Las recientes declaraciones de Federico Jiménez Losantos contra la República Federal Alemana solo pueden suscitar rechazo en el mundo civilizado y democrático. Solo desde un profundo desprecio por las decisiones y convicciones de los demás, solo desde un amargo complejo de superioridad nacionalista española —que no empaña un inevitable y complementario sentimiento de inferioridad, de enfermiza consciencia de identidad diminuta— pueden explicar los graves insultos, las crudas amenazas, y lo que es más grave e inaceptable, la desvergonzada apelación al terrorismo y al odio contra el pueblo alemán que el periodista proclamó el pasado viernes 6 de abril desde su programa radiofónico. Parece claro que Federico Jiménez Losantos olvida que la concesión de su frecuencia radiofónica —otorgada en su día por el Gobierno de Esperanza Aguirre— no le faculta, en virtud de su indiscutible derecho a la libertad de opinión, a utilizar la radiodifusión sonora en ondas métricas con modulación de frecuencia, de titularidad pública, para proferir llamadas a la violencia y al odio hacia colectivo alguno. La irritación ante la negativa del tribunal estatal de Schleswig-Holstein a conceder la extradición por alta traición del presidente Carles Puigdemont no exime a éste ni a ningún otro periodista de sus responsabilidades para con la sociedad. Unas responsabilidades que no es la primera vez que Federico Jiménez Losantos neglige y que propiciaron su expulsión de la cadena COPE, así como condenas por delitos de injurias graves con publicidad o por intromisión ilegítima en el derecho al honor. En su abultado currículum personal cabe recordar las edificantes declaraciones de enero del 2016, en las que llegó a expresar su deseo de matar a dirigentes de la formación política Podemos: “Veo a Errejón, a la Bescansa, veo a la Rita Maestre y me sale el monte, no el agro, el monte, si llevo la lupara disparo. Menos mal que no la llevo”.
Aunque Federico Jiménez Losantos publicó ayer un articulo amenazante y exculpatorio en el periódico Libertad Digital en el que niega la evidencia, lo cierto es que sus manifestaciones son graves y responden a la costumbre de utilizar su estudio radiofónico como si de tratara de la consulta del psicoanalista en la que se puede dar rienda suelta a cualquier obsesión ponzoñosa. En su editorial de las siete de la mañana del pasado viernes no solo trató de “racistas”, “chorizos y prevaricadores” a los jueces alemanes, de “naziroja” a la ministra alemana de Justicia, también calificó al Gobierno de M. Rajoy, en una catarata de improperios, de “basura humana”, de “eunucos, sabandijas”, de “colección de villanos miserables, mendaces y corruptos”, llegando a calificar a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría de “leño”, “lerda”, “analfabeta funcional, abobada del Estado”. “En política exterior lo que cuenta es la fuerza y la determinación” sostuvo en su arenga enloquecida Jiménez Losantos, y concluyó, desolado, que “no somos nada, somos menos que nada. Nos han insultado como nación”. Pasando a continuación a uno de sus temas predilectos: el terrorismo. Según Jiménez Losantos, “es momento de recordar el estado de derecho alemán: la Baader-Meinhof. Si la hubiéramos tenido en España no hubiera hecho falta el GAL, dirán algunos”.
Ya que terrorismo había hecho su aparición en su editorial de las siete, Jiménez Losantos insistió en sus ideas sobre la violencia en el editorial posterior, el de las ocho. Su modo de pensar se expresó del siguiente modo: “Si en lugar de tener espías para preparar dossieres contra Cifuentes tuviéramos espías para hacerle la vida imposible a los separatistas españoles y jorobar a los estados que no nos ayudan —como siempre se ha hecho en los países dignos de respeto, siempre—… Y no hace falta llegar al GAL ¿eh? Aunque el GAL funcionó extraordinariamente bien. Es decir, moralmente será detestable, pero hay que reconocer que Francia dejó de ayudar a los etarras. En el momento en que empezaron a aparecer cadáveres en los pueblos turísticos del sur de Francia, oye, qué casualidad, que empezó a funcionar la justicia francesa. Dios escribe recto con renglones torcidos...”. Y añadió más tarde, retomando sus planteamientos sobre la violencia y las soluciones expeditivas: “En el siglo XVII teníamos tercios. No se hubieran atrevido los alemanes a hacer esto”. “Alemania ha demostrado que no reconoce la Constitución española ni la intangibilidad de las fronteras… ¿Por qué? Por racismo, probablemente, porque ellos son de una raza superior, nosotros somos una raza inferior, ellos son arios, nosotros somos cerdos, pigs…”. “España durará más que Alemania, es más vieja, más antigua, y durará más que Alemania… Que Alemania sepa que en España no se le va a perdonar”. “El ratón al gato le puede hacer toda clase de fechorías. Toda clase de fechorías. En Baleares, todas. En Baleares hay como 200.000 alemanes de rehenes. En Baviera pueden empezar a estallar cervecerías. Ya, pero usted ¿qué propone, una acción? Naturalmente. Nos han abofeteado, nos han dado una patada en los dídimos”.
Mientras Jiménez Losantos, víctima del terrorismo de Terra Lliure, parece que tiene derecho a decir todo tipo de barbaridades, hay raperos como Valtònyc que entraran en la prisión por hacer uso de su derecho a la libre expresión. Luego nos dirán que la justicia es igual para todos y que no existen los prisioneros políticos en España.