“Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia!”, se clamaba en las manifestaciones de febrero de 1976 en Barcelona, ​​iniciadas por la Assemblea de Catalunya y con las consiguientes cargas policiales. El lema también encabezaría la manifestación del 11 de septiembre de 1977, la del millón. La respuesta del Estado fue sacar un Decreto de julio del 76 que indultaba delitos y faltas de “intencionalidad política y opinión que no hubieran puesto en peligro la vida de nadie”, así como una posterior Ley del 77 que incluía una amnistía total para “todos los hechos y delitos de intencionalidad política” ocurridos entre el 18 de julio de 1936 y el 15 de diciembre de 1976. Es decir, que incluía crímenes contra la humanidad cometidos durante la dictadura. Este escándalo continuó hasta 2009, cuando el Comité de Derechos Humanos aún pidió a España que considerase la derogación de dicha ley y el Estado respondió, más o menos, que es que ahora no le iba bien derogar nada.

Bueno, y respondió otra cosa: que la Ley de Amnistía fue una demanda de toda la oposición al franquismo y que contribuyó a la transición a la democracia. Esta es la clave, pienso: una amnistía ahora constata dos factores fundamentales a considerar. El primero, que en España todavía se encarcela a gente por motivos políticos y que, por tanto, no ha cambiado mucho desde 1976, en términos de vulnerar los derechos humanos cuando la gente se moviliza con capacidad para hacer tambalear la estabilidad del régimen. Conviene no olvidar nunca ese primer elemento: España ha fracasado como proyecto. Y el segundo, que toda amnistía general, que puede contener elementos considerados injustos por mucha gente en ambos lados, puede encontrar cierto elemento de justificación si va acompañada de un verdadero cambio de régimen. No habría valido, en el 76, hacer una amnistía general y no obtener también la libertad y el Estatuto de Autonomía. No hubiera tenido sentido, ni jurídico ni político. Por eso conviene preguntarse hoy: ¿cuáles son las reivindicaciones de “libertad” y de “Estatuto de Autonomía” equivalentes en 2023?

Todo el mundo debe saber que no habrá "paz", o comienzo de resolución del tema, si no se reconoce la soberanía de Catalunya

Por eso es necesario un reconocimiento de la autodeterminación. Es necesario el reconocimiento del 1 de octubre y/o el reconocimiento del derecho a marcharse, estableciendo los mecanismos necesarios para hacerlo, es decir, blindando la soberanía de Catalunya. La “paz” de 1976 duró 40 años, pero la que se pretende construir ahora, el “nuevo orden”, no puede ignorar lo que sucedió el 1 de octubre, ni en las manifestaciones anteriores, ni la aplicación del 155, ni el encarcelamiento y exilio de todo un gobierno, ni la persecución a tanta otra gente. No puede ignorarlo, y mucho menos si se pretende (dicen) incluir a policías y jueces en una supuesta amnistía. Por lo tanto, el debate ya no puede versar ni sobre autonomía, ni sobre el incremento del autogobierno, ni sobre el reconocimiento de ninguna “nación cultural” (que, me temo, es hacia donde el PSOE nos quiere encaminar). No: todo el mundo debe saber que no habrá "paz", o comienzo de resolución del tema, si no se reconoce la soberanía de Catalunya para poder quedarse o para irse. Otra cosa es que se le ofrezcan varias condiciones para preferir quedarse, por el momento, en un último intento de reformar el Estado hacia una verdadera corona (o república) de pueblos con un amplio autogobierno. O sea, otra cosa es que nos propongan convertirnos en una especie Euskadi, con un fuerte blindaje competencial y de financiación, y que de momento estemos de acuerdo. Adelanto que a mí esto solo podría servirme si pudiera contar con un DNI y pasaporte catalán, pero no veo a España capaz ni siquiera de entender este concepto (que es la clave de todo estado “plurinacional”). Por tanto, insisto: nada que no sea dejar bien clara la puerta de salida ni nos servirá a los votantes, ni servirá a Catalunya, ni tampoco en el fondo habrá servido de nada a España. Esto, si pensamos a largo plazo.

Pensando a corto, es decir, sobre dónde estamos: pues no se está negociando nada, sino mirando si se puede empezar a negociar algo. Es decir, todavía estamos en Saint-Martin-Le-Beau. Tarradellas no quiso regresar hasta que le garantizaran el restablecimiento de la Generalitat, que se produjo incluso antes de la aprobación de la Constitución española. Puigdemont debe pensar cuál es su condición, pensando en un reconocimiento de la soberanía de Catalunya previo a cualquier hipotético cambio de régimen español. Y avisar de lo siguiente: esta soberanía, con o sin el consentimiento de España, se acabará ejerciendo igualmente. No tenemos ningún problema en volver a demostrarlo.