor opinión del ser humano han quedado en evidencia ante el altruismo, la valentía de unos representantes políticos que se arriesgan a la cárcel y a la ruina económica por las libertades de Catalunya. En el debate de las ideas hay claramente unos ganadores y unos vencidos.
Ah, pero ¿esto es realmente la independencia? ¿Realmente os esperabais que con un movimiento de liberación nacional auténticamente pacifista y popular, sin una estructura de mando piramidal, la creación del Estado Catalán no tendría un alto precio, duras y desconcertantes muestras de improvisación, iniciativas políticas espontáneas hechas a lo loco y frecuentes situaciones de ridículo? ¿Habéis olvidado que el independentismo es un movimiento que va de abajo hacia arriba y no al revés? ¿Esperabais que el president Puigdemont después de proclamar la independencia tendría poderes mágicos para asegurar las fronteras y para hacerse obedecer en todo el territorio? La independencia de Catalunya la debe llenar de contenido el pueblo catalán soberano que la ha reclamado con insistencia y, en este sentido, tendrá la independencia que se merece, exactamente la independencia que se haya ganado a pulso. Los regalos los hacen los Reyes Magos. Mientras sea de manera pacífica, todos tenemos la posibilidad de apoyar la legitimidad que representa el Govern del president Puigdemont y de desobedecer masivamente al Gobierno de Rajoy. Posibilidad de hacer todo tipo de actos de fuerza que no impliquen violencia, tales como ejercer el derecho a la huelga general e indefinida. Si los creyentes dicen que Dios Padre Omnipotente, Señor de lo visible y de lo invisible, escribe con renglones torcidos ¿os esperabais que el gobierno independentista de la Generalitat nos ofrecería una república catalana como una línea recta, sin peajes, como una autopista de cuatro carriles donde avanzar a toda velocidad? Es el problema que tienen las grandes palabras, la independencia es como el amor, la libertad, la justicia o la verdad, somos nosotros y solo nosotros los que las llenamos de contenido real y efectivo. A veces no os entiendo.
En tiempos de Pedro el Grande, cuando el ejército más poderoso del mundo de entonces, el de Francia, invadió Catalunya para anexionársela gracias a la cruzada decretada por el Papa, cuando el estado medieval entonces tambaleaba, abandonado por todos y sin aliados internacionales, solo la gente de Catalunya hizo posible la victoria sobre los enemigos y la pervivencia del país. Contra todo pronóstico, nuestros antepasados lograron conservar la independencia con tanto ahínco, con tanta resolución, que un monje catalán anónimo, autor de las Gesta comitum Barchinone et regum Aragonie, hacía este encendido elogio de nuestra nación:
“O Cathalonia, secla per omnia glorificeris,
magna mereberis et dominaberis, ere frueris!”
Es decir: “O Catalunya, por siempre glorificada serás, mucho ganarás y dominarás y del cielo disfrutarás!”. Tomad nota de esto, por lo que os pudiere aprovechar.