Entre 1960 y 1970, la segunda oleada del feminismo, el llamado feminismo radical, acuñó una frase que todavía hoy es todo un lema del movimiento: "Lo que es personal es político". Es el título de un ensayo de Carol Hanisch de 1970 que se considera uno de los marcos teóricos del feminismo del momento. La autora refuta la idea de que el sexo, la apariencia, el aborto, los trabajos de cuidados y la división del trabajo doméstico se consideren asuntos personales sin ningún relieve político. Si son problemas de todas y cada una de las mujeres, son problemas políticos, dice Hanisch. Su conclusión es que no existen soluciones individuales sino que hace falta la acción colectiva para conseguir una solución común.
Los movimientos feministas han multiplicado las interpretaciones, adaptando este principio a los tiempos. "Lo que es personal es político" significa que el status quo político reflejará aquello más personal; que las elecciones personales revelan una política personal; que uno tiene que tomar decisiones coherentes con la política personal; que la vida personal y la política personal son indistinguibles. Todavía puede añadirse otra interpretación, relevante para estos días: no puedes militar en un partido con un ideario feminista y hacer bromas privadas machistas y racistas. Lo que es personal es político, Lluís Salvadó.
Si te indigna más que se filtren estas conversaciones que su contenido, tienes un problema, pero sobre todo lo tenemos las mujeres, que convivimos contigo
Evidentemente, no es casual que estas conversaciones se filtren el 9 de marzo, el día después de que el movimiento feminista haya articulado un éxito histórico. Evidentemente, en ningún caso tienen que aplaudirse unas escuchas ilegales y filtradas por motivos ideológicos. Pero lo personal es político: el machismo y la xenofobia tienen que estar lejos de los espacios de poder.
Muchos centran el debate en el derecho a la privacidad, contexto en que cualquiera podría decir las barbaridades que quiera. Ninguna persona negará el derecho a la libre expresión y quien ha filtrado la conversación tendrá que atenerse a las consecuencias penales de hacerlo, si las hay. Pero más allá de eso, la hipocresía y la falta de coherencia política deben tener un coste en la carrera política de cualquiera.
Si de toda esta historia te indigna más que se filtren estas conversaciones entre dos cargos públicos que su contenido, tienes un problema, pero sobre todo lo tenemos nosotras, las mujeres, porque convivimos contigo por las declaraciones machistas no nos permite ver lo realmente importante: el autoritarismo del Estado español. Creo que mi capacidad de análisis de la realidad y de mis compañeras nos permite hacer ambas cosas sin restar importancia a las actitudes machistas de Salvadó.
No es aceptable que un partido que se llama republicano y feminista no reaccione, y esconda y justifique el hecho personal tras una enorme cortina de humo
El compadreo en las redes entre hombres que justifican y desvían la atención no es más que un ejemplo de cómo se estructura el heteropatriarcado. Nace y se consolida en el ámbito privado y se expande en el ámbito público, donde las relaciones de poder toman el carácter político que sirve para mantener la dominación. Los hombres protegen los privilegios de sus compañeros hombres, incluso si eso significa oprimir todavía más a sus compañeras. El hecho de justificar las "bromas" del cargo de Esquerra Republicana hace pensar que estos hombres intercambian este tipo de bromas diariamente y que, en lugar de examinarse y reflexionar qué machistas son, prefieren seguir haciéndolas. Estos mismos hombres, el 8 de marzo, publicarán un post en sus redes sociales y tomarán una pancarta en la manifestación feminista, como si eso los redimiera de todos sus pecados.
Tenemos que denunciar la falsa premisa de que se parte cuando, de manera consciente, se asume que los espacios políticos donde se desarrolla la militancia se convierten, de hecho, en lugares donde no existen relaciones de poder. La adscripción de un hombre a movimientos políticos o sociales no tiene que excluirlo del señalamiento público, ni de la expulsión, si comete una agresión o si ejerce violencia hacia las mujeres, ni que sea simbólica, como es el caso de Salvadó.
Hace falta que todos los espacios políticos, más aún aquellos que pretenden gobernar el país, no revienten todo el trabajo que han hecho sus asambleas de mujeres, consiguiendo listas cremallera, aplicando un código ético y un plan de igualdad. No puede ser que todo eso quede en nada por comentarios machistas privados. No es viable ni aceptable que un partido que se llama republicano y feminista no reaccione, y esconda y justifique el hecho personal tras una enorme cortina de humo. Coherencia política, por favor.
Gina Driéguez i Mallen (Sant Boi de Llobregat, 1993), es historiadora del arte y trabaja en investigaciones comparadas de literatura, arte y pensamiento.