Barcelona, 26 de septiembre de 1898. Llegan a la ciudad los primeros soldados catalanes supervivientes de la Tercera Guerra de Cuba (1895-1898), la que conduciría a la independencia de la última colonia hispánica de ultramar. Un contingente de 30 hombres (27 de leva y 3 voluntarios), algunos de los cuales llegaban enfermos y acabarían muriendo durante las semanas inmediatamente posteriores. La fiebre amarilla y la pésima gestión sanitaria de las autoridades coloniales —civiles y militares— sería la principal causa de la mortandad de soldados españoles. En aquella guerra el ejército colonial español, formado mayoritariamente por soldados de leva, sufriría 60.000 bajas de un total de 250.000 efectivos: 10.000 a causa de las balas y 50.000 a causa de las enfermedades, principalmente de la fiebre amarilla.

¿Qué era la fiebre amarilla cubana?

La fiebre amarilla era una enfermedad originaria de las costas atlánticas del África ecuatorial, que había llegado a Cuba a finales del siglo XVIII, en los transportes de esclavos. En Cuba, en el transcurso del siglo XIX, se convirtió en una enfermedad endémica que, de vez en cuando, se desvelaba en forma de epidemia y causaba estragos. En varias ocasiones, el transporte de mercancías entre la colonia y la metrópoli había comportado su transmisión a los puertos peninsulares. Como en el caso de la epidemia de 1821, especialmente mortífera en Barcelona. En aquel caso, durante los meses de junio y noviembre, causó la muerte de más de 6.000 personas (el 6% de la población de la ciudad). Un dato que pone de relieve la gran capacidad de contagio y muerte de la fiebre amarilla. Sobre todo entre los europeos.

Carles Finlay Barrés. /Wikimedia Commons

Quién es quién. El doctor Carles Finlay Barrés

El 18 de febrero de 1881, el médico e investigador Carles Finlay Barrés (Camagüey, 1833), hijo de la catalana Rosa Barrés (originaria de Reus y maestra de enseñanza primaria de profesión); hacía público que había descubierto que la fiebre amarilla se transmitía para la picadura de la hembra fecundada del mosquito Aedes aegypti. La vacuna contra la fiebre amarilla no se inventaría hasta bien entrado el siglo XX; pero el doctor Finlay Barrés propuso una serie de medidas profilácticas (ropa protectora, mosquiteros) que las autoridades coloniales españolas ignoraron totalmente. La atávica desidia del poder español sería la causante de que, una década y media más tarde, la fiebre amarilla diezmara al ejército colonial y, en consecuencia, la responsable del resultado de aquel conflicto.

Quién es quién. El gobernador Blanco Erenas y el ministro Martínez Campos

Cuando el doctor Finlay Barrés publicó el resultado de su investigación, la máxima autoridad colonial en Cuba era el capitán general Ramon Blanco y Erenas. Durante su mandato, Blanco se empleó, especialmente, en terminar la masacre que había iniciado su antecesor, Arsenio Martínez Campos. La Guerra Chiquita (1878-1881) —la segunda guerra de Cuba— puso punto y final a la "tercera vía cubana": la guerra sucia española (traiciones, venganzas) empujó definitivamente a los autonomistas hacia el independentismo. Aquel escenario explicaría que tanto a Blanco (ajetreado en exterminar enemigos del imperio español); como a Martínez Campos (propulsado al frente del ministerio español de Guerra) les importaban un bledo las investigaciones de Finlay Barrés.

 

Retrato de Rudolph Matas /Wikimedia Commons

Quién es quién. El doctor Rudolph Matas Jordà

En marzo de 1881, un joven médico llamado Rudolph Matas Jordà (Nueva Orleans, 1860), publicó en una revista médica norteamericana un artículo sobre los progresos del doctor Finlay Barrés. El doctor Matas —que en el transcurso de su carrera alcanzaría la categoría de "padre de la cirugía vascular"— era hijo de los catalanes Narcís H. Matas (originario de Girona y farmacéutico de profesión) y Teresa Jordà (de Sant Feliu de Guíxols), emigrados a los Estados Unidos en 1859. Después de la publicación del artículo, Finlay Barrés y Matas Jordà mantendrían un intenso intercambio de información que los conduciría a la creación de un suero a partir de personas que habían sido picadas por el Aedes aegypti y no habían desarrollado la enfermedad.

William Gorgas era capitán médico del ejército norteamericano /Wikimedia Commons

Quién es quién. El doctor William Gorgas

Al inicio de la Tercera Guerra de Cuba (1895), la principal preocupación del capitán médico William Gorgas (jefe sanitario del ejército norteamericano en Cuba) era el contagio de la fiebre amarilla. William Gorgas (Toulminville, Alabama; 1854) era nieto de unos comerciantes catalanes, originarios de Sitges, emigrados a la antigua colonia hispánica de Louisiana a finales del siglo XVIII; y, anteriormente al conflicto, ya había compartido con Matas y Jordá los avances en cirugía por heridas de guerra. Sería precisamente Matas y Jordá quien lo pondría al corriente de los progresos de Finlay Barrés y, a principios de 1896 dictaría una serie de medidas preventivas que —a diferencia de lo que ya pasaba en e ejército colonial español— evitaría que la fiebre amarilla masacrara a las tropas norteamericanas.

El triángulo Finlay-Matas-Gorgas

Al margen de la evidente superioridad bélica; las estadísticas corroboran que el triángulo Finlay-Matas-Gorgas tendría una importancia primordial a la hora de decidir el resultado de aquella guerra: 2.000 bajas los norteamericanos y 60.000 los españoles. Los soldados españoles, infraalimentados y amontonados en campamentos indecentes que no cumplían ni las más mínimas condiciones de salubridad y que eran auténticos nidos de infecciones, caerían como moscas. Los barcos de la muerte, mercantes de bandera francesa e inglesa que repatriarían a los soldados supervivientes (1898-1899), serían la culminación de aquella tragedia. El Chateau Laffitte (1899) tiró en alta mar los cadáveres de 53 soldados catalanes que, durante el trayecto de retorno entre Cienfuegos y Barcelona, habían muerto a causa de la fiebre amarilla.